
El mes pasado, en Kenia, una jirafa hembra se encontró en una situación crítica mientras pastaba junto a su familia y, sin darse cuenta, pisó una lata de pintura desechada, quedando con la pezuña atrapada dentro del recipiente metálico. La pintura verde le salpicó el tobillo y le dificultaba caminar, provocando que cojeara mientras intentaba desplazarse por la sabana.
El incidente fue reportado al Fideicomiso de Vida Silvestre Sheldrick (Sheldrick Wildlife Trust, SWT), una organización dedicada al rescate y rehabilitación de fauna silvestre en la nación africana. Al recibir el aviso, movilizaron de inmediato a la Unidad Veterinaria Móvil del Valle del Rift, operada en conjunto con el Servicio de Vida Silvestre de Kenia (Kenya Wildlife Service, KWS).
En una publicación oficial en su página de Facebook, el Fideicomiso informó que la lata de pintura se había deslizado sobre el casco del animal, llegando a rodear la articulación del tobillo. “Un paso en falso podría haber sido fatal. No podría liberarse sin ayuda”, explicó la organización.
Sean Michael, director de comunicaciones de la organización, declaró a The Dodo For Animal People, una plataforma con enfoque emocional hacia el cuidado y la defensa de los animales: “Con el tiempo, [la lata] habría afectado su movilidad. Hasta el punto de que habría tenido dificultades para acceder a necesidades básicas como comida y agua, y la habría convertido en un blanco fácil para los depredadores”.
Afortunadamente, el equipo veterinario llegó a tiempo. Tras sedar al mamífero con extrema precaución debido a los riesgos que implica, el objeto invasor fue retirado de forma segura con ayuda de una sierra y posteriormente desechado. Las lesiones provocadas por el objeto fueron evaluadas y tratadas en el lugar, por fortuna, se consideraron leves.
Una vez completada la intervención, la jirafa fue liberada nuevamente, y según relató el SWT en Facebook, “parecía muy aliviada de estar libre”
Un trabajo vital para la conservación animal

La operación forma parte del trabajo continuo que realiza el Sheldrick Wildlife Trust a través de sus Unidades Veterinarias Móviles, las cuales están diseñadas para atender emergencias de fauna silvestre en todo el país.
“Respondemos a todo tipo de emergencias relacionadas con la vida silvestre, desde trampas, lanzas, flechas y heridas de bala, hasta lesiones causadas por conflictos entre humanos y fauna silvestre. Trabajamos en diversos hábitats y nuestros pacientes incluyen elefantes, rinocerontes, jirafas, cebras, leones y un sinfín de especies más, heridos y en peligro”, explica el equipo del SWT en su sitio web oficial.
Cada unidad móvil está equipada con vehículos modificados, trampillas y pistolas de dardos, refrigeradores para vacunas, mesas de operación, medicamentos y todos los instrumentos necesarios para llevar a cabo intervenciones veterinarias rápidas y efectivas en el terreno.
Pero además del rescate individual, el equipo subrayó la importancia de reflexionar sobre el impacto humano en la vida silvestre ante casos como el de la jirafa: “Nos recuerda las muchas vidas silvestres en peligro por la basura. Si se desecha sin cuidado, incluso el objeto más mundano puede volverse letal”.
El alto riesgo de anestesiar a una jirafa

La intervención veterinaria requirió anestesiar a la jirafa para retirar la lata de forma segura, lo que presenta sus propios desafíos y riesgos. De acuerdo con Lauren Palena, veterinaria del Centro de Vida Silvestre Fossil Rim, en Texas, sedar a estos animales no es una práctica común salvo que exista una preocupación médica urgente.
Para empezar, su gran tamaño complica la manipulación del animal durante la anestesia. Si una jirafa cae en una posición inadecuada “pueden tumbarse en un lugar peligroso y corren el riesgo de sufrir un traumatismo autoinducido grave”, señaló Palena. Además, si pierden el equilibrio, pueden tropezar o despatarrarse, lo que puede resultar fatal.
Las patas largas representan un riesgo para el personal veterinario, al igual que su cuello, que funciona como un brazo de palanca y puede causar lesiones si no se controla adecuadamente. También se enfrentan a desafíos como la piel gruesa, que dificulta la administración de medicamentos, y problemas para monitorear signos vitales, como la auscultación del corazón.
Durante la anestesia, es fundamental proporcionar asistencia respiratoria, ya que algunos fármacos pueden inducir depresión respiratoria. “Curiosamente, sus músculos del cuello necesitan masajearse durante la inmovilización, ya que los calambres cervicales pueden ser fatales”, añade Palena.
Sumado a ello, las jirafas también tienden a regurgitar mientras están inmovilizadas, lo cual puede derivar en aspiración de alimentos y bacterias hacia los pulmones, un riesgo letal.
Según el libro Zoológico Fowler y Medicina de Animales Salvajes, Terapia Actual (Fowler’s Zoo and Wild Animal Medicine, Current Therapy), la anestesia en jirafas puede tener una tasa de mortalidad del 10%, e incluso algunas han fallecido durante procedimientos menores, como el trabajo con las pezuñas.
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