
Desde tiempos ancestrales, el pueblo Wixárika ha recorrido a pie un camino sagrado que atraviesa montañas, valles y desiertos, guiados por su cosmovisión espiritual.
Esta ruta conecta los estados de Nayarit, Jalisco, Zacatecas, Durango y San Luis Potosí, y tiene un único destino: Wirikuta, el corazón de su universo.
Para ellos, este trayecto no es sólo un viaje físico, sino un acto ceremonial cargado de significado, un regreso a sus orígenes y un rito de renacimiento.
Reconocida recientemente por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, la peregrinación a Wirikuta no sólo preserva la memoria ancestral, sino que también es un testimonio vivo de la resistencia y sabiduría de los pueblos indígenas de México.
Una travesía de más de 500 kilómetros hacia el corazón espiritual de México

La ruta Wixárika, conocida por los habitantes de esta comunidad como una “trenza de senderos”, es un camino que recorre diferentes nichos ecológicos, montañas, valles y desiertos.
“Para ellos, esta peregrinación permite que la humanidad subsista, que no muera el mundo. Ese camino de peregrinación significa el vínculo del pueblo wixárika con su cosmovisión espiritual”, menciona una cápsula en la página del Gobierno de México.
A lo largo de esta travesía, los peregrinos —guíados por los mara’akate (chamanes)— se sumergen en un proceso ceremonial que busca no sólo preservar las costumbres ancestrales, sino también garantizar la supervivencia de su comunidad, a través de la armonía con la naturaleza y la conexión con los dioses.
El destino final de esta peregrinación es el Cerro Quemado en Wirikuta, el sitio donde, según la tradición Wixárika, tuvo lugar la primera cacería del venado, cuyo espíritu se manifiesta a través del híkuri, o peyote, una planta sagrada que crece en los desiertos de San Luis Potosí.
Para los Wixárika, el híkuri representa la encarnación del venado azul, ancestro mítico de su pueblo, y es utilizado en ritos de purificación y de transmisión de sabiduría.
Esta planta “tiene un sentido luminoso o radiante cuyo origen data del nacimiento de la deidad solar”, según el ensayo Peregrinación de la Comunidad Wixárika a Wirikuta de la Revista Latinoamericana de Derecho y Religión.
Un recorrido hacia el conocimiento ancestral

La peregrinación a Wirikuta además de ser un trayecto físico, es un proceso profundo de iniciación espiritual.
Durante la travesía, los peregrinos, conocidos como xuku’urikate o “jicareros”, se preparan para convertirse en mara’akate, los especialistas rituales de la comunidad.
Esta iniciación es clave para formar parte de la jerarquía política y religiosa de los Wixárika, y se lleva a cabo entre los meses de octubre y marzo.
El viaje, que en tiempos antiguos se hacía a pie, hoy en día también se realiza con el apoyo de vehículos de transporte, pero la esencia de la peregrinación sigue siendo la misma.
“La finalidad de este recorrido es la recolección del híkuri o peyote, planta cactácea que crece en el desierto de San Luis Potosí y que es considerada sagrada y es venerada para los wixaritari”, explica el ensayo académico.
Durante su recorrido, los peregrinos atraviesan cinco “puertas” sagradas, que representan diferentes etapas espirituales del viaje.
La última de estas puertas se encuentra en el santuario de Cerro Quemado, donde se culmina la lucha cósmica en la que el Sol vence a la oscuridad, simbolizando el renacimiento y la renovación de la vida.
Desafíos modernos: amenazas a la tradición Wixárika

A pesar de la importancia de esta tradición cultural, la ruta Wixárika y su santuario de Wirikuta enfrentan graves amenazas.
La expansión de megaproyectos mineros, particularmente la explotación de plata en la región de Wirikuta, pone en riesgo el ecosistema local, además de la continuidad de la peregrinación.
Según la Revista Latinoamericana de Derecho y Religión, “se ha colocado a este lugar sagrado (wirikuta) en riesgo, así como el cumplimiento de sus tradiciones, leyendas, creencias, religión, es decir, la permanencia y continuidad de la comunidad wixárika”.
Además, la recolección del híkuri, que es considerada una práctica sagrada, sigue siendo ilegal en algunos contextos debido a las leyes sobre drogas en México.
A pesar de que el Código Penal Federal establece excepciones para el uso ceremonial en comunidades indígenas, las autoridades locales a menudo desconocen o no respetan este derecho.
Según el ensayo académico, esto ha llevado a situaciones conflictivas durante la peregrinación, como la detención de los peregrinos y la confiscación de las plantas.
A pesar de estos obstáculos, la ruta Wixárika sigue siendo un pilar fundamental para la identidad cultural del pueblo Wixárika.
Esta ruta no sólo es un acto de fe, sino una afirmación de la resistencia cultural de los pueblos originarios de México.
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