
La edición más reciente del podcast “Entre Compas” convirtió la lujosa suite del líder de La Casa de los Famosos México en un espacio de confesiones, risas y relatos genuinos. Aldo de Nigris y Abelito aprovecharon cada minuto en la habitación equipada con mesa de billar para inaugurar una de las conversaciones más espontáneas y personales de la emisión.
Desde el pasado lunes, tras conquistar la prueba “Sirenas y Tritones” y convertirse en líder semanal, Aldo ganó el privilegio de elegir acompañante en la suite, llevándose consigo a su amigo Abelito, quienes decidieron inventar su podcast “Entre Compas”.
En dicho podcast ambos se presentan con apodos que los distinguen: Aldo de Nigris es conocido como “El Niño Bien” o “El Nilo Lomecan”, y Abelito es apodado como “El Niño por siempre”.

En el podcast, ambos famosos exploran en cada entrega aspectos de la vida íntima y social, dejando ver su personalidad detrás de las cámaras, lo que hasta ahora les ha resultado bien, pues han ganado más popularidad.
En la más reciente entrega de la madrugada de este viernes, Aldo y Abelito abordaron una serie de temas que nacieron tanto de inquietudes personales como de propuestas cruzadas durante el juego de billar.
Esta madrugada ambos hablaron temas sobre el desamor y las rupturas sentimentales, las situaciones más exóticas vividas en fiestas, los momentos incómodos en citas y dificultades cotidianas cargadas de vergüenza.
¿Qué contaron?
Las historias que salieron al aire en “Entre Compas” tocaron nervios conocidos por muchos. Abelito abrió la conversación con una escena de intimidad doméstica: recordó cómo, durante su adolescencia, compartía el baño principal con sus padres. Su mamá, sospechando que él podía estar masturbándose, a veces se quedaba sentada afuera esperando pacientemente a que él saliera. “Nunca me cacharon, pero siempre estaba ahí, esperando. Qué vergüenza”, confesó entre carcajadas, reconociendo ese ligero temor universal a ser descubierto en una etapa de descubrimiento personal.

No se detuvo ahí. Abelito recordó una situación en la capital que muchos han temido: una emergencia estomacal mientras iba en camión. Relató que el apuro era tal que tuvo que bajarse antes de su destino para buscar un baño de cualquier manera. Tocó puertas por varios locales y en la mayoría le negaron la entrada, hasta que, desesperado, entró en un pequeño taller donde una señora, tras escuchar su súplica, le permitió usar un baño improvisado, apenas separado del resto del local por una cortina.
Contó que, ya sin poder aguantarse más y sintiéndose observado, apenas se sentó la presión era tal que los ruidos no pasaron desapercibidos para quienes estaban afuera. Mientras él luchaba con la pena y el alivio, la señora le alcanzó una cubeta con agua por debajo de la cortina y le indicó que, al terminar, la usara para descargar.
Abelito salió agradecido, aunque con toda la vergüenza, y la señora aún le dijo que devolviera el favor si algún día alguien se lo pedía. Entre risas, reconoció que esas cosas sólo le pasan a uno cuando más desesperado se encuentra.
No faltaron las historias escolares. Abelito, quien es de talla baja, contó que en primaria y secundaria solía llevar mochilas tan pequeñas que apenas cabía una libreta. Cuando tocaba cargar el atlas, tenía que llevarlo afuera, y cuando caminaba o corría le iba golpeando la cabeza porque no entraba bien. Reconoció que era una escena que le daba mucha pena cada vez que tenía que correr en los pasillos.
Por su parte, Aldo contó que su primera pareja formal fue muy importante para él, pero que lo engañaron y terminaron después de un año y medio. Pasaron seis meses separados, y en ese tiempo Aldo decidió tomarse un mes para enfocarse en sí mismo. Dijo que fue la primera vez que salió solo y conoció a otras mujeres, porque siempre había estado con su novia. Finalmente, su exnovia le pidió regresar y él aceptó darle otra oportunidad.

En el terreno de las penas cotidianas, Aldo confesó que uno de sus grandes nervios ocurre al pagar con tarjeta en el supermercado o en cualquier tienda. Admitió que siempre le entra el miedo de que la terminal no la acepte y se quede parado, haciendo fila, mientras todos esperan, deseando que sí pase de una vez.
Aldo contó, entre bromas, que pocas cosas lo ponen tan incómodo como tener que comprar condones en la farmacia o en el Oxxo. Aldo recreó la escena mostrando que los hombres siempre los piden en voz baja, susurrando, solo para que el cajero no los escuche y entonces repitan “condones” una y otra vez hasta que le entiendan y respondan y los cajeros en voz alta: “¿De cuáles? ¿Amarillos o morados?”.
También recordaron esos momentos incómodos cuando, viendo la televisión con los papás, salía alguna escena de besos o de intimidad. La reacción automática: mirar para otro lado y fingir que no pasa nada, un clásico de todas las generaciones.
Así, entre carcajadas, confidencias y complicidad “de compas”, ambos lograron que varios internautas y espectadores se vieran reflejados en sus historias, convirtiéndose en tendencia en X durante la madrugada.
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