Cuáles fueron los impuestos más absurdos que estableció Antonio López de Santa Anna

Destacan las cargas tributarias a puertas y ventanas

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Los gravámenes de Santa Anna
Los gravámenes de Santa Anna fueron implementados en su último gobierno, de 1853 a 1855. Crédito: Wiki Commons/Imagen Ilustrativa Infobae

Durante el turbulento siglo XIX mexicano, el nombre de Antonio López de Santa Anna suele asociarse tanto a su papel político y militar como a una de las medidas fiscales más polémicas de la época: el impuesto sobre puertas, ventanas, caballos, carruajes y hasta perros.

La decisión de implantar este impuesto surgió a raíz de la complicada situación financiera nacional. Tras la pérdida de Texas y con amenazas externas constantes, las arcas públicas estaban, según el propio Antonio López de Santa Anna, en “bancarrota completa”.

Según relata el historiador Héctor Strobel del Moral en un análisis publicado en la revista Secuencia del Instituto Mora el 2020, la administración de Santa Anna consideró necesario crear mecanismos fiscales alternativos que permitieran sostener los gastos gubernamentales. En este escenario, el 9 de enero de 1854, el presidente decretó el impuesto sobre puertas y ventanas como una solución emergente para aumentar la recaudación.

Antonio López de Santa Anna
Antonio López de Santa Anna otorgó múltiples exenciones al impuesto de las puertas y ventanas. (Wiki Commons)

Santa Anna y su equipo sustentaron la decisión en antecedentes europeos, señalando la existencia de tributos similares en países como Francia y España. Además, otros países latinoamericanos replicaron en algún momento de su vida independiente el modelo del gravamen a las puertas y ventanas, incluso lo hizo México en 1832 para que el presidente Anastasio Bustamante combatiera una sublevación.

Sin embargo, en el caso de Antonio López de Santa Anna, Strobel del Moral considera que el impuesto fue muy apresurado y sin consulta (en ese entonces el militar gobernaba sin Congreso). Sin embargo, dentro de la administración santanista hubieron críticas a la medida y la ley recibió una prórroga para poder hacer ajustes.

Además, al entrar en vigor el impuesto, Antonio López de Santa Anna dio muchas exenciones (además de las que la propia ley ya establecía, como iglesias y hospitales), lo que provocó un gasto fuerte e inútil al gobierno, porque ya se había trabajado sobre hogares que el general había eximido del tributo.

Además de ventanas y puertas,
Además de ventanas y puertas, Santa Anna decretó impuestos a perros y caballos. - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Otro factor en contra del impuesto fue el permiso de Santa Anna de tapiar las puertas y las ventanas. Aunque este acto fue interpretado como rechazo a la medida, el autor lo considera solo una forma para que la gente pagara menos. Además, el gobierno hizo grandes gastos para que se pudiera cumplir debidamente con el pago en el país y los departamentos.

De todo el caos que fue el cobro del impuesto de puertas y ventanas destaca el ocurrido en la ciudad de San Luis Potosí. Los registros comprueban que más del 80% pagaron la carga impositiva con retraso, ni siquiera el gobernador lo hizo a tiempo, sin embargo, no hubo ninguna sanción. Además, quienes sí pagaron el gravamen eran las casas de la clase alta, quienes no fueron las casas pequeñas con solo una puerta y ventana.

El 3 de octubre de 1853, Antonio López de Santa Anna decretó un impuesto a los perros, exclusivo a la Ciudad de México. La cantidad era de un peso por animal, independientemente si era usado como mascota o como guardián, se eximieron a los lazarillos. La carga buscaba medir la riqueza de los habitantes de la capital, aunque se presentó el mismo problema de la falta de planeación y hubo muy poca recaudación. Actualmente, existen obligaciones fiscales similares en diversos países, como Alemania o Suiza.

Los impuestos de Antonio López
Los impuestos de Antonio López de Santa Anna a puertas y ventanas tenían un antecedente en Europa. (Wiki Commons)

Sobre el impuesto a caballos y carruajes, existían desde años anteriores a Santa Anna (1802 y 1825), aunque se criticó que el presidente eximiera el pago a su propio carro y de otros funcionarios.

En 1855 la Revolución de Ayutla triunfó y Antonio López de Santa Anna salió al exilio, evidentemente, el dictador no pudo sacar a su gobierno de la bancarrota y los impuestos no lograron recaudar tanto, sí hicieron, por el contrario, provocar gastos a la administración del militar.

Rómulo Díaz de la Vega, presidente interino, derogó el impuesto a puertas y ventanas el 18 de septiembre de 1855 en todo el país (lo habían hecho ya algunos estados). El 22 del mismo mes siguieron el mismo destino el cobro a perros, caballos y carruajes.