
El volcán Citlaltépetl, conocido también como Pico de Orizaba, ha captado nuevamente la atención debido a recientes declaraciones del investigador Hugo Delgado Granados, del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde sugirió que la reducción de la masa del glaciar Jamapa podría no ser sólo consecuencia del cambio climático, sino un posible incremento en la actividad volcánica.
Durante la mesa de trabajo “Glaciares, cambio climático y gestión local de caudales hídricos”, organizada por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (COUS) de la UNAM, Granados advirtió que los tres glaciares restantes en México, ubicados en el Citlaltépetl, el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, podrían desaparecer en los próximos cinco años. En el caso del Citlaltépetl, explicó que, aunque el glaciar se encuentra por encima de la línea de equilibrio a cinco mil 300 metros de altitud, su masa ha disminuido drásticamente, pues en los últimos cinco años, se ha perdido el 20 % de su tamaño, dejando al descubierto el basamento rocoso.
Según el investigador, “parece que el volcán quiere despertar y hay claros indicios de un incremento de la actividad del Pico de Orizaba”, un gigante activo en el territorio mexicano, pero con un periodo de reposo prolongado.
¿Cuándo fue la última vez que hizo erupción?

El Citlaltépetl, cuya cima delimita la frontera entre los estados de Veracruz y Puebla, es el volcán más alto de México, con una altitud de 5.636 metros sobre el nivel del mar. Este estratovolcán, cuyo nombre en náhuatl significa “Montaña de la Estrella”, forma parte de la Faja Volcánica Transmexicana y ha sido testigo de importantes episodios eruptivos a lo largo de la historia.
Según el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), las erupciones más destacadas del Citlaltépetl ocurrieron entre 1533 y 1539, con emisiones de ceniza, y en 1545 y 1566, cuando se registraron flujos de lava y ceniza. Posteriormente, en los años 1569, 1589, 1687 y 1847, se documentaron nuevas emisiones de residuo inorgánico obtenido por la combustión.
La última actividad significativa tuvo lugar entre 1864 y 1867, cuando se observaron fumarolas y emisiones de ceniza. Aunque los reportes históricos indican que la última erupción importante ocurrió en 1687, se han registrado eventos menores en tiempos más recientes, como los movimientos sísmicos.
Con el objetivo de monitorear la actividad del Citlaltépetl y mitigar los riesgos asociados, el Servicio Sismológico Nacional (SSN), la Universidad Veracruzana (UV) y el Cenapred inauguraron en septiembre del año pasado la tercera estación sismo-vulcanológica en el Parque Nacional Pico de Orizaba. Esta instalación, ubicada a 4.170 metros sobre el nivel del mar en el municipio de La Perla, permite realizar monitoreos geofísicos en tiempo real.
El 20 de febrero de 2025 a las 17:49 horas, por ejemplo, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) registró un sismo de magnitud 2.4 en las inmediaciones del volcán Citlaltépetl, un movimiento telúrico, detectado al noroeste de Coscomatepec, Veracruz, que forma parte de una serie de 32 eventos sísmicos ocurridos en un radio de 20 kilómetros desde la cima del volcán entre 2024 y la fecha del fenómeno.
¿Cuáles serían las consecuencias si volviera a hacer erupción?

De acuerdo con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), el Citlaltépetl es un volcán activo y de alto riesgo, ya que más de 750 mil personas habitan en un radio de 40 kilómetros desde su cráter. En caso de que el volcán ingresara en una fase eruptiva similar a la ocurrida hace nueve mil años, se estima que un área de dos mil 500 km² podría quedar devastada, afectando numerosos asentamientos y tierras agrícolas.
Los lahares, flujos de escombros y agua, podrían generarse por la fusión del hielo del glaciar en la cumbre debido al paso o depósito de material piroclástico, o como resultado de lluvias extraordinarias y seguirían principalmente los cauces de los ríos Jamapa, Coapa y Tliapa. En este panorama, de acuerdo con el Cenapred, un flujo de magnitud algo mayor al registrado en 1920 representaría una seria amenaza para poblaciones como Coscomatepec, e incluso podría alcanzar la ciudad de Orizaba si circulara a través de los sistemas de drenaje Metlac-Orizaba o Carbonera-Río Blanco, pues según los análisis, la altura de la ola de escombros podría llegar a los 16 metros.
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