
Actualmente hay un importante debate en Monterrey con respecto a las obras que forman parte de la segunda etapa del Viaducto Elevado Morones Prieto, pues parte de la infraestructura que lo sostendrá se construirá sobre el cauce del Río Santa Catarina. El debate se centra en prioridades: por un lado, están quienes piden privilegiar la infraestructura vial de la una ciudad de alrededor de 5 millones de habitantes y, con ello, mejorar la calidad de vida de la población; por el otro lado, aquellos que buscan conservar un espacio declarado como Área Natural Protegida Estatal, que alberga flora y fauna, incluidas 25 especies protegidas, y que ha demostrado ser trascendental para contener inundaciones en la ciudad.
Sin duda, es muy difícil encontrar un balance entre ambas posturas, pues ambas tienen puntos importantes, por lo que buscar ejemplos de lo que se ha hecho en otras partes del mundo puede ayudar a fijar postura.
Uno de los casos más paradigmáticos es la restauración del Río Cheonggyecheon en Seúl, la capital del Corea del Sur. Dicho cuerpo de agua fue cubierto por una autopista elevada de varios carriles durante varios años, sin embargo, en 2003 el gobierno coreano decidió revertirlo y transformarlo en un parque público lineal de 10.9 kilómetros de longitud, con vegetación ribereña, senderos peatonales y áreas de recreación. Con las obras, además de revitalizar un espacio urbano degradado, los seulenses se dieron cuenta que mejoró la calidad del agua, aumentó la biodiversidad y se creó un nuevo pulmón verde en el corazón de una ciudad que alberga a cerca de 10 millones de habitantes.
Otro ejemplo interesante se encuentra en Madrid, España, con el proyecto Madrid Río que consistía en soterrar la autopista M-30 y, con ello, liberar las riberas del río Manzanares para crear un parque urbano que conecta barrios antes separados. Esta iniciativa ha sido reconocida internacionalmente por su enfoque en la sostenibilidad y la mejora de la calidad de vida urbana.

Volviendo al tema del Río Santa Catarina en Monterrey, si bien es innegable la urgencia de mejorar la movilidad en una metrópoli en constante crecimiento, la solución elegida parece priorizar la infraestructura vehicular sobre la ecología.
La construcción de alrededor de 250 columnas de concreto en el cauce del río puede alterar el flujo natural del agua y, con ello, incrementar el riesgo de inundaciones. Apenas el año pasado, en junio, hubo desbordes en la Avenida Morones Prieto y hace unas semanas las crecidas afectaron la Colonia Caracol, donde incluso tuvieron que ser rescatadas personas en situación de calle. Estas crecidas refuerzan la importancia del Río como barrera natural contra inundaciones.
Además, la sombra proyectada por la estructura elevada y la alteración del hábitat ribereño pueden tener efectos negativos en la flora y fauna local, disminuyendo la biodiversidad y la capacidad del río para funcionar como un corredor ecológico.
Comparativamente con los ejemplos de Seúl y Madrid, la obra en el Río Santa Catarina parece carecer de una visión integral que busque la armonía entre la infraestructura vial y el ecosistema fluvial. Mientras que otras ciudades han optado por la restauración de ríos cubiertos o la integración de espacios verdes en las riberas, Monterrey parece estar consolidando una visión del río como un mero canal sobre el cual se puede construir. La oportunidad de crear un espacio público valioso, de mejorar la calidad ambiental y de fomentar la conexión de la ciudadanía con su Río parece estar siendo desaprovechada en favor de una solución vial que podría tener consecuencias ambientales negativas a largo plazo.
Es fundamental que las autoridades y la sociedad civil en Monterrey reflexionen sobre el modelo de desarrollo urbano que se está implementando. ¿Se está priorizando una solución a corto plazo para la movilidad a expensas de la salud del ecosistema fluvial y de la calidad de vida de los ciudadanos a largo plazo? ¿Se están explorando alternativas de infraestructura vial que puedan integrarse de manera más sensible con el entorno natural, aprendiendo de las experiencias exitosas en otras partes del mundo?
La construcción de ciudades resilientes y sostenibles requiere una visión que vaya más allá de la mera infraestructura gris y que reconozca el valor intrínseco de los ecosistemas fluviales como elementos vitales del paisaje urbano. El Río Santa Catarina no debería ser una cicatriz de concreto, sino una vena de vida integrada al corazón de Monterrey.
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