REVIEW | Kiborg: Morir y repetir dentro de un reality show

El roguelike de Sobaka Studio nos invita a un torneo mortal con reminiscencias a varios clásicos del cine de los 80’s y un sistema de combate entretenido

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Kiborg, de Sobaka Studio.
Kiborg, de Sobaka Studio.

En una época en la que los roguelike dominan la escena independiente, alcanzando todos los géneros habidos y por haber, Sobaka Studio encontró una forma de traernos una propuesta original. Aprovechando la falta de beat ‘em ups en 3D, el estudio ruso nos invita a escapar de una prisión participando de un programa de televisión que termina siempre con la muerte del protagonista (si es que no puede escapar). El resultado es Kiborg, un título de acción frenético que comienza lento y va mejorando a medida que nos acostumbramos a pelear contra grandes grupos de enemigos.

La historia nos pone en la piel de Morgan Lee, un prisionero condenado a 1300 años por una serie de crímenes que no cometió. Su única esperanza de recuperar la libertad es ganar un reality show llamado “El Último Boleto”, en el que deberá asesinar al resto de los prisioneros en una serie de arenas mientras intenta llegar al último piso de la torre-prisión. La dinámica narrativa implica la conducción estelar de Volkov, una suerte de mutante que organiza el evento y se encarga de revivir a Morgan cada vez que falla su misión y muere. Esta parte racionaliza el componente roguelike y, además, justifica la amnesia del protagonista que recuperará una parte de sus recuerdos cada vez que terminemos una partida completa y así en subsiguientes dificultades.

Kiborg, de Sobaka Studio.
Kiborg, de Sobaka Studio.

De buenas a primeras, Kiborg suena como un roguelike más, pero a medida que vamos aprendiendo los pormenores del sistema de combate entenderemos que la propuesta va por otro lado. Es cierto que el anzuelo narrativo está bien implementado y vamos a tener ganas de saber más sobre el pasado de Morgan, pero en realidad seguiremos jugando porque es simple y llanamente divertido. Al comienzo cuesta acostumbrarse a pelear rodeado de enemigos en escenarios que, muchas veces, no nos permiten ver de donde nos están atacando. Pero si aprendemos a utilizar algunas mecánicas básicas pronto estaremos repartiendo piñas, patadas y reventando cráneos a diestra y siniestra.

Morgan Lee no parece humano. Tiene una fuerza atroz, se desplaza con una velocidad sobrehumana y un instinto asesino ajeno a toda noción de moral. Lo mejor es que puede modificar su cuerpo instantáneamente, reemplazando sus extremidades, el corazón e incluso su cabeza por partes nuevas en cuestión de segundos. Así, la propuesta jugable se entrelaza con la narrativa y consigue un resultado compacto que cierra por todos lados. Esto no significa que sea un juego perfecto, de hecho hay algunos problemas con colisiones erráticas y controles que a veces parecen no responder como deberían, pero al final del día los aspectos negativos terminan pasando a segundo plano por lo divertido que resulta pelear.

Kiborg, de Sobaka Studio.
Kiborg, de Sobaka Studio.

Un gran acierto de Sobaka Studio fue hacer que la progresión sea relativamente generosa. Entonces, por más que hayamos perdido una partida de media hora, siempre tendremos nuevas mejoras que comprar en un extenso y variado árbol de habilidades. Encontraremos nuevos combos que aplican estados anormales o hacen daño elemental, podremos aumentar la vida y la resistencia de nuestro protagonista y hasta comenzar la partida equipados con armas de todo tipo. Una vez que tenemos las primeras mejoras compradas la dinámica de juego cambia radicalmente y, por más que las probabilidades estén siempre en nuestra contra, pronto nos sentiremos una máquina de matar encerrada con un puñado de presos indefensos.

Cada vez que terminamos una arena con enemigos recibiremos un premio al azar. Según lo que hayamos desbloqueado en el árbol de habilidades podremos recibir una mutación (estas tienen efectos positivos a costa de alguno negativo), puntos de mejora, nuevas armas y hasta una nueva parte para reemplazar. Lo interesante es que siempre tendremos una elección en forma de una bifurcación en el camino, por ejemplo, hacia la izquierda habrá un enemigo poderoso pero como recompensa un arma primaria (siempre al azar) y a la derecha un templo de curación sin combates. A veces ambos caminos llevan a una batalla, otras a minijuegos simples de destreza que nos otorgan créditos temporales y nos dan la oportunidad de curarnos. Lo interesante es ir aprendiendo qué significa cada ícono y jugarnos a arriesgar, todo es una apuesta pero vale la pena correr el riesgo cuando el premio son ventajas esenciales para derrotar el jefe final de la partida.

Kiborg, de Sobaka Studio.
Kiborg, de Sobaka Studio.

Las partidas en sí son relativamente largas, promediando los 30 o 40 minutos, y la primera dificultad hace las veces de tutorial. Al completar la torre en la Dificultad 1 desbloquearemos el modo arena, que ofrece una partida de supervivencia con 25 batallas seguidas y recompensas cosméticas de todo tipo, y un pedacito de los recuerdos de Morgan. Si bien al comienzo parece un juego difícil, si mejoramos ciertas habilidades y aprendemos a gestionar los riesgos pronto estaremos arrasando enemigos a nuestro paso. Para eso es vital aprender a combinar las partes robóticas y elegir las que mejor funcionan entre sí. En este aspecto Kiborg brilla por la cantidad de opciones y combinaciones posibles, entre las cuales no hay que buscar una combinación correcta sino la que mejor se adapte a nuestro estilo de juego.

Gracias a estas modificaciones Morgan puede disparar lásers de los ojos mientras apunta con un arma primaria, teletransportarse y electrocutar enemigos en el camino, desplazarse al ras del piso dejando una estela de fuego y hasta sacrificar parte de su máximo total de vida para invocar criaturas mutantes para que lo asistan en batalla. Mientras más jugamos más partes se irán habilitando y a su vez desbloquearemos la posibilidad de mejorarlas luego de cada pelea. Las posibilidades son grandiosas y, si a esto le sumamos lo bien que funciona el sistema de combate, no es una sorpresa que Kiborg sea un roguelike tan divertido y difícil de soltar.

Kiborg, de Sobaka Studio.
Kiborg, de Sobaka Studio.

La mayor contra de Kiborg es que nos deja con ganas de más. Durante las largas noches de partidas extensas me encontré imaginando un modo cooperativo, también pensando en que podría haber mejores jefes o al menos batallas grandes mejor diseñadas. Lo mismo sucede con el sistema de control que a veces se siente con un poco de retraso, en especial a la hora de controlar el movimiento de Morgan, pero al final del día son detalles que quedan en el olvido ante lo divertido de la propuesta en general. Me hubiera gustado que la historia se desarrolle de una forma menos segmentada, al menos para conquistar más rápido a los jugadores a quienes le resulte más difícil sobrevivir a las primeras dos o tres torres, pero en lo personal me pareció que el arco de dificultad es adecuado y desafiante.

Kiborg es un roguelike como tantos otros que brilla gracias a su propuesta de combate divertida y variada. Podría haber sido un gran brawler narrativo y, para mi gusto, no necesita el componente roguelike, pero tiene todos los ingredientes para ser uno de esos títulos a los que volvemos constantemente para jugar un par de partidas y conocer un poco más de la historia del protagonista. Técnicamente cumple y funciona sin problemas técnicos, de hecho por momentos es hasta vistoso, pero lo mejor sigue siendo el apartado jugable y sus batallas divertidas. Al final del día, el juego de Sobaka Studio se destaca por los mejores motivos que un videojuego puede hacerlo: su jugabilidad y lo divertido de su propuesta.

8
Carrera contra la muerteKiborg sorprende con una propuesta divertida repleta de acción, que se sostiene gracias a un combate sólido y una progresión balanceada. En el medio hay una historia interesante, pero la diversión está en las batallas.
Revisado en Xbox Series X
Plataformas:
PCPlayStation 4PlayStation 5Xbox OneXbox Series SXbox Series X