
Escenas brutales bélicas, triángulos amorosos y momentos inspirados en hechos reales son los tres elementos que marcan el ritmo y la narrativa de ‘El camino estrecho al norte profundo‘.
Con una estructura muy clásica, la serie se mueve entre tres temporalidades que se centran en el personaje de Dorrigo Evans y sus aterradoras experiencias como prisionero del bando japonés. Inspirada en la desgarradora historia real de los hombres que fueron capturados y forzados a trabajar en la construcción del ferrocarril de Birmania que dejó 100.000 muertos a su paso, la serie de cinco episodios pone el foco en la vida de este hombre que como cirujano implementó métodos poco convencionales para salvar vidas.
Así, ‘El camino estrecho al norte profundo‘ se mueve con solvencia entre el desarrollo de un amor prohibido entre el protagonista y la esposa de su tío (Simon Baker, El Mentalista) y las experiencias inhumanas detrás de las torturas que experimentaron los australianos y británicos en manos de sus captores.

Esta es una historia de amor, pero también una que explora los traumas y las heridas que quedan para siempre después de vivir los horrores de la guerra en carne propia.
En primer lugar, uno de los aspectos más destacables de la propuesta es que se exploren nuevas locaciones y problemáticas dentro del contexto histórico mencionado.
Acostumbrados a las miles de películas que nos hablan sobre los horrores del nazismo, la apuesta nos transporta a lo que ocurrió durante la construcción del llamado “ferrocarril de la muerte”, en manos del Imperio de Japón para apoyar a sus tropas.
El primer episodio comienza en el año 1989 y nos muestra a un Dorrigo en sus setenta años a punto de publicar sus memorias y atormentado por los fantasmas de su pasado.

Aunque para esta altura ya es un cirujano exitoso, adinerado y “felizmente” casado, se lo ve insatisfecho con sus decisiones y hasta con una mirada ausente. Su entrevista con una periodista de investigación es la excusa perfecta para poder introducirnos en las otras dos temporalidades de su vida: el antes y durante la guerra.
Jacob Elordi se mantiene dentro del mismo registro que vimos en las recientes Priscilla y Saltburn: el actor repite el esquema del joven apuesto, misterioso e inexpresivo que nunca revela sus verdaderos sentimientos. Hubiera sido interesante contar con una transformación en su personalidad donde pudiéramos ver cómo se fue “apagando” con el pasar de los años, pero lo cierto es que su actuación empieza y termina en el mismo lugar donde comienza la serie, quitándole un poco del drama humano que necesita este tipo de relato.
En conclusión, ‘El camino estrecho al norte profundo‘ es una serie que consigue atrapar a un espectador que disfruta de historias bélicas basadas en hechos reales. Se agradece la cuota de romance para darle un respiro a las terribles escenas de torturas explícitas que vamos a presenciar en una producción que explora un aspecto diferente dentro de la segunda guerra y que no es apta para impresionables.

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