
La contribución de los animales a la lucha contra el cambio climático es un aspecto fundamental que muchas veces pasa desapercibido. Más allá de las tecnologías y políticas ambientales, ciertas especies actúan como aliados naturales que regulan los ecosistemas y facilitan la captura de carbono, ayudando a mitigar el calentamiento global.
En los bosques, grandes mamíferos como elefantes y felinos mantienen el equilibrio que permite que los árboles crezcan sanos y acumulen carbono, mientras que en los océanos especies como las nutrias marinas y las ballenas contribuyen al ciclo del carbono y al mantenimiento de ecosistemas marinos saludables.
Estas funciones ecológicas son vitales para la regulación del clima global, lo que convierte a la protección de estas especies en una estrategia clave no sólo para preservar la biodiversidad, sino también para el planeta habitable.
El papel crucial del zooplancton antártico en la lucha contra el cambio climático

El zooplancton que habita en el Océano Austral realiza una migración anual sorprendente y vital para el secuestro de carbono en las profundidades marinas.
Estos diminutos organismos, como los copépodos, el kril y las salpas, se alimentan en la superficie durante la primavera, donde acumulan grandes reservas de grasa. Luego, en invierno, descienden cientos de metros hacia las oscuras profundidades del océano Antártico para quemar esa grasa.
Este proceso, conocido como bomba de migración vertical estacional, transporta alrededor de 65 millones de toneladas de carbono al año a zonas profundas donde el dióxido de carbono puede permanecer almacenado durante décadas o incluso siglos, retrasando su retorno a la atmósfera y evitando así que siga contribuyendo al calentamiento global.
Jennifer Freer, ecologista del British Antarctic Survey, destaca que “estos animales son héroes anónimos debido a su fascinante estilo de vida”, ya que sin este mecanismo biológico, los niveles de CO2 en la atmósfera serían aproximadamente el doble.
Angus Atkinson, científico del Laboratorio Marino de Plymouth, advirtió que “el cambio climático, la alteración de las capas oceánicas y las condiciones meteorológicas extremas podrían reducir la cantidad de zooplancton en la Antártida y limitar el carbono almacenado en las profundidades”.
Por esta razón, investigar y proteger el zooplancton resulta fundamental para conservar la capacidad del océano como uno de los principales sumideros de carbono del planeta y, así, contribuir a frenar el avance del calentamiento global.
Animales terrestres que regulan el clima y protegen bosques

Los tigres, de acuerdo a información de World Wildlife Fund (WWF), desempeñan un papel crucial en la salud de los ecosistemas forestales, los cuales almacenan carbono vital para combatir el cambio climático.
En India, las áreas protegidas donde estos depredadores habitan presentan una densidad de carbono tres veces mayor que aquellas donde han desaparecido. La ausencia de estos animales en estos hábitats abre la puerta a la degradación y la tala indiscriminada, lo cual provoca la liberación de grandes cantidades de carbono a la atmósfera y agrava el calentamiento global.
Su presencia ayuda a controlar las poblaciones de herbívoros, lo cual mantiene el equilibrio de la vegetación necesario para un ecosistema saludable.
Los elefantes contribuyen al crecimiento de los árboles al controlar plantas invasoras y dispersar semillas mediante su estiércol. Según el World Wildlife Fund, la desaparición de estos grandes mamíferos provocaría la liberación de miles de millones de toneladas de carbono en África.
En la Amazonía, los tapires juegan un papel fundamental en la restauración de bosques degradados, ya que dispersan semillas en estas zonas, favoreciendo la regeneración natural de la vegetación. Este proceso incrementa la capacidad de estos ecosistemas para almacenar carbono, ayudando a mitigar el cambio climático.
La fauna marina como aliada clave contra el cambio climático

Las nutrias marinas controlan la población de erizos de mar, lo que permite que las algas crezcan y capturen grandes cantidades de dióxido de carbono, ayudando a mitigar el calentamiento global. Este mecanismo biológico captura millones de toneladas de CO2 al año, beneficioso para la estabilidad climática.
Por su parte, las ballenas acumulan toneladas de carbono durante su vida y, al fallecer, transportan ese carbono al fondo marino, contribuyendo a mantener bajos los niveles de gases de efecto invernadero. Además, sus migraciones dispersan nutrientes esenciales que fomentan el crecimiento del fitoplancton, responsable de captar una gran parte del CO2 atmosférico.
En los ecosistemas costeros, las ostras filtran grandes volúmenes de agua diariamente y construyen arrecifes que amortiguan el impacto de las tormentas y previenen la erosión, protegiendo así la biodiversidad marina y a las comunidades humanas frente al aumento del nivel del mar.
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