Satélite de última generación permitirá monitorear en tiempo real a miles de animales en todo el planeta

La iniciativa internacional ICARUS utiliza sensores avanzados para obtener datos inéditos sobre migraciones, epidemias y cambios en el entorno natural

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La tecnología de última generación
La tecnología de última generación promete resolver enigmas sobre migración, salud y desastres naturales. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Lanzado recientemente al espacio, el Proyecto ICARUS ha puesto en órbita un satélite de última generación con el objetivo de monitorear en tiempo real a miles de animales de distintas especies, lo que marca el inicio de una nueva etapa en el seguimiento de ejemplares no humanos a escala global.

La ambición de este esfuerzo, según detalla National Geographic, es resolver grandes misterios científicos sobre migración animal, salud y su relación con fenómenos ambientales, abriendo la puerta a investigaciones que podrían transformar la conservación y la gestión de desastres.

Desarrollado tras una pausa de tres años en el programa, el nuevo satélite representa una versión más ligera y eficiente del sistema ICARUS (Cooperación Internacional para la Investigación Animal Utilizando el Espacio, por sus siglas en inglés). Esta tecnología permite observar desde el espacio el movimiento, la salud y las condiciones ambientales de animales en diversas regiones del mundo.

El lanzamiento de noviembre corresponde a una fase de prueba, mientras que una segunda misión, financiada por la Sociedad National Geographic, está prevista para marzo. Los planes contemplan la expansión de la constelación de satélites hasta 2027, con la meta de alcanzar seis dispositivos en órbita.

Misterios de la naturaleza que podrían resolverse desde el espacio

Los dispositivos solares de ICARUS
Los dispositivos solares de ICARUS pesan apenas tres gramos y registran ubicación, temperatura, humedad, presión y aceleración de los animales. (AP)

El propósito central del Proyecto ICARUS va más allá de trazar rutas migratorias. Los científicos buscan comprender cómo los desplazamientos animales pueden anticipar fenómenos como cambios climáticos, brotes de enfermedades o desastres naturales.

Al respecto, Martin Wikelski, director del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal y explorador de National Geographic, sostiene que “necesitamos un nuevo sistema de observación terrestre para la vida misma”.

Entre los misterios que el equipo espera resolver figuran la desaparición de tres mil millones de aves cantoras en Norteamérica y la capacidad de ciertos animales para detectar desastres inminentes antes que los humanos. Wikelski subraya que el potencial de la tecnología reside también en responder preguntas aún no formuladas: “Sabemos que proporcionará información asombrosa”, afirma.

Hallazgos previos en el reino animal

El seguimiento de aves y
El seguimiento de aves y otros animales ha permitido anticipar erupciones volcánicas y monitorear condiciones meteorológicas extremas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Los antecedentes del proyecto demuestran su capacidad para generar hallazgos relevantes. En su primera etapa, ICARUS operó desde una antena instalada en la Estación Espacial Internacional, lanzada en 2020 tras ocho años de desarrollo. En apenas un año, el sistema permitió rastrear cientos de animales de 15 especies distintas.

Entre los descubrimientos, los científicos documentaron que los zarapitos de Hudson, una especie de ave zancuda, pueden volar sin escalas desde América Central hasta Texas, y que los cucos cruzan el océano Índico desde la India hasta África.

Además, el seguimiento de aves y otros animales ha abierto la posibilidad de utilizar su comportamiento para monitorear condiciones meteorológicas extremas o anticipar erupciones volcánicas, como en el caso de los buitres en el Himalaya o las cabras en el Etna.

El equipo también explora cómo el comportamiento de ejemplares emplumados podría ayudar a los epidemiólogos a rastrear la gripe aviar. De hecho, Wikelski considera que la información generada será tan valiosa que incluso las agencias gubernamentales de seguros podrían depender de ella.

En el aspecto técnico, los dispositivos que portan los animales, alimentados por energía solar, pesan entre tres y cuatro gramos, y se desarrolla una versión de apenas un gramo, equivalente al peso de un clip. Estos sensores no solo registran la ubicación GPS, sino que también miden la temperatura corporal, la humedad, la presión atmosférica y la aceleración, proporcionando un panorama integral de la salud y el entorno de cada ejemplar.

La ligereza y el diseño discreto de los dispositivos resultan esenciales para evitar interferencias en el comportamiento natural de los animales. Wikelski destaca que, tras más de una década de seguimiento de mirlos y aves cantoras, los animales etiquetados no solo se reproducen normalmente, sino que incluso presentan una tasa de supervivencia ligeramente superior, aunque las causas aún se investigan.

El futuro del monitoreo animal

Oleg Artemyev, trabaja en la
Oleg Artemyev, trabaja en la instalación del experimento de rastreo de animales Ícaro en el módulo de servicio Zvezda. (NASA/Dominio Público)

El Proyecto ICARUS surgió como una colaboración internacional, con su primera fase apoyada por un programa espacial conjunto entre Alemania y Rusia. Sin embargo, la invasión rusa a Ucrania en 2022 obligó a suspender el proyecto y a rediseñar la tecnología, lo que llevó a la creación de un sistema independiente y más compacto.

El nuevo satélite, un CubeSat del tamaño de un refrigerador europeo, escanea la superficie terrestre de polo a polo en un solo día, conectando con estaciones en tierra para transmitir los datos recopilados. El equipo prevé que, a partir del próximo año, entre cinco mil y diez mil animales serán equipados con los nuevos dispositivos, con la meta de alcanzar los cien mil ejemplares monitoreados en los próximos años.

El equipo de ICARUS confía en que una comprensión más profunda del papel de los animales en los sistemas terrestres motive a la sociedad a valorar y proteger la vida silvestre con renovado compromiso, una aspiración que, según National Geographic, podría transformar la relación entre la humanidad y la naturaleza.