
Un estudio científico realizado por Madison F. Von Deylen, Susan N. Gershman y Agustí Muñoz-García, investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, reveló que los grillos Gryllus vocalis distribuyen sus recursos nutricionales y energéticos de manera distinta según su sexo, lo que impacta directamente en el tamaño corporal, reservas de grasa y desarrollo de órganos reproductivos.
Publicado en la Revista de Biología Experimental (Journal of Experimental Biology), el trabajo muestra que las hembras apareadas experimentan un incremento considerable en la masa de sus ovarios y en el gasto energético total, reflejando una reasignación de recursos hacia la producción y desarrollo de huevos.
En contraste, los machos priorizan el crecimiento estructural del cuerpo y la acumulación de reservas de grasa, independientemente de si han tenido éxito reproductivo o no. Esto indica que, para los ejemplares masculinos, la inversión está en maximizar su tamaño y energía para competir físicamente y atraer parejas, más que en incrementar directamente la producción espermática.
“El apareamiento desencadena en las hembras un cambio claro en la asignación de recursos hacia la reproducción”, explican los autores. “Por el contrario, los machos no muestran modificaciones significativas en la masa testicular ni en el metabolismo tras copular, lo que sugiere que su éxito reproductivo depende de estrategias como el canto y la defensa territorial”.
Los datos del estudio también revelan que los machos presentan una masa corporal promedio de 143,8 miligramos, significativamente mayor que la de las hembras, lo que refuerza la hipótesis de que los machos adoptan una estrategia evolutiva enfocada en la competencia física y conductual para aumentar sus oportunidades de apareamiento, en lugar de invertir en la producción reproductiva directa.
¿En qué consistió el estudio?

Para llevar a cabo esta investigación, los científicos criaron 75 grillos en laboratorio, dividiéndolos en dos grupos: uno con posibilidad de apareamiento y otro sin ella. Al llegar a la madurez sexual, los grillos del primer grupo fueron emparejados y monitoreados para asegurar que efectivamente se aparearan.
Durante el estudio, los investigadores midieron la tasa metabólica y la pérdida de agua por evaporación para determinar la velocidad con la que los grillos convertían alimento en energía. Posteriormente, diseccionaron los insectos para medir el tamaño del tubo digestivo, los órganos reproductivos, la grasa corporal y la carcasa.
De acuerdo con EurekAlert!, una plataforma de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), con estos datos, los especialistas realizaron un análisis estadístico para comprender cómo el sexo y el apareamiento influían en la masa corporal, las reservas de grasa y la inversión en órganos reproductivos.
Más a detalle, los resultados mostraron que las hembras que se aparearon tenían una mayor inversión en órganos reproductivos, particularmente en las gónadas, y que esta inversión se relacionaba con una reducción en sus reservas de grasa, ya que esta energía se destinaba a la producción de óvulos.
En cambio, los machos no mostraron cambios significativos tras el apareamiento en estas características, indicando que su inversión reproductiva ocurre mayormente antes de la madurez sexual, mediante el crecimiento y almacenamiento de energía.
“El modelo que desarrollamos refutó algunas de nuestras predicciones iniciales”, comentó Von Deylen. “Pensábamos que las hembras apareadas y no apareadas mostrarían diferencias más marcadas, y que los machos mostrarían también un cambio tras el apareamiento, pero los datos indicaron que muchos rasgos en los ejemplares masculinos se desarrollan previamente y permanecen estables después”.
Implicaciones evolutivas del hallazgo

Lo descubierto se alinea con estudios previos realizados sobre la misma especie, Gryllus vocalis, que han demostrado que las hembras seleccionan preferentemente a machos que exhiben características de canto específicas y que realizan la acción con mayor frecuencia.
Dicha actividad, producida al frotar secciones de sus alas, requiere un alto gasto energético, por lo que está relacionado con la condición física y la capacidad del macho para competir por parejas.
Además, estudios anteriores han establecido que los grillos masculinos más grandes y con mejor armamento tienden a tener mayor éxito reproductivo, aunque este crecimiento también representa un costo energético considerable. Al respecto, Von Deylen subraya que las diferencias en estrategias reflejan las distintas presiones evolutivas que enfrentan los sexos en relación con la reproducción.
Es importante destacar que, dado que el estudio se llevó a cabo en un ambiente controlado, donde el alimento era abundante y no existían amenazas de depredadores, los resultados se enfocan en cómo los grillos asignan recursos en condiciones ideales. En la naturaleza, factores ambientales como la disponibilidad de alimento y la competencia intensa podrían alterar estas estrategias.
“No obstante, los resultados nos proporcionan una visión clara de las diferencias sexuales en la asignación de recursos y el papel crucial que juega el apareamiento en las compensaciones energéticas, especialmente en las hembras cuando se eliminan otras variables ambientales”, señaló Von Deylen.
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