Así es el desierto mexicano donde se hizo el experimento que predijo el destino del único sobreviviente de la tragedia en Air India

La inesperada supervivencia de Vishwash Kumar Ramesh, único pasajero ileso del accidente aéreo de Air India ocurrido el 12 de junio de 2025, atrajo la atención mundial tanto por la magnitud de la tragedia como por el lugar donde el vuelo terminó su trayecto, un edificio residencial en Amedabad.

Ramesh, de 40 años, viajaba en el asiento 11A, junto a una salida de emergencia, cuando el Boeing 787-8 Dreamliner, que cubría la ruta Ahmedabad-Londres, se precipitó a tierra poco después del despegue.

Medios británicos como el Daily Mail resaltaron el hecho de que el único superviviente viajaba en una ubicación clave dentro de la aeronave, mientras que las otras 241 personas a bordo perdieron la vida.

El caso cobró nuevas dimensiones cuando recordaron un experimento que se realizó en 2012, en el cual un Boeing 727-200 fue estrellado de manera controlada en el desierto de Sonora para un documental, con el fin de estudiar la dinámica de los accidentes aéreos y las zonas del avión que ofrecen más posibilidades de supervivencia.

El desierto de Sonora se extiende por el norte de México y el suroeste de Estados Unidos, comprendiendo zonas de Arizona, California y el estado mexicano de Sonora, según datos de la Secretaría de Agricultura Ganadera, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA). Con una superficie aproximada de 311,000 kilómetros, se encuentra entre los de mayor tamaño y temperaturas más elevadas a nivel mundial.

En varias áreas de este lugar, las lluvias pueden ser tan escasas que pueden pasar hasta cinco años sin precipitaciones, y existen zonas donde la media anual de agua no supera los 250 milímetros.

A pesar de esta aridez extrema, el ecosistema mantiene una notable diversidad de especies, tanto vegetales como animales. Entre las plantas características se encuentra el cactus sahuaro, capaz de alcanzar hasta 15 metros de altura a lo largo de dos siglos, junto con otras especies como el palo blanco, palo fierro, torote y palo verde.

La fauna local incluye ejemplares como el borrego cimarrón y el venado bura. Durante los períodos secos, el paisaje puede parecer desolado y falto de vida, aunque tras las lluvias la vegetación responde de manera sorprendente: los cactus florecen y las plantas rejuvenecen gracias a sus adaptaciones, como maderas resistentes y sistemas de raíces profundas que buscan agua subterránea.

En 2012, la Laguna Salada, dentro del desierto de Sonora, en Baja California, México, fue seleccionada para el destacado experimento que implicó el impacto del Boeing 727, dicha ubicación resultó idónea debido a su aislamiento y a las restricciones en Estados Unidos para realizar este tipo de pruebas.

La elección garantizó la seguridad de la población y la infraestructura, facilitando el despliegue de equipos técnicos y científicos para la investigación sobre los efectos del choque.

El 27 de abril de 2012, un Boeing 727-200 despegó del aeropuerto de Mexicali con una misión insólita, estrellarse deliberadamente en el desierto de Sonora. El experimento, documentado por Discovery Channel y Channel 4 bajo el nombre The Plane Crash, tuvo como propósito estudiar el comportamiento de una aeronave y sus ocupantes durante un accidente real.

“Nos tomamos hasta la hora 12 del último día para conseguirlo”, relató al Los Angeles Times el doctor Tom Barth, investigador biomecánico de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), refiriéndose a la compleja logística que implicó coordinar el evento.

Inicialmente, el gobierno de Estados Unidos negó el permiso para realizar la prueba en su territorio, por lo que los realizadores recurrieron a México. Eventualmente, las autoridades mexicanas autorizaron el experimento bajo estrictas condiciones, debido al sobrevuelo de áreas pobladas, el avión debía ser pilotado por humanos hasta entrar en espacio seguro.

A bordo viajaban seis personas, incluido el capitán Jim Bob Slocum, quienes abandonaron el avión en etapas mediante paracaídas, asistidos por un equipo de seguridad aérea. Tras recorrer unos 130 kilómetros, el control fue cedido al piloto remoto Chip Shanle, ex aviador de la Marina, encargado de apagar los motores y guiar la nave hacia el impacto.

La colisión ocurrió poco después en la Laguna Salada, las cámaras captaron el momento exacto en que el morro del Boeing se incrustó en la arena a 225 km/h, descendiendo a 460 metros por minuto. La sección frontal del fuselaje se desintegró, mientras otras partes como el tren de aterrizaje se desprendían.

De acuerdo con el medio especializado en aviación Simple Flying, el daño ocurrió mientras la nave volaba a 225 kilómetros por hora y descendía a 460 metros por minuto. El objetivo no era sólo televisivo, sino científico, evaluar con maniquíes de prueba cómo se distribuyen las lesiones dentro del avión y qué lugares ofrecen mayores posibilidades de sobrevivir.

Los resultados revelaron que los pasajeros ubicados sobre las alas sufrirían heridas graves, como fracturas, pero podrían sobrevivir, mientras que los que viajaban en la parte trasera tendrían aún mayores probabilidades de salir con vida.

El experimento ocurrido en 2012 dejó claro que, en caso de una colisión, la forma del impacto y la ubicación en la cabina influyen drásticamente en el destino de los ocupantes, como el caso del Kumar Ramesh, quien reveló a Daily Mail que logró desabrocharse el cinturón y salir caminando de la tragedia.