Después de que varios residentes de Fort Collins, Colorado, reportaran inquietantes avistamientos de conejos con extrañas protuberancias negras, alargadas y retorcidas, semejantes a tentáculos o cuernos que brotaban de sus cabezas y alrededor de los ojos, las imágenes de estos animales deformados no tardaron en difundirse por redes sociales, generando preocupación y desconcierto.
Las autoridades de la agencia Parques y Vida Silvestre de Colorado (Colorado Parks and Wildlife, CPW) intervinieron para investigar el fenómeno y determinaron que los animales estaban infectados con el virus del papiloma del conejo de cola de algodón, también conocido como papiloma de Shope.
Esta enfermedad viral, exclusiva de los conejos, provoca el desarrollo de excrecencias similares a verrugas que, en algunos casos, adoptan formas alargadas y oscuras, lo que les da un aspecto perturbador. Al respecto, medios estadounidenses reportaron que los crecimientos pueden parecer cuernos o apéndices móviles, razón por la cual algunos los han bautizado como “conejos zombies” o “conejos demonio”.
El virus suele propagarse durante los meses cálidos del verano, y se transmite principalmente a través de insectos como las pulgas y garrapatas, que actúan como vectores. Aunque estos casos son impactantes a la vista, no representan ningún peligro para los humanos.
Sin embargo, el virus del papiloma no es la única amenaza que enfrentan los conejos. Existe otra enfermedad viral, conocida como mixomatosis, que también puede provocar deformaciones severas, mutaciones visibles y un desenlace mucho más letal para los animales afectados.
¿Qué es la mixomatosis?

La mixomatosis es una enfermedad viral causada por un poxvirus denominado virus mixoma, y según la Organización Mundial de Sanidad Animal, se trata de una afección grave que afecta principalmente a los conejos europeos (Oryctolagus cuniculus), aunque también puede encontrarse en liebres y otras especies de conejos silvestres y domésticos.
El virus fue identificado por primera vez en Sudamérica, donde causaba una enfermedad leve en su huésped original. No obstante, cuando fue introducido en Europa y otras partes del mundo, el impacto fue devastador. En muchas ocasiones, la enfermedad ha sido usada como método de control biológico para disminuir poblaciones silvestres de conejos, con tasas de mortalidad que pueden llegar hasta el 99%.
El término “mixoma” proviene del griego y hace referencia a un tumor del tejido conectivo que suele encontrarse en las mucosas. En los conejos, la enfermedad se manifiesta con tumores visibles en la cara, orejas, párpados y extremidades, así como inflamación alrededor de los ojos y genitales. Estas lesiones iniciales pueden evolucionar en nódulos cutáneos secundarios y, con el tiempo, provocar inmunosupresión, lo que favorece la aparición de infecciones bacterianas secundarias como neumonía.
La transmisión de esta enfermedad ocurre, principalmente, a través de mosquitos y pulgas, aunque también puede propagarse por contacto directo entre animales o por medio de objetos contaminados, denominados fómites. Al igual que el virus del papiloma, no representa un riesgo para los humanos, ya que ambos virus son específicos de los conejos.
Conforme la enfermedad avanza, los animales infectados suelen mostrarse cada vez más decaídos. En los casos más agresivos, la muerte puede producirse entre ocho y quince días después de la infección, principalmente por complicaciones respiratorias.
¿La mixomatosis puede tratarse?

De acuerdo con Melissa Witherell, Doctora en Medicina Veterinaria, se han detectado casos de mixomatosis en conejos domésticos en estados como Oregón, California, e incluso en México. Estas apariciones se dan generalmente en los meses más cálidos, es decir, entre junio y octubre, y de nuevo entre enero y febrero. El curso de la enfermedad puede durar entre 8 y 21 días.
Debido a su alta mortalidad y agresividad, muchos veterinarios recomiendan la eutanasia como única medida humanitaria. Actualmente, no existe un tratamiento curativo efectivo, pero algunos conejos con cepas menos virulentas pueden recuperarse con cuidados intensivos y vigilancia médica diaria.
Entre los tratamientos paliativos que se suelen emplear están:
- Terapia de fluidos, mediante líquidos subcutáneos o intravenosos para evitar la deshidratación.
- Antiinflamatorios no esteroides, que ayudan a controlar el dolor y la inflamación.
- Antibióticos para prevenir infecciones bacterianas secundarias.
- Apoyo nutricional, utilizando fórmulas específicas para conejos en recuperación.
Aunque existen casos en que los conejos que logran superar la enfermedad, la especialista detalla que pueden tardar entre tres y cinco semanas en recuperarse. No obstante, es común que queden con secuelas visibles, como pérdida de pelo y piel dañada, especialmente en el rostro y las orejas.
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