
Algunos de los capos más destacados de la vieja escuela ―como Rafael Caro Quintero, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán o Ismael ‘El Mayo’ Zambada― compartieron una infancia similar: entornos pobres sin acceso a servicios básicos, familias grandes de escasos recursos y nulas posibilidades de acceder a la educación. Sin embargo, en la historia del narcotráfico mexicano hay quienes también gozaron de estabilidad económica, como los Arellano Félix o Sandra Ávila Beltrán, mejor conocida como la ‘Reina del Pacífico’.
Reconocida por ser una de las pocas mujeres conocidas por haber ingresado al negocio de las drogas, la historia de Ávila Beltrán es de las que más llaman la atención y no sólo por ser sobrina de Miguel Ángel Félix Gallardo, fundador del Cártel de Guadalajara, sino porque ella misma confirmó la mayoría de los datos personales que se han hecho públicos.
Por ejemplo, durante su estancia en el penal de Santa Martha Acatitla, ubicado en la capital del país, la ‘Reina del Pacífico’ accedió a ser entrevistada por el periodista Julio Scherer García. En sus encuentros relató cómo había sido su vida amorosa, su percepción sobre el narcotráfico, la violencia y la muerte, pero un tema destacó sobre los demás: su infancia.

Ávila Beltrán, la mujer que “lo tenía todo”
En su libro ‘La Reina del Pacífico: es la hora de contar’, Scherer dio a conocer que Ávila Beltrán pasó su infancia en Tijuana, Baja California, la misma ciudad que la vio nacer el 11 de octubre de 1960.
Como la mayoría de las familias mexicanas de aquella época, sus padres decidieron procrear a siete hijos en total, quienes gozaban de un gran casa que les permitía tener una habitación a cada una y uno de ellos. De acuerdo con las declaraciones de la ‘Reina del Pacífico’, el inmueble tenía billar, alberca, luz y espacios para todos.
“Teníamos dinero, buena ropa, buena comida, buenas escuelas y fiestas muy bonitas, como las de Navidad. Nos llenábamos de familia, de tíos, de primos, mi abuela paterna, que era la anfitriona, y otros parientes de Estados Unidos.
Nos llevaban de vacaciones a Culiacán para disfrutar de los ranchos, de los ríos, de los animales. Comprábamos dulces, a la piñata le dábamos con un palo, tronábamos cohetes (...). Había una banda que tocaba, muy alegre. El Recodo, se llamaba. Todo me resultaba fascinante”, relató.

Los ingresos, según dio a conocer, provenían de los negocios de su padre: dos ferreterías enormes que ofertaban varilla y cemento proveniente de Japón. La familia Ávila Beltrán también poseía un rancho en Culiacán, Sinaloa, donde tenían cabezas de ganado y caballos de carrera.
“Nos proporcionó una vida muy buena. Le daba joyas a mi mamá, que mi mamá me iba regalando. Ahí comenzó mi gusto por las alhajas”, confesó en 2007.
Otro dato que destaca de la familia de la ‘Reina del Pacífico’, según relató, es que todos los hijos de dicho matrimonio tuvieron acceso a la educación superior. Ella decidió estudiar Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) con el objetivo de convertirse en periodista. Sin embargo, su sueño nunca se cumplió.
Pero la ahora ex narcotraficante también padeció desdichas durante los primeros años de su vida.
La muerte, “tristeza y susto”
Cuando Ávila Beltrán tenía sólo nueve años de edad, su familia vivió un episodio sumamente duro, la muerte de su hermana menor, quien era cinco años menor que ella.
“La muerte me trajo tristeza y susto. Mi mamá lloraba mucho, mi papá también. Mi mamá la pasaba encerrada y cuando dejaba su cuarto la veíamos llorar. Duramos un año sin televisión, sin prender el radio, sin abrir las cortinas. Así nos tenían a todos”, reveló.
Otro hecho que marcó los primeros años de vida de la ‘Reina del Pacífico’ fue la desaparición de uno de sus tíos, de 34 años. El hombre fue visto por última vez en Culiacán, resultado de la violencia que atravesaba al país. Sin saberlo, otras situaciones la esperaban en su adultez.
Ávila Beltrán se casó dos veces. Su primer matrimonio fue con Luis Fuentes Jiménez ―con quien tuvo a su único hijo―, el segundo con Rodolfo ‘El Zurdo’ López Amavizca. Ambos tuvieron finales trágicos.
Tras una vida llena de intensos cambios, la mujer fue detenida el 28 de septiembre de 2007 mientras se encontraba en un restaurante de la Ciudad de México con Juan Diego Espinosa Ramírez, alias ‘El Tigre’; su entonces pareja sentimental.

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