El “niño terremoto” del ’85 que resucitó al tercer día: Jesús Francisco Flores Medina

Ambas historias se mantienen vivas en la memoria colectiva y se reafirman año tras año

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Jesús Francisco Flores Medina, el
Jesús Francisco Flores Medina, el "joven terremoto", sobreviviente del sismo de 1985

A las 7:19 horas del 19 de septiembre de 1985, México vivió uno de los capítulos más dolorosos de su historia reciente, un terremoto que dejó miles de muertos, familias destrozadas y una urbe sumida en la desesperación.

No obstante, de entre los escombros también surgieron historias de vida y solidaridad que marcaron a varias generaciones. Dos de ellas siguen resonando 40 años después: la del “joven terremoto” y el nacimiento de la Brigada de Rescate Topos de Tlatelolco.

La memoria de esta tragedia representa un llamado permanente a fomentar la prevención y reacciones posibles frente a los desastres naturales. Crédito: Luis Martínez - Infobae México

La criatura

Jesús Francisco Flores Medina, también conocido como el “joven terremoto”, es uno de los símbolos de esperanza que emergieron de aquella tragedia. Su madre falleció en el derrumbe de un edificio en la Plaza Garibaldi, pero su abuela, Brenda Medina, logró rescatarlo al tercer día, tras abrir el vientre de su hija con una navaja de afeitar. El bebé, que se mantuvo con vida gracias al líquido amniótico de su madre, nació el 22 de septiembre, en circunstancias que muchos calificaron como milagrosas. Desde entonces, su historia se convirtió en emblema de resistencia y vida.

En su momento, el caso fue ampliamente documentado por periodistas como Jacobo Zabludovsky y Cristina Pacheco, quienes entrevistaron a su abuela, considerada por muchos una heroína anónima. Con el paso del tiempo, el sobreviviente no solo llevó consigo la memoria de ese origen marcado por la tragedia, sino que también ha dedicado parte de su vida a tareas vinculadas con la protección civil, rindiendo tributo a quienes lo ayudaron a sobrevivir.

(Foto: Twitter/topos)
(Foto: Twitter/topos)

Los topos

Paralelamente, el terremoto del 85 evidenció la falta de respuesta gubernamental inmediata, lo que impulsó a la ciudadanía a organizarse por cuenta propia. Entre los escombros de Tlatelolco, un grupo de voluntarios improvisados se convirtió en la Brigada de Rescate Topos quienes armados con picos, palas y un profundo sentido de solidaridad, comenzaron a rescatar personas atrapadas, desafiando las restricciones oficiales y arriesgando sus vidas en cada misión.

Con el tiempo, los Topos de Tlatelolco se consolidaron como una brigada de rescate reconocida internacionalmente. Han participado en misiones de emergencia en países como Turquía, Haití, Indonesia y Chile, llevando consigo la experiencia adquirida en 1985. Su origen marcó un antes y un después en la cultura de la prevención y el auxilio en desastres, mostrando que la sociedad civil puede organizarse para salvar vidas cuando el Estado no alcanza a responder.

Sin olvido

A cuatro décadas del sismo, el relato del Jesús Francisco y el surgimiento de los Topos representan dos caras de la misma moneda: la vulnerabilidad y la fortaleza de los mexicanos frente a la adversidad. Mientras la historia de un bebé rescatado de manera casi imposible simboliza la continuidad de la vida, la labor de los Topos encarna la fuerza de la solidaridad ciudadana.

Ambos relatos se mantienen vivos en la memoria colectiva que se reafirman cada 19 de septiembre, cuando el sonido de la alerta sísmica recuerda que la prevención y la unión son las mejores herramientas para enfrentar la naturaleza.