
Nadar en una alberca compartida puede ser una actividad recreativa, y es bastante común durante estos días de Semana Santa.
Sin embargo, también representa ciertos riesgos para la salud si no se toman las medidas adecuadas de higiene, sobre todo, si se trata de una alberca que se comparte con muchas personas.
Para reducir el riesgo de contraer estas enfermedades, es importante que los usuarios de las albercas sigan ciertas recomendaciones: ducharse antes de ingresar al agua, evitar nadar si se tienen diarrea o infecciones abiertas, usar sandalias en áreas húmedas y evitar tragar agua de la alberca.
La higiene personal y un buen mantenimiento pueden marcar una gran diferencia en la prevención de estas afecciones.
Las enfermedades de las albercas

1. Infecciones gastrointestinales
El agua de las albercas, especialmente cuando no está clorada correctamente o contiene residuos de materia fecal, puede estar contaminada con microorganismos como Escherichia coli, Shigella o Cryptosporidium. Estos patógenos pueden causar diarrea, dolor abdominal, fiebre y vómitos si el agua contaminada es ingerida accidentalmente.
2. Otitis externa (o “oído de nadador”)
La otitis externa es una infección del canal auditivo externo, causada principalmente por la acumulación de agua contaminada en el oído, lo que facilita el crecimiento de bacterias como Pseudomonas aeruginosa. Los síntomas incluyen dolor de oído, hinchazón, enrojecimiento y secreción.
3. Infecciones en la piel
Compartir una alberca con muchas personas puede exponer la piel a bacterias y hongos. Por ejemplo, el pie de atleta (tiña del pie), causado por hongos como Trichophyton, se transmite fácilmente en áreas húmedas alrededor de la alberca. Otra afección común es la foliculitis bacteriana, una irritación de los folículos pilosos que provoca enrojecimiento, picazón y pequeños granos.
4. Conjuntivitis

El agua contaminada puede introducir bacterias o virus en los ojos, lo que causa conjuntivitis infecciosa. Esta condición provoca enrojecimiento, picazón, lagrimeo y secreción ocular. También puede ser resultado de una reacción química si el cloro no está equilibrado correctamente.
5. Verrugas plantares
Las verrugas plantares, causadas por el virus del papiloma humano (VPH), son frecuentes en quienes caminan descalzos en las áreas comunes alrededor de las albercas, como vestidores o duchas. Este virus penetra en la piel a través de pequeñas lesiones.
6. Problemas respiratorios
Los vapores de cloro, especialmente en albercas cerradas, pueden irritar las vías respiratorias, causando tos, dificultad para respirar o exacerbaciones del asma en personas sensibles. En algunos casos, microorganismos aerosoles, como bacterias del género Legionella, pueden desencadenar síntomas respiratorios tras su inhalación.
7. Irritaciones químicas
El desbalance en los niveles de cloro o el uso excesivo de otros productos químicos puede causar irritación en la piel, ojos y vías respiratorias. Por esta razón, la calidad del agua debe ser monitoreada constantemente.
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