La historia del condón más viejo del mundo: una “obra de arte” exhibida en Ámsterdam

Fabricado en 1830 y adquirido recientemente en una subasta, el artículo ilustra un grabado inspirado en un relato de la mitología griega

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Rijksmuseum de Ámsterdam exhibe un
Rijksmuseum de Ámsterdam exhibe un preservativo realizado alrededor de 1830. (EFE/ Rijksmuseum Albertine Dijkema)

Un preservativo de casi dos siglos de antigüedad, fabricado alrededor de 1830, se ha convertido en una de las piezas más llamativas de una exposición sobre sexualidad y prostitución del siglo XIX en el Rijksmuseum de Ámsterdam. Dicho objeto, elaborado probablemente a partir del apéndice de una oveja, incluye un grabado erótico que representa a una monja semidesnuda y tres clérigos con sus genitales expuestos.

De acuerdo con información proporcionada por la agencia de noticias Agence France-Presse (AFP), el museo lo adquirió por un precio de mil euros en una subasta celebrada en noviembre de 2024 cerca de Haarlem, Países Bajos, y según el comunicado del Rijksmuseum, existe la posibilidad de que haya sido un souvenir de un burdel de lujo en Francia, siendo uno de los dos únicos ejemplares conocidos en el mundo.

Así mismo, el documento detalló que el preservativo, cuya medida es de 20 centímetros de largo, se encuentra en perfecto estado y nunca ha sido utilizado, según pruebas realizadas con rayos ultravioleta.

Esta peculiar pieza se integra a una colección de más de 750 mil grabados y dibujos del museo, convirtiéndose en el primer ejemplo de esta técnica artística sobre un condón dentro de su acervo, siendo exhibido en una muestra temporal que estará abierta al público hasta noviembre de 2025.

¿Cuál es el mito griego en el que se inspira el grabado?

El Juicio de Paris en
El Juicio de Paris en el Museo del Prado, Madrid. (Peter Paul Rubens/WikiCommons)

En el comunicado oficial, el Rijksmuseum describió al singular objeto como una pieza que “representa tanto el lado lúdico como el serio de la salud sexual”, por lo que ganó su lugar en la muestra cultural que explora ampliamente dicho tema en tiempos pasados.

Sumado a ello, como parte de su valor artístico-cultural, la curadora del museo, Joyce Zelen, explicó que la ilustración de la monja señalando con el dedo a uno de los hombre frente a ella, y la inscripción en francés que aparece en el objeto, “Voila, mon choix” (“Así es, esta es mi elección”), hace referencia al mito griego del Juicio de Paris, una historia que inspiró la pintura homónima de Pierre-Auguste Renoir.

Según la Enciclopedia Digital Historia Arte (HA!), el mito en cuestión se origina en el contexto de las nupcias de Peleo y Tetis, celebración a la que no fue invitada Eris, la diosa de la Discordia. En señal de resentimiento, decidió lanzar una manzana dorada al banquete con la inscripción “para la más bella”, un gesto que encendió una disputa entre Hera, Atenea y Afrodita, tres de las deidades femeninas más poderosas del Olimpo, cada una convencida de ser la destinataria legítima del fruto.

Ante el conflicto, Zeus, reacio a tomar partido, delegó la decisión al príncipe Paris, hijo del rey Príamo de Troya. Para inclinar la balanza a su favor, las diosas le ofrecieron diversos regalos; Hera, por ejemplo, le prometió poder político, Atenea sabiduría y Afrodita, el amor de la mujer más hermosa del mundo. Paris, seducido por la última propuesta, eligió esa opción.

Afrodita cumplió su promesa y le concedió el amor de Helena, considerada la mujer más bella de Grecia, sin embargo, ya estaba casada con Menelao, el rey de Esparta, lo cual desencadenó el conflicto conocido como la Guerra de Troya.

¿Cómo eran los condones en la antigüedad?

El objeto podría haber sido
El objeto podría haber sido un artículo exclusivo en burdeles de lujo en Francia, representando una mezcla de arte, historia y tabúes sexuales de la época. (AP)

Según un artículo publicado en la Revista India de Urología (Indian Journal of Urology) y difundido en el sitio web de la Librería Nacional de Medicina del Centro Nacional para la Información Biotecnológica de Estados Unidos, los condones del siglo XVIII eran comúnmente fabricados con intestinos de cordero o cabra. Estos eran elaborados por carniceros, quienes sabían cómo aprovechar la resistencia natural del material.

Aunque rudimentarios, estos preservativos fueron fundamentales para la prevención de enfermedades venéreas, como la sífilis, y contribuyeron a una notable disminución en la tasa de natalidad en países como Inglaterra. Según National Geographic, estos artículos eran vendidos clandestinamente en burdeles, barberías e incluso sastrerías de lujo, que los confeccionaban a medida.

Durante el siglo XVII, su uso ya estaba documentado, pero aún generaba rechazo, especialmente por parte de la Iglesia; algunos clérigos, como el jesuita Leonardus Lessius, consideraban su uso un pecado y una práctica inmoral. No obstante, evidencia encontrada en el castillo de Dudley, cerca de Birmingham, indica que ya en 1640 se utilizaban fundas hechas con intestino de pescado y otros animales.

Durante la Guerra Civil Inglesa, el ejército del rey Carlos I empleaba estos dispositivos para evitar la propagación de enfermedades entre los soldados. Más adelante, el propio Carlos II, preocupado por la cantidad de hijos ilegítimos asociados a su nombre, recibió la recomendación de usar preservativos confeccionados por su médico personal.

Este personaje, conocido como el coronel Condom, podría haber dado origen al término moderno, aunque existen otras teorías etimológicas. Según la publicación india, algunos sostienen que proviene del latín condus (receptáculo) o del persa kemdu, que se refiere a un intestino largo utilizado para almacenar.

Aún así, la palabra “condón” apareció por primera vez en el diario del médico Daniel Turner, y se hizo común tras su inclusión en un diccionario del inglés vernáculo londinense en 1785. Curiosamente, el nombre del dispositivo también ha sido motivo de disputas entre franceses e ingleses, ya que mientras en Francia se le conocía como Redingote Anglaise (impermeable inglés), en Reino Unido se le denominaba French Letter (carta francesa), en un intercambio irónico de culpabilidad cultural.