
El seguimiento individual de las mariposas monarca durante su migración a través de Norteamérica se ha convertido en una realidad gracias a la incorporación de diminutos transmisores de radio alimentados por energía solar. Este avance permite rastrear el trayecto de cada ejemplar desde regiones como Ontario hasta las colonias de hibernación en el centro de México, abriendo una nueva era en el estudio de los ciclos de vida de cientos de especies de insectos voladores.
El desarrollo de estos artefactos, que pesan apenas 60 miligramos y tienen un costo de 200 dólares, ha sido impulsado por la empresa Cellular Tracking Technologies, con sede en Nueva Jersey. El seguimiento se realiza a través de una aplicación móvil desarrollada por la propia empresa, lo que permite observar en tiempo real el desplazamiento de los ejemplares.
De acuerdo con el New York Times, este año, los investigadores han equipado a más de 400 Danaus plexippus con dichos dispositivos, lo que representa una carga mínima para cada una, cuyo peso oscila entre 500 y 600 miligramos. La relación, según el periódico estadounidense, es comparable a que una mariposa lleve sobre sí media uva pasa y tres granos de arroz sin cocer.
La posibilidad de rastrear a cada monarca de manera individual ofrece una herramienta de gran valor, pues la aplicación gratuita, denominada Project Monarch Science, permite a los entusiastas de estos insectos seguir su recorrido, muchos de los cuales sobrevuelan áreas urbanas y suburbanas donde los jardines polinizadores han ganado popularidad. Además, el monitoreo podría conducir al hallazgo de nuevos refugios invernales hasta ahora desconocidos.
Avances científicos y desafíos en la migración

El profesor emérito Orley Taylor, vinculado a la Universidad de Kansas, ha dedicado más tiempo que ningún otro investigador vivo al estudio de la migración de las monarcas, detalla el New York Times. Taylor explicó que, desde 1935, el seguimiento de estos insectos se ha basado en métodos rudimentarios, como la colocación de etiquetas adhesivas, un proceso que actualmente coordina el grupo Monarch Watch, fundado por él en 1992.
Cada año, se etiquetan más de cien mil monarcas, pero menos del 1% de ellas es recuperado en las colonias de invierno, lo que limita la información obtenida a datos puntuales sobre el lugar y momento de marcaje, sin detalles sobre el trayecto completo.
La nueva tecnología permite llenar esos vacíos y revela que la migración de las monarcas es aún más compleja de lo que se suponía, pues muchas mariposas se desvían de su ruta, pero logran corregir el rumbo gracias a la fuerza de sus alas y a otros sistemas de navegación. Al respecto, Taylor afirmó: “Ya podemos ver que muchas cosas que creíamos saber sobre cómo se mueven estos insectos son simplificaciones excesivas”.
De acuerdo con la información consultada en el New York Times, las monarcas han desarrollado dos sistemas de orientación: uno basado en la posición del sol, que les permite mantener el rumbo sur durante el día, y otro que utiliza la luz ultravioleta para detectar el ángulo del campo magnético terrestre cuando el cielo está nublado. Aunque estos mecanismos suelen mantenerlas en la dirección correcta, el modo en que localizan las mismas colonias que ocuparon generaciones anteriores sigue siendo un enigma.
Por otro lado, el viaje migratorio está plagado de riesgos, prueba de ello es que solo una de cada cuatro logra completar el trayecto, mientras que el resto sucumbe a factores como vientos adversos, depredadores, tráfico vehicular o agotamiento.
Aquellas que alcanzan las colonias mexicanas participan en un espectáculo natural donde miles de ejemplares se agrupan en los abetos, doblando incluso las ramas más resistentes por su peso colectivo. Cada año, miles de personas ascienden a las montañas para presenciar este fenómeno, aunque el ciclo migratorio multigeneracional que lo hace posible enfrenta presiones crecientes.
En la década de 1990, las colonias mexicanas albergaban regularmente cientos de millones de monarcas, pero en la actualidad la cifra rara vez supera los 60 millones, explica el New York Times. El invierno pasado, la estimación fue de 38 millones. La población de la costa occidental, mucho más reducida, es aún más vulnerable, observándose menos de diez mil ejemplares en sus refugios habituales de California.
Un viaje que todos pueden seguir

Cellular Tracking Technologies ha desarrollado dispositivos de monitoreo para animales que van desde abejorros hasta elefantes marinos, y actualmente trabaja en rastreadores para castores y ornitorrincos. El fundador y director ejecutivo, Michael Lanzone, expresó, citado por el New York Times: “Este ha sido para mí un viaje de 20 años, para crear una empresa que esperaba que algún día pudiera hacer posibles avances tan importantes como este”.
Las primeras pruebas de campo de los rastreadores mejorados comenzaron el 12 de septiembre en Long Point, Ontario, donde dos investigadores del gobierno canadiense marcaron a 30 monarcas. Al día siguiente, observaron en la aplicación cómo cruzaban el lago Erie y llegaban a lugares como Cleveland.
Más de nueve semanas después, una de esas monarcas, una hembra identificada como LPM021, fue detectada a 680 kilómetros de Guatemala, superando ampliamente las colonias conocidas. El éxito en Ontario llevó a la empresa a distribuir rápidamente más de 400 rastreadores adicionales a investigadores en el este de Estados Unidos y el sur de Canadá. Pronto, los mapas de la aplicación se llenaron de trayectorias de mariposas, mientras decenas de entomólogos debatían cuál sería la primera en llegar a la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, al oeste de Ciudad de México.
La monarca JMU004, marcada por Leone Brown de la Universidad James Madison en Virginia, fue la primera en ser detectada en la colonia de El Rosario el 9 de noviembre, apenas tres horas antes que otra monarca marcada en la sede de Monarch Watch en Kansas.
Algunos ejemplares han seguido rutas poco convencionales, lo que sugiere que el peso adicional podría influir en su comportamiento. No obstante, Brown, quien ha investigado este aspecto, considera que el impacto es mínimo: “La mayoría de ellas se están aclimatando a los rastreadores, aunque quizá se muevan un poco más despacio o necesiten un poco más de tiempo”.
El avance tecnológico trascendental fue la modificación del rastreador para mariposas, denominado BlūMorpho, que ahora puede ser detectado automáticamente por miles de millones de dispositivos con Bluetooth si la mariposa pasa a menos de 90 metros. Aunque la mayoría de los rastreadores de la empresa se destinan a proyectos científicos, se espera que el BlūMorpho también atraiga a aficionados, incluidos quienes crían y liberan monarcas.
A diferencia del monitoreo de aves, que requiere permisos especiales, no existen restricciones nacionales para colocar rastreadores en insectos, aunque algunos estados como California sí los exigen. Sin embargo, el proceso de fijar un BlūMorpho no resulta sencillo para usuarios inexpertos y podría dañar a las mariposas si no se realiza correctamente.
De acuerdo con el New York Times, cada dispositivo protege las alas con sobres de papel cristal y utiliza pequeñas pesas para evitar el aleteo, luego se aplica adhesivo para pestañas en el tórax y coloca cuidadosamente el diminuto rastreador, cuya antena apenas supera en longitud a las antenas naturales del insecto.
Brown advirtió: “No creo que estos rastreadores deban utilizarse a discreción, sino para la conservación y la investigación con un objetivo. Pero a mucha gente le encantan las monarcas, así que supongo que harán lo que quieran”.
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