
Un grupo de más de 100 rinocerontes prehistóricos quedó sepultado bajo cenizas volcánicas en lo que hoy es el noreste de Nebraska , un evento que ha permitido a los científicos reconstruir aspectos clave de su comportamiento y hábitat. Según un estudio reciente de la Universidad de Cincinnati , estos animales, conocidos como Teleoceras major, no migraban grandes distancias ni respondían de manera inmediata a los desastres naturales, como la erupción del supervolcán de Yellowstone que los llevó a su extinción en esa región.
El análisis, publicado en la revista Scientific Reports, se basó en el estudio de los isótopos presentes en los dientes fósiles de estos rinocerontes. Los investigadores utilizaron proporciones de isótopos de estroncio, oxígeno y carbono para rastrear los movimientos de los animales y determinar su dieta y entorno, lo cual permitió concluir que los rinocerontes permanecían en áreas relativamente pequeñas, alimentándose de la vegetación local y sin realizar migraciones estacionales significativas.
El evento que sepultó a estos rinocerontes ocurrió hace aproximadamente 12 millones de años, cuando una erupción del supervolcán de Yellowstone lanzó cenizas que se desplazaron más de mil 125 kilómetros (700 millas) hasta lo que hoy es Nebraska.
El comportamiento de los rinocerontes prehistóricos

Clark Ward, autor principal del estudio, explicó que la ceniza volcánica se acumuló en capas de hasta 30 centímetros (12 pulgadas) de profundidad en algunas áreas, cubriendo por completa la vegetación, el agua y el suelo.
Ward detalló que los rinocerontes no murieron de inmediato, como ocurrió con las víctimas de la erupción del Vesubio en Pompeya. Este proceso fue más bien lento, ya que los animales inhalaron cenizas tóxicas y, al no encontrar alimento ni agua limpia, probablemente murieron de hambre. Este escenario quedó registrado en el Parque Histórico Estatal Ashfall Fossil Beds , donde se descubrieron los fósiles en 1971.
El Teleoceras major era un rinoceronte de un solo cuerno, con un cuerpo robusto y patas cortas que lo asemejaban a un hipopótamo. Al igual que estos últimos, se alimentaba principalmente de hierba y pasaba gran parte de su tiempo en el agua o cerca de ella. Según Ward, su gran tamaño los protegía de la mayoría de los depredadores del Mioceno, aunque sus crías eran vulnerables a ataques de carroñeros, como los llamados “perros trituradores de huesos”. Los fósiles encontrados en Nebraska muestran evidencia de que estos depredadores aprovecharon los cadáveres de los rinocerontes después de su muerte. En el sitio se identificaron huellas de perros prehistóricos de hasta 45 kilogramos (99 libras), lo que confirma su presencia en la zona.
El análisis de isótopos en los dientes fósiles fue clave para entender el comportamiento de estos animales, ya que las plantas que consumen los rinocerontes contienen proporciones de isótopos que reflejan las características del suelo y la geología del área donde crecen. Lo anterior hizo que los investigadores pudieran rastrear con precisión los lugares donde los animales se alimentaban y confirmar que no realizaban migraciones significativas.
“Descubrimos que no se desplazaron mucho”, afirmó Ward en un comunicado. “No encontramos evidencia de migración estacional ni de una respuesta al desastre”. Este hallazgo contradice la hipótesis inicial de que los rinocerontes podrían haber convergido desde diferentes regiones en busca de refugio tras la erupción volcánica.
Un ecosistema devastado por la ceniza

La erupción del supervolcán de Yellowstone tuvo un impacto devastador en el ecosistema de la región. La ceniza no solo cubrió la vegetación, sino que también contaminó las fuentes de agua, creando un entorno hostil para la vida. Según Ward, este fenómeno habría afectado a una amplia variedad de especies, no solo a los rinocerontes.
El estudio de los fósiles en el Parque Histórico Estatal Ashfall Fossil Beds ha proporcionado una ventana única al pasado, permitiendo a los científicos comprender cómo los desastres naturales pueden moldear los ecosistemas y las especies que los habitan. Este hallazgo no solo arroja luz sobre la vida de los rinocerontes prehistóricos, sino que también destaca la importancia de los registros fósiles para entender los cambios ambientales a lo largo del tiempo.
El análisis de los fósiles de Teleoceras major en Nebraska muestra detalles sobre su comportamiento, dieta y entorno, al tiempo que subraya el impacto de los desastres naturales en las especies que habitaron la Tierra hace millones de años. Este estudio, liderado por la Universidad de Cincinnati recuerda cómo la ciencia puede reconstruir el pasado a partir de las huellas que dejaron los seres vivos en su entorno.
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