
Los internautas en redes sociales se han acostumbrado a ver perros moviendo la cola de emoción o gatos ronroneando cuando son acariciados, pero pocas veces el protagonista de una historia viral por este tipo de reacciones afectuosas es un pez, sin embargo, es el caso de Snappy, una carpa koi que ha conquistado los corazones de miles de personas en internet gracias a la manera en que salta y “baila” entusiasmada cada vez que su dueña se acerca al estanque para alimentarla.
La historia fue difundida por la plataforma GeoBeats, especializada en historias inspiradoras de animales, quienes entrevistaron a Lucy, la mujer que adoptó al animal hace cuatro años y ha sido testigo del desconcertante pero entrañable comportamiento del koi.
“Nuestro amigo necesitaba reubicar unos peces, pero nos enamoramos de él en cuanto lo vimos. En los primeros días, su personalidad empezó a manifestarse, saltando de alegría y emoción. ¡Madre mía! Me quedé un poco en shock porque pensé: ‘¿Está bien?’. Y luego me di cuenta de que así es él”, relató con humor y cariño.
Con el tiempo, el pez dejó claro que no estaba enfermo, sino que el entusiasmo era parte de su forma de ser. Pero además de sus reacciones efusivas, la forma en que demostró ser capaz de acostumbrarse a los horarios e identificar los cambios como un mamífero domesticado no deja de sorprender a su cuidadora.
“Snappy se identifica mucho con la rutina. Antes lo alimentaba a las nueve y media y ya estaba listo. Pero, ahora lo alimento a las seis y media de la mañana. Al principio, no entendía bien qué pasaba. Ahora, él sabe que estaré allí a esa hora y se levanta, en cuanto me ve, empieza a bailar, moviendo su pequeña aleta trasera. Ahora hace una voltereta hacia atrás. Hace toda una coreografía para ello”, compartió la mujer para GeoBeats.
Un pez con una personalidad única

Snappy no solo reacciona con entusiasmo por la comida, según Lucy, tiene una conexión emocional real con ella, al punto que no se comporta igual con otras personas: “Creo que me reconoce, seguro, porque cuando vienen amigos y familiares a casa para darle de comer, él no hace lo mismo”.
Además, la carpa koi disfruta del contacto físico, pues le gusta que la acaricien y la alimenten de la mano. “Literalmente puedo sentarme allí y acariciarlo. Él y simplemente no se asusta”, dijo Lucy, quien también reveló que su pez puede llegar a “enfadarse” si no se cumple con sus expectativas.
“Cuando se pone de mal humor, si llego un poco tarde con la comida o si salimos todo el día, y luego voy a darle de comer, siempre está intentando meter mi dedo en todo el estanque”, compartió.
La singular personalidad de Snappy ha generado tanto interés que incluso le han ofrecido a Lucy una cifra considerable por él: “Me ofrecieron 10.000 libras (aproximadamente 248,171.50 pesos mexicanos), pero dije que no. Lo quiero demasiado”.
Con al menos siete años de edad, se estima que su compañero acuático podría vivir aún muchas décadas más. “Llevamos cuatro años con Snappy y sé que antes lo tuvieron unos cuantos más, así que debe de tener al menos siete. Pueden ser años, como 50 o 60. Teníamos un pez llamado Jeff que tenía cinco décadas”, afirmó Lucy.
¿Los peces reconocen y recuerdan?

Aunque pueda parecer sorprendente, la ciencia respalda muchas de las observaciones que Lucy ha hecho sobre Snappy. Estudios recientes han demostrado que los peces no solo tienen una capacidad notable para formar rutinas, sino que también pueden reconocer rostros humanos y responder a estímulos sociales específicos.
Un estudio publicado en la revista Scientific Reports por investigadores de las universidades de Oxford y Queensland, reveló que los peces arquero (Toxotes chatareus) tienen la capacidad de identificar caras humanas con precisión, un hallazgo particularmente relevante, ya que la especie no cuenta con la parte de la corteza cerebral asociada a esta habilidad en primates. Aun así, pudieron distinguir y aprender hasta 44 rostros diferentes.
La autora principal del estudio, Cait Newport, del Departamento de Zoología de la Universidad de Oxford, explicó al periódico La Vanguardia: “Ser capaz de distinguir entre un gran número de rostros humanos es una tarea sorprendentemente difícil, debido principalmente al hecho de que todos los rostros humanos comparten las mismas características básicas”.
Esto demuestra que los peces tienen capacidades cognitivas complejas, que incluyen el reconocimiento, la memoria y el aprendizaje. Por eso no es de extrañar que Snappy reconozca a Lucy, responda de forma diferente a otras personas, o que incluso se “moleste” si su rutina es interrumpida.
Asimismo, los expertos han señalado que los peces pueden acostumbrarse a rutinas, como los horarios de alimentación, porque poseen mecanismos de aprendizaje que les permiten anticipar eventos y responder emocionalmente a ellos.
“En un mundo donde todo es un poco triste, a veces solo necesitas ver a un pececito emocionado saltar”, concluye Lucy, quien administra la cuenta de TikTok @snappythekoi. “Creo que somos bastante ingenuos como seres humanos. Son mucho más listos de lo que creemos”.
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