Las hormigas también practican el distanciamiento social para evitar contagios de enfermedades, revela la ciencia

Científicos británicos observaron que las colonias expuestas a patógenos reorganizan entradas y rutas internas de los nidos, limitando la propagación de infecciones

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Las colonias de hormigas pueden
Las colonias de hormigas pueden tener desde unas pocas docenas hasta millones de individuos. (Mikhail Vasilyev/WikiCommons)

En tiempos de pandemia, los humanos aprendimos a reorganizar nuestros espacios sociales para obstaculizar la propagación de enfermedades, por ejemplo, separando los asientos o promoviendo el distanciamiento físico, sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista Science reveló que no somos los únicos en adoptar estas estrategias; las hormigas también ajustan su entorno para reducir los contagios dentro de sus colonias.

En concreto, la investigación, liderada por el doctorando Luke Leckie de la Universidad de Bristol, Reino Unido, encontró que dichos insectos alteran activamente la arquitectura de sus nidos cuando enfrentan una amenaza patógena.

“Ya sabemos que las hormigas modifican su comportamiento de excavación en respuesta a otros factores del suelo, como la temperatura y la composición del mismo”, explicó Leckie. “Esta es la primera vez que se ha demostrado que un animal no humano modifica la estructura de su entorno para reducir la transmisión de enfermedades”.

El estudio comparó los nidos excavados por dos grupos de hormigas, uno sano y otro expuesto a esporas de hongos. Los resultados permitieron identificar que las colonias en contacto con patógenos construyeron nidos con entradas más espaciadas, rutas de viaje más largas y menos conexiones directas entre las cámaras, haciendo sus estructuras más modulares.

Según la interpretación de los especialistas, estas modificaciones tienen el propósito de mantener lo suficientemente alejados a los habitantes del nido para limitar la propagación de enfermedades dentro de él.

¿En qué consistió el estudio?

Las hormigas cortadoras de hojas
Las hormigas cortadoras de hojas pertenecen a los géneros Atta y Acromyrmex, y son consideradas unas de las criaturas más organizadas del reino animal. (WikiCommons/Kathy & sam)

Para comprobar su hipótesis, los investigadores colocaron grupos de 180 hormigas obreras en contenedores con tierra, donde comenzaron a construir sus nidos, detalló la revista especializada Popular Science.

Al cabo de 24 horas, introdujeron 20 hormigas adicionales, de las cuales algunas habían sido expuestas a esporas de hongos. Durante los siguientes seis días, las colonias continuaron su labor de excavación, mientras el equipo científico escaneaba periódicamente los nidos utilizando microtomografía computarizada (TC), una técnica avanzada que permite visualizar en 3D estructuras internas sin dañarlas.

El análisis de las imágenes y la posterior construcción de modelos en tercera dimensión permitió realizar simulaciones de cómo se propagaría una enfermedad dentro de los nidos.

Los resultados demostraron que los hogares subterráneos modificados por ejemplares de Formicidae expuestos a patógenos reducían significativamente el riesgo de exposición a dosis altas, potencialmente letales, del agente infeccioso.

Además, estas modificaciones estructurales protegían zonas importantes del nido, como las cámaras donde se almacenan los alimentos y donde se desarrollan las crías.

Autoaislamiento y sinergia social

Las colonias de hormigas pueden
Las colonias de hormigas pueden tener desde unas pocas docenas hasta millones de individuos. (Freepik)

No obstante, la estrategia defensiva de las hormigas no se limita al diseño de sus hogares, pues estas criaturas también adoptan comportamientos individuales para proteger a la colonia.

Según la revista Popular Science, entre sus respuestas conductuales se incluye la limpieza de esporas de hongos mediante el uso de sus mandíbulas, el aseo constante de otras compañeras con sustancias desinfectantes producidas por su propio cuerpo, e incluso una conducta generalmente atribuida exclusivamente a los seres humanos: el autoaislamiento de los miembros contagiados.

Este comportamiento se asocia con un alto grado de conciencia colectiva, por lo que fue considerado por los investigadores como “uno de los hallazgos más sorprendentes”. Además, al igual que en las cuarentenas humanas, cuando los ejemplares contaminados se apartaban en las simulaciones, “el efecto en la reducción de la transmisión de enfermedades fue aún más fuerte”, explicó el autor principal.

Al respecto de la arquitectura, Leckie sugiere que dichos animales no mantienen siempre estas estructuras defensivas, pues al igual que en las ciudades humanas, deben equilibrar el flujo de recursos, información y miembros de la colonia. Por eso, estos nidos más cerrados y modulares parecen ser una respuesta específica ante una amenaza de enfermedad, no una característica permanente.