
La moringa se ha estudiado por su aporte nutricional, especialmente por su alto contenido de hierro, vitaminas y proteínas. Algunos ensayos clínicos señalan que puede ayudar a elevar los niveles de hemoglobina y mejorar indicadores hematológicos en personas con anemia leve o moderada. Sin embargo, la evidencia científica disponible todavía es limitada y se requieren más investigaciones para establecer su eficacia y dosis adecuadas como tratamiento primario de la anemia.
El consumo de moringa suele recomendarse en la mañana, junto con el desayuno o antes del almuerzo, para facilitar la absorción de nutrientes y aprovechar su efecto energizante. Se puede incorporar en polvo, cápsulas, infusiones o agregada a jugos y alimentos. Es importante señalar que la moringa no reemplaza el tratamiento médico en casos de anemia grave y que siempre debe consultarse a un profesional de la salud antes de iniciar su consumo regular.
La eficacia puede depender del tipo de anemia, la causa subyacente y la combinación con una dieta equilibrada. Algunos suplementos de moringa pueden interactuar con medicamentos o generar efectos adversos si se consumen en exceso.
Para qué sirve la moringa y cómo consumirla
El notable perfil nutricional de la moringa ha llevado a que en numerosos países se la conozca como la “planta milagrosa” o “planta de la vida”, una reputación respaldada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esta planta originaria de la India destaca por la versatilidad de sus usos, ya que pueden aprovecharse desde las hojas hasta la corteza, las semillas y la raíz, aunque la forma más habitual de consumo es a través de las hojas, frescas o secas y molidas en polvo.

La moringa ha sido empleada desde la antigüedad en la medicina tradicional para tratar diversas dolencias, gracias a su elevada concentración de vitaminas, minerales y antioxidantes. Estudios citados por la FAO indican que, en su presentación de hojas secas, la moringa contiene cuatro veces más vitamina A que la zanahoria, siete veces más vitamina C que la naranja, cuatro veces más calcio que la leche, tres veces más potasio que el plátano, tres veces más hierro que la espinaca y el doble de proteína que el yogur. Cuando se consume en polvo, sus propiedades se potencian: diez veces más vitamina A que la zanahoria, la mitad de vitamina C que la naranja, diecisiete veces más calcio que la leche, quince veces más potasio que el plátano, veinticinco veces más hierro que la espinaca y nueve veces más proteína que el yogur.
La riqueza nutricional de la moringa se traduce en una amplia gama de beneficios para la salud. Entre sus propiedades más destacadas se encuentran la protección frente a infecciones y enfermedades bacterianas, atribuida a su acción antibacteriana, y la prevención de la osteoporosis, gracias a su alto contenido de calcio. Además, contribuye a la salud cardiovascular, ayuda a reducir la presión arterial, actúa como auxiliar en el tratamiento de la diabetes y protege la visión. Otros efectos positivos incluyen la prevención de calambres, la reducción del colesterol, el combate del insomnio, la disminución de la inflamación —lo que previene edemas—, la protección hepática y la prevención de úlceras. Su elevada concentración de antioxidantes también se asocia con la prevención del cáncer. Asimismo, la moringa puede ayudar a mitigar síntomas de ansiedad, depresión y fatiga, reducir los síntomas del asma y, por sus propiedades antiespasmódicas, aliviar los cólicos menstruales.
En cuanto a las formas de consumo, la moringa se utiliza principalmente en infusiones, suplementos y aceite. Para preparar té, se recomienda hervir hojas verdes —nunca amarillas— durante tres a cinco minutos, lo que resulta útil para aliviar dolores articulares y aumentar la serotonina. Los suplementos pueden encontrarse en pastillas o en polvo, que se añaden a jugos, licuados o alimentos, o bien se emplean para preparar infusiones. El aceite, extraído de las semillas, se utiliza como aderezo en ensaladas y se le atribuyen propiedades antiedad, antiinflamatorias, reductoras de grasas nocivas y un aporte de omega 3.
No obstante, la elevada concentración de nutrientes en la moringa exige precaución en su consumo. El exceso puede provocar efectos secundarios, ya que incluso las vitaminas y minerales pueden resultar perjudiciales si se superan las dosis recomendadas. La cantidad diaria aconsejada en polvo es de 35 miligramos, lo que equivale a dos pastillas o una cucharada al día, preferiblemente dividida en varias tomas para optimizar la absorción. En infusión, la dosis sugerida es de 8 gramos de hojas por taza.
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