Antes de la fama, esta primera actriz trabajó desde niña en labores domésticas por vivir con carencias económicas

La infancia de una reconocida actriz del melodrama mexicano no transcurrió entre luces, escenarios ni libretos. Antes de conquistar la pantalla y convertirse en un referente en las telenovelas, su realidad estuvo marcada por la necesidad, la pérdida y la responsabilidad asumida a una edad temprana.

El golpe más duro llegó con la muerte de su padre. Aquel evento no solo dejó un vacío emocional, sino que detonó una serie de problemas económicos y familiares que cambiarían su destino.

El hombre, un comerciante de raíces árabes y con fama de trabajador, dejó una casa como único patrimonio. Pero la herencia no tardó en convertirse en conflicto. Surgieron hijos no reconocidos, lo que obligó a su madre a dividir lo poco que quedaba.

Sin sustento ni apoyo claro, su madre tuvo que enfrentar sola la crianza de sus hijos. El nombre de esta mujer es María Sorté. Hoy se le reconoce por su trayectoria actoral, pero su origen revela una fortaleza pocas veces contada con tanta sinceridad.

“Mi papá había dejado una casa. De repente salen otros hijos. La casa se tiene que dividir. No tenía medio de subsistencia y ella a trabajar”, relató la actriz durante una conversación íntima con Yordi Rosado.

La situación se agravó cuando, tras una nueva relación, su madre tuvo otros ocho hijos, 10 en total. “No había tele en Ciudad Camargo”.

Desde pequeña entendió que no bastaba con estudiar; también tenía que trabajar. “Ayudaba en una casa. Barría, hacía lo que fuera”, confesó. A cambio, recibía una pequeña dotación de fruta, lo cual para ella representaba un símbolo de contribución al hogar.

“Regresaba con una cosita donde guardas fruta y ya me sentía la proveedora”, recordó con humildad.

Lo que para otros niños sería apenas un juego o una distracción, para Sorté era una forma de apoyar a su madre, quien luchaba contra el abandono de una pareja poco comprometida con la crianza de los menores.

“Fue una situación económica muy difícil para mi mamá. Imagínate, luchando sola contra el mundo para sacar adelante a todos los hijos”, subrayó.

El caso de María Sorté ilustra la otra cara de la fama. Esa que no se forja con suerte o contactos, sino con temple. La vida le impuso responsabilidades prematuras, pero también le brindó una visión clara sobre el esfuerzo y la resiliencia.