La sarna es una enfermedad cutánea provocada por ácaros microscópicos que se incrustan en la piel, causando una intensa picazón, inflamación, pérdida de pelo y lesiones abiertas. En los perros, esta afección puede provocar un deterioro físico extremo, haciéndolos vulnerables a infecciones secundarias, anemia y dolor constante. Cuando no se trata a tiempo, la sarna puede desfigurar por completo la apariencia del animal y afectar profundamente su calidad de vida.
Existen dos tipos principales de sarna canina, la sarcóptica y demodécica. La primera es altamente contagiosa y puede transmitirse a otros animales e incluso a los humanos. La segunda, si bien no es contagiosa, suele ser más severa cuando el sistema inmunológico del animal está comprometido. En ambos casos, el tratamiento requiere atención veterinaria especializada, medicamentos y cuidados constantes. Los perros callejeros, que viven en condiciones de abandono, son los más susceptibles a sufrir esta enfermedad en su forma más grave.
Ese fue el caso de Poleng, un perro de Bali, Indonesia, que había sido invadido por la sarna hasta tal punto que su cuerpo parecía tallado en piedra. Su piel, cubierta por placas gruesas, secas y costrosas, colgaba como una armadura rota. A simple vista, resultaba difícil imaginar que aún hubiera vida bajo ese caparazón. Sin embargo, Poleng logró sobrevivir gracias al instinto, la resistencia y la compasión de una comunidad que no miró hacia otro lado.
El hallazgo de Poleng, un perro convertido en piedra

El 30 de abril, el refugio Little Steps Matter Bali compartió en sus redes sociales la historia de Poleng, un perro callejero cuyo caso fue descrito como uno de los más severos de sarna que habían visto en años. Con apenas seis años, este can sobrevivió en la calle gracias a una comunidad que, al verlo vulnerable, decidió protegerlo y alimentarlo como podía. Fue la familia de Ibu Komang quien finalmente le ofreció refugio en su casa y quien solicitó ayuda al refugio al notar que un miembro del equipo estaba alimentando a otro perro cercano.
Cuando los rescatistas se acercaron a Poleng, se encontraron con un cuadro devastador, pues su cuerpo entero estaba cubierto de sarna, sus movimientos eran dolorosos y su piel colgaba de su cuerpo como si hubiera sido quemada. La apariencia de sus heridas lo hacía irreconocible como un perro normal y cada toque o caricia era una tortura para él, lo cual dificultó el proceso de rescate. Sin embargo, lograron capturarlo y trasladarlo a una clínica veterinaria especializada, donde comenzó de inmediato un tratamiento médico intensivo.
Los veterinarios iniciaron diversos procesos de análisis para comprender la magnitud del daño, incluyendo estudios de sangre que confirmaron una infección activa, anemia y una avanzada infestación por sarna.
Poleng fue atendido con esmero y paciencia, y el refugio inició una campaña para recaudar fondos que permitieran cubrir los gastos médicos. A través de sus redes sociales, hicieron un llamado a la solidaridad y recalcaron que cada donación, por mínima que fuera, sería un paso hacia la recuperación de este ser que había sufrido tanto.
El renacer de Poleng, la piel sana y el alma en paz

Tan solo 12 días después de su rescate, el 11 de mayo, el equipo de Little Steps Matter Bali compartió una actualización sobre el estado de salud de Poleng, en la que el perro había comenzado a mostrar una notable mejoría.
Las costras que cubrían su cuerpo comenzaron a desprenderse, especialmente en las extremidades, y la piel, antes agrietada y endurecida, empezaba a regenerarse. El dolor también disminuyó lo suficiente como para que permitiera las primeras caricias suaves, un gesto que indicaba no solo recuperación física, sino también emocional.
El equipo del refugio lo visita a diario, llevándole alimento casero especialmente preparado para acelerar su recuperación. La medicación y los baños medicados han sido fundamentales en este proceso. Aunque todavía se muestra tímido, Poleng ha comenzado a salir de su jaula por voluntad propia. El miedo que lo paralizaba empieza a transformarse en confianza, y poco a poco su verdadera personalidad emerge: un perro tranquilo, agradecido y con ganas de vivir.
Actualmente, Poleng continúa en tratamiento, pero su evolución es tan prometedora que se vislumbra un futuro en el que podrá ser adoptado por una familia amorosa. Por el momento, aún no ha sido ubicado en un hogar definitivo, pero el refugio ya contempla esa posibilidad.
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