
La Asociación de Veterinarios Especializados en Animales de Compañía de Argentina menciona que el síndrome del gato volador hace referencia a las lesiones que los felinos sufren al caer desde una altitud superior a los dos pisos (equivale a siete metros de altura aproximadamente). Este concepto describe las heridas que los gatos sufren en estos accidentes, las cuales pueden variar en gravedad, pero que a menudo incluyen fracturas y lesiones internas.
La fuerza del impacto durante la caída del gato está directamente relacionada con la velocidad que alcance y su peso. A medida que desciende, la velocidad aumenta progresivamente hasta que, en un determinado punto, el felino alcanza lo que se conoce como velocidad terminal. Este es el momento en el que la resistencia del aire iguala el peso del gato, lo que provoca que deje de acelerar.
En ese instante, el gato tiene la capacidad de relajarse y preparar su cuerpo para el impacto. De hecho, en caídas desde una altura equivalente a cinco pisos, el felino puede alcanzar una velocidad terminal de hasta 97 km/h. A esa velocidad, aunque el impacto sigue siendo peligroso, la caída se vuelve más predecible y manejable para el animal, ya que puede utilizar su reflejo de enderezamiento para aterrizar de pie. Sin embargo, esto no elimina el riesgo de lesiones, que pueden ser graves dependiendo de la altura y las condiciones del impacto.
Lesiones que pueden presentarse tras la caída

Según la Asociación de Veterinarios Especializados en Animales de Compañía de Argentina, la gravedad de las lesiones ocasionadas por esta accidente depende de factores principales como: la altura, el peso y edad del gato, la superficie donde aterriza (concreto vs pasto) y la interferencia con objetos (aire acondicionados, aleros, ramas, etc.) durante la caída.
La lesión más común que se presenta por dichas caídas es el trauma torácico. El 90% de los gatos que sufre del síndrome del gato volador presenta una lesión en el tórax, siendo la contusión pulmonar (68 %) y el neumotórax (63%) las más frecuentes.
Las lesiones maxilofaciales son las segundas más comunes entre los gatos que sufren caídas, representando aproximadamente el 56% de los casos. Estas incluyen daños como abrasiones en la cara, fracturas en el paladar duro, el maxilar, la mandíbula y los dientes, así como luxaciones de la articulación temporomandibular.
Las fracturas de las extremidades se presentan en un 39% de los casos; las cuales se presentan en diferentes miembros.
Por otro lado, las lesiones de abdomen y esqueleto axial son las menos frecuentes.
Tratamiento de las heridas sufridas por las caídas

De acuerdo a información de la Asociación de Veterinarios Especializados en Animales de Compañía de Argentina, la revisión de los pacientes tras las caídas debe seguir el siguiente proceso:
- Lo primero que hay que hacer es checar las vías aéreas y checar si se presenta alguna inflamación oro-faríngea, fracturas o sangrado excesivo.
- Los gatos que sufren traumas a menudo presentan contusión pulmonar y neumotórax, problemas que afectan la respiración. Si un gato tiene dificultad para respirar, es fundamental proporcionarle oxígeno adicional (usando una máscara, collar isabelino o una caja especial). Es importante recordar que un gato con problemas respiratorios es muy vulnerable, por lo que se debe evitar a toda costa causarle estrés o intentar manipularlo en exceso. La sedación, con medicamentos como butorfanol y acepromacina, puede ser útil para reducir la ansiedad y facilitar su manejo.
Si el gato muestra signos de neumotórax, como dificultad para respirar, respiración rápida o superficial, sonidos pulmonares débiles o un cambio en la posición del corazón al escuchar con el estetoscopio, es necesario realizar una toracocentesis. Este procedimiento consiste en extraer el aire acumulado en los pulmones para ayudar a que el gato respire mejor.
- Los gatos traumatizados a menudo presentan lo que se conoce como shock cardiovascular. Durante esa etapa, los felinos pueden tener una frecuencia cardíaca normal o baja, lo que disminuye el flujo sanguíneo y provoca hipotermia. Esto, a su vez, reduce la respuesta vascular y causa hipotensión. El shock en los gatos se caracteriza por bradicardia, hipotensión e hipotermia, y cada uno empeora al otro.
El tratamiento incluye la administración cuidadosa de líquidos (10-15 ml/kg) y el recalentamiento para mejorar el gasto cardíaco y la presión arterial.
La analgesia es esencial durante la estabilización; ya que con dolor los gatos pueden volverse agresivos o vocalizar. Una vez estabilizado el gato, se realiza una evaluación física completa para determinar la extensión de las lesiones. Es crucial hacer una radiografía del tórax, ya que una ruptura de diafragma puede no ser evidente clínicamente. La cirugía de lesiones específicas debe esperar hasta que el paciente esté más estable.
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