
Entrar a casa sin quitarse los zapatos es una práctica común en muchas culturas occidentales, sin embargo, diversos estudios científicos han puesto bajo la lupa esta costumbre aparentemente inofensiva.
La evidencia
Las evidencias apuntan a que mantener los zapatos puestos dentro del hogar podría representar un riesgo para la salud, al convertirse en vehículos de bacterias, contaminantes y agentes potencialmente dañinos.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Arizona, la suela del calzado puede albergar más de 400 mil bacterias, incluyendo organismos como Escherichia Coli, Clostridium difficile y otras cepas resistentes. Estos microorganismos suelen provenir de superficies contaminadas en la calle, parques, baños públicos o incluso restos fecales de animales.
“Los zapatos actúan como una especie de esponja. Recogen de todo, desde metales pesados hasta pesticidas y residuos orgánicos”, explica el microbiólogo Charles Gerba, autor del estudio.
― El 96% del calzado analizado tendría algún tipo de materia fecal. ―
Además de bacterias, también se ha comprobado que los zapatos transportan toxinas ambientales como plomo y bifenilos policlorados (PCB), sustancias que pueden adherirse a las suelas y luego liberarse en alfombras, pisos y tapetes, especialmente en hogares con niños pequeños que gatean o juegan en el suelo. La exposición prolongada a estas sustancias puede afectar el sistema nervioso y endocrino.

Más evidencia
Por otro lado, un artículo publicado en la revista Environmental Science & Technology detalla cómo el uso del calzado en interiores puede aumentar significativamente la presencia de alérgenos como el polen, esporas de moho y polvo fino, lo cual puede agravar condiciones respiratorias como el asma o la rinitis alérgica; en sí un peligro en casa.
Los expertos coinciden en que quitarse los zapatos al entrar al hogar no solo es una práctica higiénica, sino también una forma efectiva de reducir la carga microbiana dentro del ambiente doméstico. Algunas recomendaciones incluyen disponer de una zona específica en la entrada para dejar el calzado, utilizar pantuflas o calcetas limpias, y limpiar regularmente los pisos con productos desinfectantes.
En países como Japón, Corea del Sur o Finlandia, esta medida se considera parte de la rutina diaria y es vista como una señal de respeto hacia el espacio habitable. En occidente, aunque la costumbre aún no está generalizada, cada vez más personas adoptan esta práctica como parte de un estilo de vida saludable y consciente.
La evidencia actual sugiere que quitarse los zapatos puede ser una medida simple y efectiva para preservar un entorno más limpio y seguro, de no meter el tiburón a casa.
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