
La Calzada Ignacio Zaragoza funciona como el principal corredor de entrada y salida entre la capital de la república y el Estado de México, especialmente hacia los municipios de Nezahualcóyotl, Los Reyes La Paz, Chimalhuacán e Ixtapaluca. Además conecta con la carretera federal y autopista México-Puebla.
La Calzada Ignacio Zaragoza es una de las principales arterias viales del oriente de la Ciudad de México, sin embargo, enfrenta problemas recurrentes de encharcamientos e inundaciones durante la temporada de lluvias
La ubicación topográfica de la Calzada Ignacio Zaragoza es uno de los principales factores. La vialidad se encuentra en una de las zonas más bajas de la cuenca del Valle de México, específicamente en las alcaldías de Iztapalapa, Iztacalco y Venustiano Carranza.

La depresión hace que la Calzada Ignacio Zaragoza reciba agua proveniente de áreas más altas, como Santa Martha Acatitla, San Lorenzo Tezonco y el Cerro de la Estrella, lo que genera acumulaciones rápidas durante lluvias intensas. Además, la pendiente mínima hace difícil el desalojo eficiente de los encharcamientos, a causa de la gravedad.
Otro factor que produce inundaciones la Calzada Ignacio Zaragoza es la insuficiencia y sobrecarga del sistema de drenaje en la zona. Gran parte de la infraestructura de alcantarillado data de mediados del siglo XX y fue diseñada para una menor densidad poblacional y un volumen pluvial más reducido.
Con el crecimiento urbano acelerado en el oriente de la Ciudad de México, el drenaje se ha visto saturado. A esto se suma la mezcla de aguas residuales y pluviales en los mismos colectores, lo que agrava la situación durante tormentas. Además, la acumulación de basura y escombros en las coladeras, producto de la actividad comercial y habitacional en la zona, obstruye el flujo normal de la lluvia, intensificando los encharcamientos.

Además, estudios indican que en tramos como Santa Martha, Guelatao y Canal de San Juan del la Calzada Ignacio Zaragoza, el suelo se hunde entre 20 y 30 centímetros por año debido a la sobreexplotación del acuífero del Valle de México. Este hundimiento no solo deteriora el pavimento y las tuberías, sino que también genera depresiones en el asfalto donde el agua se acumula.
La infraestructura vial deprimida, como los pasos vehiculares que cruzan con el Periférico Oriente o la Línea A del Metro, es otro factor a considerar. Estas áreas funcionan como cuencas cerradas que, sin sistemas de bombeo adecuados o mantenimiento constante, se convierten en puntos de acumulación de agua durante lluvias intensas.

El impacto del cambio climático también ha intensificado la frecuencia y severidad de las lluvias en la Calzada Ignacio Zaragoza. En los últimos años, se han registrado precipitaciones que superan los 30 milímetros en menos de una hora, un volumen que excede la capacidad de respuesta de los sistemas de drenaje tradicionales.
Además, la Calzada Ignacio Zaragoza, al estar completamente asfaltada y sin áreas verdes ni sistemas de captación pluvial naturales, cuenta con una superficie impermeable que canaliza el agua hacia los puntos más bajos, lo que aumenta las inundaciones.
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