De alimentar perros con restos humanos a buscar perdón y aceptación: la historia de Dahen “El Perro”

Los 16 años que lleva recluido le han hecho buscar una nueva forma de reinsertarse en la sociedad y enmendar todos los errores que hizo en una vida de “lobo solitario” y con carencias de todo tipo

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Dahen Guevara "El Perro" tiene
Dahen Guevara "El Perro" tiene que cumplir una condena de 53 años por el asesinato de un joven después de una extorsión | Foto: Youtube / Penitencia, Saskia Niño de Rivera

“Ustedes, cuando ven en la calle a un perro, lo patean, lo golpean, lo queman... se burlan. Lo ven como un hobby p un diversión, pero, cuando él muerde, todo el mundo lo quiere matar", es la explicación que Dahen Guevara le da al apodo que lo ha acompañado desde que era solo un niño. Ahora que ha cumplido los primeros 16 de los 53 años de sentencia que se le han conferido, su objetivo es claro: revindicar su papel ahora como convicto y dejar atrás el pasado lleno de, y como él mismo lo dice, “malas decisiones”.

En conversación con la activista Saskia Niño de Rivera, Dahen asegura que su búsqueda por una nueva reinserción social se ha centrado en realizar actividades cotidianas como el lavar ropa y proporcionar cobijas a los custodios. Todo esto, a pesar de la cantidad de problemas emocionales que acarrea y el diagnostico de condiciones como disociación y rasgos de personalidad múltiple, lo que ha llevado a que sus reacciones sean violentas ahora y desde que era pequeño.

De la psicología forense a
De la psicología forense a 'explotar las historias de presos' para un podcast; este es el currículum de Saskia Niño de Rivera (Foto: Infobae México/ Jesús Aviles)

La sola compañía de un Alaska Malamute

Con tan solo 12 años de edad, las calles y un perro fue la única compañía que estuvieron con Guevara en sus momentos más vulnerable como solo un infante. A eso, cuenta, se suma el vivir con un padre alcohólico y desesperado por el desempleo, así como una madre que “hacia de todo” para sacar adelante a toda su familia. No obstante, ambos tenían un postura muy dura con él, al punto de mostrar un total desdén y “correrlo” por sentir incomodidad al vivir con él.

El encuentro con Sergio Corona Mondragón y el inicio de las “cosas malas”

En su andar como una persona en situación de calle, “El Perro” tuvo su primer encuentro con un sujeto al que nombra su “padrino”: Sergio Corona Mondragón. Este hombre lo llevó para darle un nuevo estilo de vida y sacarle de la precariedad en la que se encontraba.

La propuesta del hombre fue volverlo un “perro/lobo” mientras servía para ganarse unos cuantos pesos. Sin embargo, esos términos, según cuenta el propio Dahen, fueron solo el comienzo de ver distintas escenas que prefiere no relatar. Desde limpiar, lavar, cocinar hasta extorsionar y tener que llevar cuerpos y restos humanos sin siquiera saberlo. El punto de las aberraciones fue haber alimentado a perros con restos humanos.

Malamute de Alaska mostrando su
Malamute de Alaska mostrando su pelaje denso y su porte majestuoso - (Imagen Ilustrativa Infobae)

El ingreso a la milicia y un preparatoriano aislado

El trato con sus compañeros era como el de una persona noble y apacible, pero no podía borrar el pasado. Así pues, “El Perro” tuvo que lidiar con comportamientos aislados y antisociales.

Intentó un giro en su vida: se enlistó en la milicia. Soñaba con disciplina, estructura, un nuevo comienzo. Pero como él mismo lo resume, fue “el peor error de su vida”. Las huellas de la violencia se profundizaron. Participó en operativos, sufrió heridas y, al salir por baja médica, volvió a una sociedad a la que ya no pertenecía.

La entrega y el tenerse a sí mismo

Inestable y sin rumbo nuevamente, fue empleado en una agencia de seguridad. No pasó mucho tiempo antes de que su carácter explosivo y su pasado lo alcanzaran. Una extorsión, un video comprometedor y un disparo en un momento de confusión lo llevaron al borde definitivo. Huyó, pero despertó en Hidalgo con la certeza de que su historia necesitaba una pausa. Se entregó sin dudarlo dos veces.

(Imagen Ilustrativa Infobae)
(Imagen Ilustrativa Infobae)

“No se lo deseo ni a mi peor enemigo”

El hablar de la cárcel para Dahen no es cosa fácil. La reivindicación hoy lleva más tiempo y espera cumplir la condena hasta 2053. La respuesta es serena y sin un ánimo de venganza:“No se lo deseo ni a mi peor enemigo”.

Desde su celda, lanza una advertencia: “Nadie está exento de vivir aquí”. Porque, más allá del apodo, del prontuario o la violencia, Dahen es el reflejo de un sistema que falla desde el origen. Su historia no es solo la de un criminal, sino la de un niño sin futuro que aún busca un poco de perdón y cree en que la sociedad puede darle una “segunda oportunidad”.