
El conflicto alrededor de Subnautica 2 ha escalado hasta llegar a demandas legales, acusaciones mutuas y la preocupación de una comunidad global. El centro del debate es un bono de aproximadamente $270 millones de dólares vinculado al desempeño financiero del juego, un retraso estratégico señalado por los creadores originales y la respuesta pública de Krafton sobre la gestión del estudio después de su adquisición.
Se plantea la pregunta de por qué se destituyó a los fundadores de Unknown Worlds, si era posible evitar el retraso de Subnautica 2, y qué está en juego tanto para los millones de jugadores como para la reputación consolidada de la franquicia Subnautica.
El origen del conflicto: despidos y demandas
La situación se agravó tras el despido de Charlie Cleveland, Max McGuire y Ted Gill, quienes han sido líderes fundamentales de Unknown Worlds. Poco después de que la editorial coreana Krafton adquiriera la compañía por alrededor de $540 millones de dólares, se estableció un bono adicional de $270 millones de dólares para los exdirectivos si Subnautica 2 y otros títulos alcanzaban objetivos de ingresos establecidos para 2025 y 2026.
Sin embargo, a medida que el desarrollo de Subnautica 2 se retrasaba, surgieron tensiones. Krafton responsabilizó a Cleveland y McGuire por abandonar sus posiciones para dedicarse a proyectos personales: Cleveland se orientó hacia el cine y McGuire a intereses ajenos al desarrollo principal.
Según documentos legales, solo Gill permaneció involucrado, pero centró sus acciones en maximizar beneficios inmediatos, de acuerdo con la editorial. La ausencia de los fundadores originales afectó tanto la moral como el desempeño del estudio, lo que en 2024 culminó en una evaluación interna negativa y en el despido de los tres ejecutivos.
En respuesta, Cleveland, McGuire y Gill interpusieron una demanda contra Krafton. Alegaron que la editorial retrasó intencionalmente el lanzamiento anticipado de Subnautica 2 para evitar el pago del bono, lo que causó indignación entre los seguidores y llamados al boicot. El caso pronto ganó notoriedad en los medios y en la discusión pública, poniendo el foco en cómo las grandes editoras gestionan franquicias tras adquisiciones de gran magnitud.

Acusaciones y controversias públicas entre ambas partes
Los ex fundadores sostienen que Krafton ha privilegiado el control financiero sobre el aspecto creativo, retrasando el lanzamiento del juego para evitar cumplir con el compromiso millonario. Afirman además que esta decisión no solo los perjudica a ellos, sino también a unos 40 empleados del estudio, quienes también estaban contemplados para recibir parte del bono si se cumplían los objetivos.
Por su parte, Krafton argumenta formalmente que el desarrollo de Subnautica 2 se vio perjudicado por la falta de liderazgo y compromiso de Cleveland y McGuire después de que ambos recibieran cerca de $220 millones de dólares cada uno por la venta.
Según la editorial, esta desvinculación provocó problemas productivos y disminuyó la confianza del equipo. Fuentes internas citadas en la respuesta legal detallan cómo la ausencia de estos directivos causó incertidumbre entre los desarrolladores y una merma en la calidad del trabajo.
Krafton no solo rehúsa la acusación de haber demorado el juego de manera deliberada, sino que argumenta que el retraso fue necesario para proteger la franquicia contra posibles “daños irreversibles”, comparando la situación con el caso de Kerbal Space Program 2, un juego cuya problemática gestión terminó por deteriorar su reputación.
Impacto para Subnautica y su comunidad
El conflicto interno relacionado con Subnautica 2 ha trascendido los aspectos laborales y legales, generando una creciente preocupación entre los jugadores y los empleados del estudio. El lanzamiento anticipado del título, originalmente previsto para 2025 y ahora pospuesto hasta 2026, ha provocado frustración en la comunidad, que teme que los conflictos corporativos terminen por afectar la calidad y el futuro de la franquicia en la que han puesto años de entusiasmo y expectativa.
El bono de $270 millones de dólares se ha convertido en un punto sensible, ya que solo $27 millones estarían destinados a los trabajadores de Unknown Worlds, mientras el resto sería para los altos cargos despedidos.
Las declaraciones públicas y la judicialización del conflicto han aumentado el escrutinio sobre la gestión de Krafton, su inversión total en la franquicia, la que planea ampliar con futuras secuelas, y el futuro tanto de los empleados como de los numerosos jugadores atentos al desenlace.
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