CURP biométrica: promesas de modernización frente a temores de exclusión digital

Es necesario equilibrar el proceso de digitalización administrativa y la protección de datos personales

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CURP biométrica: ¿herramienta de ayuda
CURP biométrica: ¿herramienta de ayuda o de control?

La reciente discusión sobre la Reforma Electoral y la incorporación de la CURP biométrica ha colocado en el centro del debate nacional un tema que trasciende lo técnico: la relación entre modernización gubernamental y derechos ciudadanos.

Mientras el gobierno asegura que se trata de un paso hacia la simplificación de trámites y una herramienta eficaz para la atención de víctimas y la búsqueda de personas desaparecidas, especialistas y colectivos sociales advierten sobre los riesgos de un sistema que podría derivar en vigilancia masiva y en la exclusión de sectores vulnerables.

Cabe decir que la Secretaría de Gobernación (SEGOB) a través del Registro Nacional de Población (RENAPO) y la Agencia de Transformación Digital, serán las instituciones gubernamentales que se encargarán de dicho proceso.

Documento ambiguo y cuestionado

De acuerdo con la hoja de ruta oficial, la CURP biométrica podrá tramitarse de forma opcional a partir de octubre, aunque la obligatoriedad comenzará en febrero de 2026. Este calendario ha encendido dudas entre la ciudadanía, ya que el carácter “voluntario” se diluye ante la inminente exigencia legal de contar con el documento.

Para el especialista en tecnología y ciberseguridad Norberto Maldonado, la biometría ofrece ventajas concretas como la verificación rápida de identidades y la reducción de trámites burocráticos. Sin embargo, insiste en que dichos beneficios dependen en gran medida de la solidez institucional que respalde su implementación. “Sin límites claros y supervisión independiente, la biometría se convierte en una puerta a abusos: la obligatoriedad y la centralización de datos son dos líneas rojas”, advierte.

El paquete de reformas discutido en la Cámara de Diputados prevé que distintas instancias gubernamentales tengan acceso a la información personal y biométrica de los ciudadanos, sin que existan contrapesos judiciales sólidos ni auditorías independientes que garanticen la protección de esos datos.

Entre las principales preocupaciones se encuentra la reciente eliminación del Instituto Nacional de Transparencia (INAI) y la falta de mecanismos efectivos para vigilar el manejo de las bases de datos.

Organizaciones de la sociedad civil y familias de personas desaparecidas también han expresado su rechazo. Para estos colectivos, la creación de una Plataforma Única de Identidad no resuelve la crisis forense ni fortalece las capacidades de las comisiones de búsqueda. Por el contrario, consideran que centralizar información sensible sin controles adecuados expone a la ciudadanía a riesgos de espionaje, suplantación de identidad y filtraciones masivas.

La CURP en México ahora
La CURP en México ahora incluye datos biométricos como huellas dactilares y reconocimiento facial para mayor seguridad e identidad digital. - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Pese a que el gobierno insiste en que la ley establece sanciones contra usos ilegítimos y que los controles internos serán suficientes para evitar abusos, es necesario el establecimiento de mecanismos tangibles tales como:

  • Auditorías externas.
  • Límites claros al acceso por parte de fuerzas de seguridad.
  • Retención mínima de datos.
  • Evaluación de impacto en derechos humanos.
  • Rutas alternativas para quienes no puedan o no quieran entregar sus datos.

Otro punto crítico señalado por especialistas es la exclusión digital. En un país donde persiste una amplia brecha tecnológica, sectores como adultos mayores, comunidades rurales o personas en condición de vulnerabilidad podrían enfrentar obstáculos para acceder al nuevo documento.

La discusión en torno a la CURP biométrica refleja un dilema mayor respecto a cómo equilibrar la necesidad de modernizar procesos administrativos con la obligación de proteger derechos fundamentales. En un contexto donde el ransomware -virus informáticos- ha crecido 65% anual y persisten antecedentes de espionaje político, la desconfianza ciudadana no es un detalle menor, sino un elemento central para el futuro del sistema democrático.