
Cuando Jorge Luis Arelio se enfrentaba a un diagnóstico difícil de parálisis facial, un cuadro que parecía definitivo debido al daño irreversible en sus nervios, encontró en un pueblo vecino a un pequeño felino bicolor de apenas dos meses, abandonado dentro de una caja de cartón. Pero en medio de la incertidumbre y la desesperanza que le imponía su condición, aquel encuentro inesperado significó el comienzo de un vínculo que cambiaría su vida.
En una publicación que rápidamente se volvió viral en Facebook, Arelio relató cómo los especialistas le aseguraron que su caso no tenía solución, ya que sus nervios estaban demasiado “fríos” para responder a cualquier tratamiento. Sin embargo, durante el tiempo que permaneció en casa por la incapacidad laboral otorgada, el hombre formó un vínculo muy especial con Félix, el gato que había rescatado.
“Me quedaba todo el día jugando con él; siempre que tenía la oportunidad, amasaba mi cara y frotaba su cabecita en la zona donde tenía la parálisis”, recordó. Más que una simple compañía, aquel comportamiento constante y delicado le hizo pensar que, de algún modo, Félix intentaba ayudarlo.
Lo más sorprendente, contó Arelio, fue que, poco a poco, su condición comenzó a mejorar. Con el paso del tiempo, la movilidad en su rostro regresó por completo y, de forma curiosa, el minino detuvo aquellos gestos que lo habían acompañado durante todo el proceso. “Cuando se me quitó por completo, dejó de hacer todo eso”, afirmó en la red social.
Hoy, Félix es un miembro más de la familia, tiene su lugar en la mesa durante las comidas y participa en cada reunión. Así, aunque no exista un respaldo científico oficial, Jorge Luis no duda al afirmar que su pequeño compañero fue fundamental en su recuperación: “Y sí, amigos, mi gato me curó de una parálisis facial”.
El “poder curativo” de las mascotas

Actualmente, la publicación en Facebook cuenta con más de ocho mil reacciones y despertó una ola de comentarios por parte de usuarios que compartieron vivencias similares con sus propios gatos. Entre ellas, muchos coincidieron en que estos animales tienen una sensibilidad especial.
“[Los felinos] tienen su propia misión en la vida de sus dueños”, comentó una usuaria. En tanto, otra relató cómo su compañero de cuatro patas fue la clave para detectar un problema médico: “Mi gato siempre me masajeaba alrededor del ombligo… hasta que le comenté a una amiga doctora, quien me indicó un ultrasonido. El problema era el DIU engrasado, estaba cubierto de sangre y tejidos. Después de eso, más nunca me masajeó y le agradezco infinitamente por mi salud”.
“Ella me acompaña pegada a mí cuando tengo mucho dolor, me amasa donde duele, me duermo y me despierto sin la molestia”, compartió otra mujer, reforzando la creciente percepción de que las mascotas acompañan, alivian y sanan de formas misteriosas pero profundamente significativas.
¿Por qué los gatos amasan a sus dueños?

Este comportamiento en los felinos es una acción instintiva que se manifiesta tanto en animales jóvenes como adultos. De acuerdo con Susan Hazel, profesora asociada de comportamiento, bienestar y ética animal en la Universidad de Adelaida, Australia, citada por DW, está vinculado con el acto de succión, ya que en la etapa de lactancia, las crías amasan el vientre de su madre para estimular la producción de leche mediante la liberación de oxitocina.
“El comportamiento de amasar es muy similar al que utilizan los gatitos al mamar”, explica Hazel. “El proceso, y también las feromonas liberadas alrededor de las glándulas mamarias, probablemente lo convierten en una actividad muy placentera”.
Aunque esta conducta tiene un origen asociado al vínculo materno, muchos gatos continúan amasando en la adultez. Según especialistas citados en DW, lo hacen cuando se sienten seguros, tranquilos o emocionalmente conectados con su entorno. En ese sentido, el amasamiento se interpreta como una muestra de bienestar y afecto.
Cuando un minino amasa sobre el regazo de una persona o sobre una superficie familiar, está emitiendo un mensaje que puede entenderse como una forma de comunicar “somos parte del mismo grupo social” o “estamos afiliados”. En términos más cotidianos, de acuerdo con el medio consultado, podría traducirse como: “eres mi persona”.
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