México celebra el 70 aniversario del primer voto de las mujeres en elecciones federales

En un hecho histórico, las leyes en el país le dieron apertura a que todos los ciudadanos pudieran elegir a sus gobernantes, incluido el sector femenino

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Voto femenino en México, el
Voto femenino en México, el derecho a sufragar fue un acto que se logró gracias a la lucha de mujeres como Esther Chapa.

El 3 de julio de 1955 marcó un parteaguas en la historia democrática de México: por primera vez, las mujeres participaron en una elección federal como votantes. Este acto, resultado de años de movilización política y presión social, concretó un derecho que había sido negado a las mujeres durante décadas, y abrió un nuevo capítulo en la vida política del país.

La participación femenina en los comicios de 1955 fue consecuencia directa de una reforma constitucional promulgada el 17 de octubre de 1953, cuando el entonces presidente Adolfo Ruiz Cortines publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto que otorgaba a las mujeres mexicanas el derecho al voto y a ser electas en procesos federales. La modificación al artículo 34 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos reconoció como ciudadanos a las mujeres, en igualdad de condiciones que los hombres.

Aunque algunas entidades del país ya permitían el sufragio femenino en elecciones municipales desde la década de 1930 —notablemente Yucatán, que eligió en 1923 a las primeras diputadas locales—, el reconocimiento federal del voto de las mujeres representó un cambio estructural en el sistema político nacional. El contexto político de la posrevolución y el discurso oficial sobre la modernización del país influyeron en la decisión presidencial, pero también fueron fundamentales las exigencias del movimiento feminista y de agrupaciones como la Federación de Mujeres Universitarias y el Frente Único Pro Derechos de la Mujer.

Miles de mujeres se dieron
Miles de mujeres se dieron cita en las urnas para emitir su sufragio de manera legal.

En los comicios de julio de 1955 se renovó la Cámara de Diputados, y más de tres millones de mujeres acudieron a las urnas, lo que representó aproximadamente el 45 % del electorado registrado. El proceso electoral no solo evidenció el entusiasmo ciudadano por parte de las mujeres, sino que también significó su incorporación formal en la toma de decisiones nacionales. Si bien la participación femenina en términos de candidaturas fue aún limitada —solo una diputada resultó electa, Aurora Jiménez de Palacios, representante del estado de Baja California—, el evento sentó las bases para el avance progresivo en la representación política de las mujeres.

El papel de las mujeres en la política mexicana

Aurora Jiménez, economista y militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue así la primera mujer diputada federal electa en México. Su elección, aunque simbólicamente significativa, fue también reflejo de las limitaciones del sistema político de la época, donde los espacios de poder seguían siendo mayoritariamente masculinos y centralizados.

La cobertura periodística de la jornada electoral de 1955 destacó la afluencia de votantes femeninas en todo el país, con énfasis en entidades como la Ciudad de México, Jalisco y Nuevo León. Crónicas de la época, como las publicadas documentaron largas filas de mujeres que, en algunos casos, votaban por primera vez en su vida. El Instituto Nacional Electoral, que en ese entonces aún no existía como tal, dejó constancia de la participación mediante datos recabados por la Comisión Federal de Vigilancia Electoral.

Pese a los prejuicios, la
Pese a los prejuicios, la lucha por ser incluidas en las decisiones del país dio sus frutos a mediados del siglo XX.

El reconocimiento del sufragio femenino en México fue producto de una lucha de décadas, impulsada por figuras como Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto, Amalia Castillo Ledón y otras activistas que desde inicios del siglo XX abogaron por los derechos políticos de las mujeres. Sin embargo, no fue sino hasta la segunda mitad del siglo que el Estado mexicano accedió a incluir formalmente a las mujeres en la ciudadanía política plena.

A 70 años de aquella jornada electoral, el derecho al voto de las mujeres es un componente esencial de la democracia mexicana. Desde entonces, ha habido avances significativos en la representación política femenina, incluidos mecanismos de paridad de género y reformas electorales que buscan garantizar la inclusión sustantiva en todos los niveles de gobierno.

No obstante, especialistas y organizaciones civiles advierten que la igualdad formal no siempre se traduce en igualdad sustantiva, y que persisten barreras estructurales para el acceso equitativo al poder político. A pesar de ello, la elección federal de 1955 permanece como un símbolo clave del avance democrático en México y del papel central de las mujeres en la vida pública del país.