
En México, el envejecimiento de la población avanza a pasos acelerados, pero sin una estrategia nacional clara ni mecanismos de supervisión adecuados. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), para 2023 el 14.7% de los mexicanos tenía 60 años o más, proporción que aumentará al 20% en 2030 y alcanzará el 27.7% en 2050.
Sin embargo, el país envejece sin preparación, lo que representa una crisis silenciosa con profundas consecuencias humanas.
Improvisar, también es violencia
“Improvisar el cuidado también es una forma de violencia”, advierte Alejandra Solórzano, abogada y directora general de la Fundación DAMADI, quien señala que la falta de políticas públicas específicas ha dado paso a la proliferación de espacios improvisados que prometen ser casas de retiro, pero que operan sin personal capacitado, sin protocolos, sin supervisión médica y, muchas veces, sin respeto a los derechos humanos.
Uno de los principales problemas radica en la confusión entre asilos y casas de retiro:
- Un asilo muchas veces está diseñado para albergar, no para cuidar. Una casa de retiro profesional busca mejorar la calidad de vida, no sólo sostenerla, operan con modelos asistencialistas y recursos escasos
- Las casas de retiro deben contar con estructura, rutinas terapéuticas y atención profesional para garantizar el bienestar integral de los residentes.

A esto se suma la desvinculación emocional y práctica de muchas familias, que optan por dejar a sus familiares en estos espacios sin involucrarse en su seguimiento ni exigir calidad en la atención. Esta indiferencia ha normalizado prácticas negligentes e incluso abusivas, muchas de ellas invisibilizadas bajo la fachada del “cuidado”.
Agenda de cuidados
Ante esta situación, la Fundación DAMADI ha lanzado una campaña nacional para visibilizar la urgencia de establecer una agenda nacional de cuidados para personas mayores. Entre las propuestas destacan:
- Crear estándares mínimos obligatorios para casas de retiro.
- Garantizar financiamiento público para modelos profesionales.
- Implementar supervisión continua.
- Capacitar permanentemente al personal.
- Reconocimiento de los cuidados como un derecho humano y no como un privilegio para quienes pueden pagarlo.
“La vejez no debe vivirse en la sombra. Debe vivirse con presencia, con respeto, con comunidad. No se trata de durar. Se trata de vivir”, concluye la especialista, quien ve en la regulación y profesionalización del cuidado una oportunidad para transformar el trato que México da a sus mayores.
Mientras tanto, miles de personas mayores continúan viviendo en espacios sin regulación, invisibilizadas y alejadas del debate público, en un país que aún no ha decidido cómo quiere que se viva la vejez.

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