
Cada 17 de agosto se conmemora el Día Nacional de las Abejas, una fecha dedicada a reconocer su relevancia ambiental y social. Estos insectos no solo producen miel, sino que desempeñan un papel esencial en la polinización, lo que garantiza la reproducción de una gran variedad de cultivos.
En México, el conocimiento de estos insectos se remonta a épocas prehispánicas. Ya que algunos pueblos originarios se dedicaron a domesticar abejas nativas sin aguijón, como la Melipona beecheii, considerada sagrada por las propiedades de su miel. A diferencia de las abejas con aguijón, estas se defienden mordiendo.
De acuerdo con el Gobierno de México, las abejas sin aguijón pertenecen a la tribu Meliponini, con alrededor de 500 especies en el mundo. En el país habitan 46 (12 endémicas) y se distribuyen en zonas tropicales y semitropicales del continente americano, desde el norte de San Luis Potosí hasta Argentina. Su manejo, la meliponicultura, ha estado presente históricamente en comunidades del centro y suroeste, y su miel suele cotizarse por encima de la de la abeja europea (Apis mellifera), introducida por los españoles.
Meliponicultura: regiones, beneficios y retos

Hoy, el cultivo de este tipo de insectos se practica en la península de Yucatán, Puebla, San Luis Potosí, Veracruz, Guerrero, Tabasco, Oaxaca, Michoacán y Chiapas, cada una con su propia diversidad biocultural. Sin embargo, la pérdida de esta tradición avanza por el desinterés de nuevas generaciones asociado a cambios socioculturales.
De acuerdo con información gubernamental, entre los beneficios de la meliponicultura está el aprovechamiento medicinal, artesanal y alimenticio de miel y cera. En diversas regiones la miel se consume como endulzante y para atender enfermedades respiratorias, intestinales, de la piel, golpes e inflamación; la cera se utiliza en artesanías, pomadas y velas. Por su relevancia económica y ambiental, el gobierno ha propuesto reconocer la meliponicultura como patrimonio biocultural.
Las abejas sin aguijón contribuyen a la polinización de guayaba, pimienta, café, naranja, aguacate y otras plantas. A la par, la actividad enfrenta amenazas: uso de plaguicidas, deforestación y cambio de uso de suelo. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) realiza inspección y vigilancia para sancionar incumplimientos en materia forestal (incluido el cambio de uso de suelo y la deforestación), y verifica el manejo adecuado de plaguicidas conforme a las autorizaciones de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
Producción apícola en territorio mexicano

De acuerdo con información del gobierno mexicano, a nivel mundial existen más de 20 mil especies de abejas y más del 85 % vive en solitario, no en colmenas. De las especies sociales surgió la apicultura, una actividad agropecuaria que en México abastece el mercado interno y exporta principalmente a Alemania, Estados Unidos, Reino Unido, Arabia Saudita y Suiza.
Al cierre de 2021, México reportó que es el noveno productor mundial de miel con 63 mil 362 toneladas, 17 % más que las 54 mil 165 de 2020. Ese mismo año, el territorio mexicano se ubicó como tercer exportador al vender 26 mil 077 toneladas (dato 2020).
Las entidades que más exportan son Yucatán, Quintana Roo, Veracruz, Campeche, Chiapas, Jalisco y Oaxaca. De acuerdo con el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), de la apicultura dependen 43 mil apicultores y el inventario nacional supera los dos millones de colmenas.
La península de Yucatán aporta 37 % de la producción nacional. En Yucatán hay alrededor de 348 mil colmenas que en 2021 generaron 5 529 toneladas, segundo lugar nacional después de Jalisco (6 059). Les siguen Chiapas, Campeche, Veracruz y Oaxaca. En el estado, la apicultura es tradición y herencia: coexisten la abeja común (introducida desde Europa) y especies nativas como la maya y la melipona (de esta última se obtiene miel de uso medicinal).
Salvaguardarlas impulsa el desarrollo rural y alimentario al producir polen, cera, jalea real, propóleo, así como insumos cosméticos y medicinales. El 90 % de la miel yucateca se exporta principalmente a la Unión Europea y Arabia Saudita.
La calidad depende del territorio, la floración y la especie productora: no todas las mieles son iguales. La del árbol de dzidzilché es de las más cotizadas a nivel mundial. Para estandarizar el producto, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), a través del Programa Nacional para el Control de la abeja africana, define criterios de “Buenas prácticas de producción apícola” que incluyen: color, olor, sabor, consistencia, humedad, acidez, concentración de azúcares y ausencia de residuos tóxicos.
Además, el gobierno de Yucatán impulsa Centros de Producción de Abejas Reina para fortalecer la actividad: el estado cuenta con 12 mil productores, 90 % de pequeña escala; la mayoría son mayahablantes y personas de la tercera edad, reconocidos como #HéroesdelaAlimentación por su dedicación.
¿Cuál es la importancia de las abejas?

De acuerdo con National Geographic, “a diferencia de otros grupos de insectos, las abejas adultas, sus larvas y pupas se alimentan exclusivamente de recursos florales.
Por lo tanto, para satisfacer sus necesidades alimentarias, las abejas visitan una gran variedad de flores, recogiendo polen (fuente de proteínas) y néctar (fuente de carbohidratos tanto para ellas como para la producción de miel en las especies que lo hacen)”. Y, como explica la exploradora Arbetman para esa publicación: “Este servicio de polinización, de transporte de polen, permite a las plantas fecundarse y reproducirse.
En algunas especies vegetales esto resulta esencial para la supervivencia. En otras, sobre todo en las especies frutales, la polinización también está vinculada a la calidad nutricional del fruto”. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que para cerca del 85 % de las plantas con flor de bosques y selvas, la acción de estos polinizadores ha sido esencial en algún momento.
En palabras de la bióloga Ana Bueno, de la ONG Bee or not to Be (Ser abeja o no ser): “Las abejas garantizan la variación genética tan importante para el desarrollo y la reproducción de las plantas y, con ello, aseguran el equilibrio de los ecosistemas y la existencia de suficientes plantas para producir oxígeno. También se consideran un importante bioindicador de la calidad del medio ambiente”.
Como ciudadanía, es posible contribuir permitiendo jardines silvestres, evitando el uso de pesticidas, buscando alternativas inofensivas para ahuyentarlas en lugar de matarlas y colocando depósitos de agua para su hidratación durante los vuelos.
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