En 2022, un estudio publicado en la revista científica PLOS ONE documentó un comportamiento inusual en los pulpos del género Octopus tetricus. En la bahía de Jervis, al sureste de Australia, los investigadores observaron que estos cefalópodos lanzaban conchas, algas y limo a través del agua utilizando chorros generados por su sifón, el cual es un órgano tubular en forma de embudo que les permite moverse rápidamente y cambiar de dirección en el agua.
Sin embargo, lo sorprendente no fue la técnica empleada, sino que los lanzamientos con frecuencia impactaban a otros pulpos, lo que planteó la incógnita sobre la motivación detrás de dicha conducta.
El pulpo sombrío, de nombre científico Octopus tetricus, es una especie que vive principalmente en aguas templadas de Australia y Nueva Zelanda. En el sitio de estudio, una zona de alta concentración de individuos dentro de la bahía, la abundancia de alimento contrasta con la escasez de refugios adecuados, una condición que obliga a los pulpos a vivir más cerca unos de otros, lo que incrementa la frecuencia de sus interacciones.
Tradicionalmente, los pulpos han sido considerados animales solitarios y territoriales, conocidos por cazar en solitario, evitar a otros congéneres e incluso practicar el canibalismo. No obstante, los hallazgos de este estudio revelaron una faceta más compleja de su comportamiento social al documentar interacciones repetidas, posibles señales comunicativas y, en ciertos casos, una sorprendente tolerancia mutua.
¿En qué consistió el estudio?

La investigación, que abarcó observaciones realizadas entre 2011 y 2018, utilizó cámaras de vídeo estacionarias para registrar las actividades de los pulpos en su entorno natural, aunque fueron en particular los datos recopilados entre 2015 y 2016 aquellos que proporcionaron información detallada sobre los lanzamientos.
De acuerdo con la información publicada en PLOS ONE, durante un período de observación en 2015 se registraron 1543 interacciones entre pulpos, de las cuales varias incluyeron lanzamientos de materiales. En un caso destacado, una hembra identificada como T23F realizó 17 lanzamientos en un lapso de aproximadamente una hora, de los cuales nueve impactaron a otros pulpos cercanos.
Dicho comportamiento se observó en un contexto de interacciones repetidas, como forcejeos y acercamientos, lo que reforzó la hipótesis de que algunos lanzamientos podrían estar dirigidos intencionalmente hacia otros individuos.
Así mismo, el análisis de los vídeos permitió a los investigadores identificar patrones en los lanzamientos, por ejemplo, los pulpos recogían materiales con sus brazos y los sostenían bajo la membrana braquial antes de expulsarlos con fuerza mediante un chorro de agua generado por el sifón. Este proceso, que requiere una coordinación precisa, permite que los materiales sean proyectados a través del agua, incluso contra la resistencia que esta ofrece.
En algunos casos, los lanzamientos parecían estar cuidadosamente dirigidos, como cuando un pulpo ajustó la posición de su sifón para alterar el ángulo del lanzamiento y aumentar la probabilidad de impacto.
¿Por qué los pulpos se lanzan objetos?

Según los resultados recabados, los lanzamientos de diversos materiales se registraron en una amplia variedad de contextos, por ello, los investigadores categorizaron este comportamiento según su propósito:
Interacciones sociales: algunos lanzamientos ocurrieron en enfrentamientos directos entre pulpos, como intentos de apareamiento, peleas o acercamientos a una guarida ocupada. En ciertos casos, los materiales impactaron a otro pulpo, sugiriendo que se trata de un rol defensivo o agresivo según la situación.
Mantenimiento de guaridas: los pulpos eliminaban escombros acumulados dentro o cerca de sus refugios con este método de propulsión.
Eliminación de restos de alimentos: tras alimentarse, los pulpos descartaban los restos de alimentos utilizando un lanzamiento a chorro.
Respuesta a objetos externos: en algunos casos, se observaron lanzamientos dirigidos a cámaras fijas empleadas durante la investigación, por lo que los especialistas consideraron la reacción como un posible reconocimiento de estos dispositivos como intrusos en su entorno.
Una pregunta central en la investigación fue si los impactos eran accidentales o deliberados, y gracias a que los investigadores fueron cautelosos al interpretar la puntería, encontraron patrones sugerentes. Por ejemplo, en el caso de la hembra T23F lanzó 17, el ángulo del lanzamiento fue ajustado de forma que solo esa elección permitía un impacto.
Además, los movimientos preparatorios del lanzador, como el posicionamiento de su anatomía o la selección de entre qué brazos lanzar el material, y las reacciones del objetivo, como levantar un brazo en señal de defensa o agacharse antes del impacto, refuerzan la hipótesis de una acción deliberada, un comportamiento que recuerda, en su forma más primitiva, a estrategias sociales agresivas o de advertencia.
Los investigadores también encontraron que las hembras lanzaban más frecuentemente y con más fuerza. En las secuencias más notables, el material lanzado era mayoritariamente limo, que, si bien tiene poco impacto físico, puede tener un fuerte efecto al envolver parcialmente al pulpo receptor.
Aunque no los ayude a resolver sus problemas, este comportamiento puede “ayudar a gestionar las interacciones sociales cuando los pulpos viven muy cerca”, afirma para National Geographic Chelsea Bennice, ecóloga marina de la Universidad Atlántica de Florida, Estados Unidos. En ese contexto, la conclusión de la especialista es que arrojarse conchas y limo unos a otros puede ser la forma en que estos pulpos defienden su territorio o dicen a sus posibles parejas que no están interesados.
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