REVIEW | Drop Duchy - Tan difícil de describir como de dejar de jugar

Sleepy Mill Studio nos ofrece una experiencia de juego que pone a prueba nuestra habilidad al Tetris, la construcción de mazos y la estrategia por partes iguales

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Drop Duchy, de Sleepy Mill
Drop Duchy, de Sleepy Mill Studio.

Desde un tiempo a esta parte, el concepto de fusionar géneros diametralmente opuestos se volvió bastante popular. Esto es algo que suelo ver con frecuencia dentro del ámbito del desarrollo de videojuegos independientes, donde los estudios no temen a esta cuestión de experimentar. Gracias a ello, solemos recibir todo tipo de propuestas que toman ‘un poco de esto y un poco de aquello’ para dar lugar a algo completamente nuevo. Por supuesto, estas mezclas no siempre salen bien, pero existen casos de éxito donde la combinación de lo más improbable resulta en algo sumamente novedoso, tal como sucede con Drop Duchy. En este sentido, Sleepy Mill Studio logró crear una propuesta con una jugabilidad sólida, sin costuras extrañas que nos recuerda el irresistible encanto de la creatividad.

Debo reconocer que llegué a Drop Duchy con cierto escepticismo, tal como sucede cuando un amigo me invita a un festejo de cumpleaños donde sólo conozco a muy pocas personas y el temor a sentirme aburrido se hace presente. De hecho, el trabajo de Sleepy Mill Studio es como una fiesta, pero con la diferencia de que los invitados me resultan conocidos. El tema es que no lograba entender qué hacían todos ellos en un mismo lugar. A lo que voy es que estamos frente a un juego que combina mecánicas propias del Tetris con construcción de mazos y estrategia, sumado a una progresión roguelike. Todo me resultaba sumamente familiar, pero extraño al mismo tiempo. Sin embargo, tan sólo bastó con jugar una partida para darme cuenta que estaba frente a un título único que funciona muy bien.

Drop Duchy no tiene una historia interesante o demasiado elaborada. Y para ser sincero, tampoco le hace falta. Simplemente asumimos el papel de una especie de señor feudal (presumiblemente un duque) que está a cargo de una región medieval. Nuestro trabajo consiste en establecer una ciudad y expandir el territorio, lo cual implica adquirir tierras, obtener recursos, y reclutar tropas para defendernos. Hasta donde sé, nosotros somos los “buenos” porque tenemos el rol protagónico, y todos los que se interponen en el camino son los malos porque intentan impedir que logremos alcanzar el objetivo planteado. Así de simple.

Drop Duchy, de Sleepy Mill
Drop Duchy, de Sleepy Mill Studio.

Ahora, si bien la narrativa es básica, la jugabilidad es otro cantar. El título es increíblemente adictivo y puede arrebatarnos una hora de tiempo con mucha facilidad. Cada partida comienza en un mapa cuya estructura es similar a la de Slay the Spire, por poner un ejemplo. Es decir, partimos de un punto inicial y podemos elegir diferentes nodos que visitar donde nos aguardan diferentes tipos de desafíos o eventos. A veces podemos optar por una ruta pacífica, mientras que en otras vamos a tener que combatir. El objetivo es superar tres zonas, cada una con un jefe final, para así alcanzar la victoria.

Una vez accedemos a un nodo, todo se desarrolla de forma muy sencilla, del mismo modo que una partida de Tetris. Tenemos un tablero y piezas que caen desde la parte superior, las cuales debemos acomodar en el mismo. Cada pieza puede rotarse y encajarse del mismo modo que los tetrominos tradicionales, aunque aquí algunas cuentan con menos de cuatro casillas. Al formar una fila, en lugar de ‘desaparecer’ el juego considera que ‘exploramos’ dicha línea, por lo que obtenemos recursos (madera, piedra, oro o alimentos) por cada una de las fichas que la forman. Puede sonar algo aparatoso describir esto en palabras, pero en la práctica es sumamente sencillo.

Cada pieza que cae hacia el tablero representa algún tipo de terreno: prados, bosques, montañas, ríos o zonas desérticas. Hasta ahí todo bien, pero recordemos que en Drop Duchy también tenemos cartas. Entonces, la primera dificultad radica en encajar y combinar los naipes de nuestro mazo que representan edificios divididos en Producción y Militares, con los terrenos previstos para cada ubicación. Por ejemplo, en algunas zonas el 70% de las piezas son de bosque y el 30% restante de llanura. Aquí es donde entra en juego la estrategia, puesto que teniendo esta información debemos asegurarnos de llevar una baraja que mejor aproveche el tipo de terreno predominante.

Drop Duchy, de Sleepy Mill
Drop Duchy, de Sleepy Mill Studio.

Algunas etapas nos permiten recolectar recursos pacíficamente, aunque ello conlleva una penalización ya que el poder de los jefes aumenta. Por otro lado, tenemos niveles en los que debemos combatir, donde se añaden edificios pertenecientes a los enemigos a nuestro mazo de cartas. Eso fortalece la jugabilidad con una gruesa capa de estrategia adicional elevando la profundidad de Drop Duchy notablemente. Entonces, lo que a priori comienza como una simple partida de Tetris se convierte en todo un rompecabezas que debemos armar a conciencia. Al igual que sucede con nuestros edificios, las estructuras enemigas también pueden sacar provecho de los terrenos, por lo que es necesario evaluar con detenimiento donde vamos a poner esa pieza de bosque o llanura que viene bajando por el tablero.

Lo interesante es que la colocación de las piezas es tan solo una de las muchas decisiones difíciles que estamos obligados a tomar. A esto se suma que el espacio de la cuadrícula se reduce poco a poco, dejando cada vez menos margen para maniobrar y -por ende- cometer errores. Sucede que cuando se coloca la última pieza, si hay enemigos presentes, comienza la fase de batalla, y cuando esto sucede es la táctica la que se roba el protagonismo. El combate se sostiene en un triángulo de piedra-papel-tijera donde las tropas con flechas vencen a la infantería pesada con hachas y estos, a su vez, tienen ventaja contra los soldados ligeros que portan espadas que son fuertes contra los arqueros.

En la práctica, las batallas se desarrollan de un modo simple, pero efectivo. Simplemente debemos elegir el orden en que nuestras tropas atacarán a los enemigos, creando una secuencia que nos permita explotar las fortalezas y debilidades. Pese a la sencillez que el sistema plantea, es posible llevar a cabo algunas estrategias. Por ejemplo, si contamos con 20 arqueros y 30 soldados con hacha pero el enemigo tiene 40 espadachines, podemos fusionar nuestros dos ejércitos en un sólo y sacar ventaja de la situación. Si al terminar la ronda de combate nos quedan 10 soldados vivos, estos se convierten en oro que se suma a las arcas. Por el contrario, si sobreviven 5 enemigos (por poner un ejemplo), el Ducado o Ciudad que comandamos resultará dañado. Una vez los puntos de vida lleguen a cero, terminará la partida.

Drop Duchy, de Sleepy Mill
Drop Duchy, de Sleepy Mill Studio.

Es de este modo que el juego integra de forma muy inteligente las mecánicas de construcción de mazos con una jugabilidad en la que se fusionan la estrategia en tiempo real con rompecabezas estilo Tetris, generando un híbrido único, tan simple como complejo. Además, los recursos que vamos recolectando durante la partida, podemos usarlos para mejorar nuestras cartas durante la partida. Por supuesto, tras cada victoria o derrota todo esto se pierde y estamos obligados a comenzar de cero, como en cualquier roguelike que se precie. Sin embargo, en la medida que completamos desafíos, iremos recibiendo mejoras, como cartas potenciadas o una mayor cantidad de puntos de vida, algo que sin lugar a dudas hace que todo sea más simple.

A todo esto, cabe destacar que además de los objetivos de facción, también tenemos los de progresión. Si bien los primeros sirven para potenciar las cartas y mejorar los puntos de vida iniciales, el juego nos ofrece un excelente incentivo para intentar completar los del segundo tipo. Sucede que por cada tarea llevada a cabo recibimos una corona que podemos gastar en un inmenso árbol donde podemos desbloquear nuevas facciones, cartas y hasta mecánicas de juego. Hay más de 110 objetos disponibles para comprar, lo que amplía las opciones, posibilidades y rejugabilidad de Drop Duchy considerablemente.

Drop Duchy, de Sleepy Mill
Drop Duchy, de Sleepy Mill Studio.

Tal como dije al inicio, llegué al juego con mucho escepticismo. Tenía dudas acerca del resultado de lo que en un comienzo veía como un pastiche de sistemas y mecánicas. Afortunadamente, mi curiosidad se vio recompensada con un juego cautivador; un triunfo de la creatividad y la experimentación muy difícil de describir, pero increíblemente adictivo. Un título fácil de acceder, donde cada una de sus partes encaja a la perfección y lleno de momentos ‘Eureka’ al punto que una vez me sumergí en su loop, me costó dejar de jugar. Y lo más curioso es que, considerando lo extrañas que se ven sus partes desde una perspectiva externa, no encuentro nada que objetar al desarrollo de Sleepy Mill Studio, más allá de la frustración propia de perder una partida a causa de los caprichos del RNG.

Drop Duchy es un videojuego que funciona excepcionalmente bien. La fluidez de su bucle de juego tiene la capacidad de llevar con suma maestría de una peculiaridad de diseño a la siguiente, superponiéndolas hasta crear una experiencia única. Sleppy Mill Studio apostó por la experimentación dando vida a una propuesta creativa con la capacidad de poner a prueba nuestra habilidad al Tetris, a la construcción de mazos y la estrategia por partes iguales. Además, el sistema de progresión por desafíos que permite desbloquear nuevas cartas, facciones y mecánicas es un añadido excelente que garantiza no sólo nuevas posibilidades sino también mucha rejugabilidad.

9
Creativo y únicoDrop Duchy es un roguelike que al mismo tiempo pone a prueba nuestra habilidad en el Tetris, la estrategia y la construcción de mazos, a través de una experiencia tan única como creativa que funciona increíblemente bien.
Revisado en PC
Plataformas:
PC