
Un retrato en acuarela y una medalla de la Cruz Azul fueron subastados en 2013 en Bristol, Inglaterra, revelando una historia extraordinaria que permanecía en el olvido durante décadas. Los objetos pertenecientes a una perra gran danesa que protagonizó actos heroicos que salvaron vidas en dos ocasiones distintas, durante la Segunda Guerra Mundial.
La desactivación de artefactos explosivos es una actividad extremadamente peligrosa que requiere los más altos niveles de inteligencia, tenacidad y disciplina. Sin embargo, el primer hecho que convirtió a Juliana, el gran danés, en una heroína fue la peculiar forma de apagar una bomba.
En la subasta se destacó la singularidad de la historia detrás de estos artículos, que finalmente se vendieron por mil 100 libras (mil 350 dólares estadounidenses), muy por encima de las 60 libras inicialmente previstas. El legado de Juliana, inmortalizado en su retrato y medallas, es un testimonio de la conexión única entre los humanos y los animales, y de cómo estos últimos se convierten en verdaderos héroes en momentos de necesidad.
La gran hazaña de Juliana

La historia de Juliana se remonta a abril de 1941, en pleno apogeo del Blitz, la campaña de bombardeos masivos que la Luftwaffe alemana llevó a cabo contra Gran Bretaña entre septiembre de 1940 y mayo de 1941. Según relató el medio We Are The Mighty —especializado en historias militares—, más de 43 mil 500 civiles perdieron la vida y dos millones de viviendas fueron destruidas en este periodo. Londres, como epicentro de los ataques, sufría constantes bombardeos nocturnos.
Uno de los hogares afectados fue el de Juliana, una gran danesa que vivía con su dueña en la capital británica. La bomba incendiaria alemana atravesó el techo de la casa y en lugar de huir o mostrar temor, la perra se acercó al artefacto y, sin que nadie lo esperara, orinó sobre él, lo que apagó el fuego antes de que pudiera propagarse.
La hazaña no solo salvó la vivienda, sino también las vidas de quienes se encontraban en su interior. Por esta acción, Juliana recibió su primera medalla de la Cruz Azul, un reconocimiento creado durante la Primera Guerra Mundial para honrar a los animales que demostraban valentía en situaciones extremas.
Tres años después, en noviembre de 1944, Juliana volvió a demostrar su heroísmo. De acuerdo con We Are The Mighty, un incendio se desató en la zapatería que regentaba la dueña de la perra. Juliana alertó a la familia, permitiendo que todos evacuaran el edificio a tiempo y evitando una tragedia mayor. Este segundo acto de valentía le valió una segunda medalla de la Cruz Azul, recalcando su lugar como una de las heroínas más inusuales de la guerra.
Reavivar el legado de una heroína

A pesar de sus hazañas, el destino de Juliana fue trágico. En 1946, un año después del fin de la guerra, la gran danesa murió tras ingerir veneno que alguien introdujo a través del buzón de la casa familiar. Según informó Common Place Facts, nunca se esclarecieron las circunstancias de este suceso, pero marcaron un final prematuro para una vida llena de valentía y lealtad.
Décadas después, la historia de Juliana resurgió gracias a la subasta de sus pertenencias. Según la BBC, el retrato en acuarela de la perra y su segunda medalla de la Cruz Azul fueron encontrados durante la liquidación de una propiedad en Bristol. La placa del retrato narraba el acto heroico de Juliana al desactivar la bomba incendiaria, mientras que la medalla conmemoraba su intervención durante el incendio.
Aunque Juliana no era un perro de trabajo militar, su historia destaca el papel que los animales desempeñan en tiempos de guerra. Según destacó el subastador Philip Taubenheim, “rara vez hay una historia tan interesante detrás de los artículos que manejamos”. La vida de esta gran danesa es un recordatorio de que el heroísmo puede encontrarse en las formas más inesperadas, incluso en un animal cuya valentía salvó vidas en uno de los períodos más oscuros de la historia moderna.
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