
La única especie de mamífero que aún sobrevive en la Isla de Navidad, el zorro volador, se encuentra en una situación alarmante. A pesar de ser considerado un animal clave para el ecosistema local, no cuenta con un plan de recuperación oficial que permita garantizar su supervivencia. Científicos y organizaciones ambientales han advertido que esta ausencia de medidas coordinadas podría llevarlo al mismo destino que otros mamíferos de la isla, ya extintos.
El caso se agrava porque, según los especialistas, las recomendaciones de conservación vigentes son obsoletas. Los lineamientos actuales tienen más de una década y no reflejan las amenazas recientes que enfrenta la especie, como la pérdida de hábitat, la depredación por gatos salvajes y la presión de especies invasoras como las hormigas locas amarillas. Ante este panorama, investigadores han alertado que un solo evento natural, como un ciclón severo, bastaría para acabar con la población remanente.
De acuerdo con The Guardian, la isla, ubicada a mil 550 kilómetros al noroeste de Australia Occidental, perdió cuatro de sus cinco mamíferos nativos en menos de un siglo. La musaraña de la isla no ha sido vista desde 1985, mientras que el pequeño murciélago pipistrelle desapareció oficialmente en 2009, en lo que el profesor John Woinarski calificó como “el primer fracaso irremediable” de la Ley Federal de Protección del Medio Ambiente y Conservación de la Biodiversidad. Hoy, el zorro volador es el último mamífero autóctono que resiste en este ecosistema único.
Una especie clave en peligro

El zorro volador de la Isla de Navidad, que pesa alrededor de 400 gramos y presenta un pelaje marrón oscuro o negro, cumple un papel esencial en la polinización y dispersión de semillas. La ecologista animal Annabel Dorrestein, de la Universidad de Western Sydney, lleva nueve años estudiando la especie y advierte sobre su estado crítico. “Los murciélagos son increíblemente lindos y rechonchos, un poco como osos de peluche”, dijo a The Guardian, pero remarcó que esta apariencia tierna no debe ocultar el peligro real que atraviesan.
Los registros poblacionales muestran una disminución significativa en las últimas décadas. En la década de 1980, los censos realizados en Hosnies Spring (uno de los principales refugios) estimaban alrededor de 2 mil ejemplares. Dorrestein, tras sus visitas más recientes, afirmó que “tendría suerte si contabilizara 400. Es una diferencia enorme”. Esta reducción coloca a la especie en una situación extremadamente vulnerable, sobre todo porque depende de un número limitado de sitios de maternidad y reproducción.
El profesor Justin Welbergen, experto en zorros voladores, cuestionó la ausencia de un plan actualizado para enfrentar estas amenazas. “Ese consejo, que ya tiene más de una década de antigüedad, estaba totalmente desactualizado y ya no era una herramienta útil para gestionar la especie”, advirtió. Según sus declaraciones, mantener estrategias caducas expone a la población a los mismos errores cometidos con el pipistrelle. “Es hora de actuar, porque no queremos repetir el error que se cometió con el murciélago de la Isla de Navidad, que fue monitoreado eficazmente hasta su extinción”, señaló.
Decisiones políticas agravan el riesgo de extinción del zorro volador

La situación del zorro volador ha estado marcada también por decisiones políticas. En marzo, la entonces ministra de Medio Ambiente, Tanya Plibersek, ratificó la postura del gobierno anterior que determinaba que 176 especies y comunidades ya no requerirían un plan de recuperación. Un portavoz de la cartera aseguró que las recomendaciones de conservación vigentes eran suficientes.
Sin embargo, especialistas como James Trezise, director ejecutivo del Consejo de Biodiversidad, consideran esta decisión un error estratégico. “Es muy importante que tengamos algún tipo de plan de conservación para una especie amenazada y aún más importante si esa especie está en peligro crítico de extinción”, afirmó. Además, destacó que la eficacia de cualquier plan depende de la inversión en recursos para implementarlo. “Es igualmente importante asegurarse de que haya recursos disponibles para implementar esos planes”, puntualizó.
El profesor John Woinarski, de la Universidad Charles Darwin, quien vivió dos años en la isla, recordó que se trata de un ecosistema singular, donde conviven aves marinas, cangrejos rojos y especies endémicas. Para él, la amenaza de un fenómeno climático extremo no puede descartarse. “Todavía ocurre solo en una isla. Si un ciclón severo pasara por ese lugar y derribara muchos de sus árboles importantes, y expulsara a los murciélagos de sus refugios al océano, podría desaparecer en un instante”, advirtió.
Los especialistas coinciden en que la falta de un plan de recuperación actualizado coloca a la especie en un riesgo inminente. Aunque la inversión en investigación y la conformación de un panel asesor fueron avances posteriores a la extinción del pipistrelle, científicos y ambientalistas insisten en que no es suficiente. El zorro volador de la Isla de Navidad, último representante mamífero de ese territorio, podría perderse para siempre si no se adoptan medidas inmediatas.
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