
Theme Hospital y Theme Park son dos juegos que se llevaron muchas horas de mi vida. Estoy hablando de icónicas propuestas cuya jugabilidad las volvía peligrosamente adictivas. Puede que a día de hoy se vea algo normal el controlar todos los aspectos de una instalación médica o de un parque de atracciones, pero en 1997 era una locura. Sin embargo, con el paso del tiempo perdí el encanto por el género y no fue sino hasta 2018 en que el fuego volvió a encenderse gracias al equipo de Two Point Studios y su Two Point Hospital, un excelente sucesor espiritual del clásico de Bullfrog Studios. Ahora, siguiendo en la misma línea, el estudio británico vuelve a atentar contra el poco tiempo libre que me queda con Two Point Museum, un título que bajo un colorido apartado gráfico y una fina capa de humor absurdo esconde una jugabilidad increíblemente profunda.
La experiencia que me brindó Two Point Museum fue, al mismo tiempo, familiar y refrescante. Es un título que hereda la jugabilidad y la atmósfera divertida de la serie, pero que aprovechando la temática del museo añade algunas mecánicas interesantes. Tenemos dos modos de juego: Campaña y Sandbox. En lo personal, disfruté mucho del segundo pero considero que pasar por la campaña es indispensable, en especial para todos aquellos que recién llegan al género, dado que actúa como un extenso tutorial donde podemos aprender todos los pormenores de la propuesta. Por contraparte, los seguidores de la saga o los que tengan cierta experiencia con el género, se encontrarán como en casa.

Esto se debe a que la jugabilidad se sostiene sobre los mismos pilares que Two Point Hospital (2018) y Two Point Campus (2022), con la diferencia de que aquí debemos llenar nuestros museos de reliquias que los visitantes pagarán por ver. Para ello debemos construir salas de diferentes tamaños para las exposiciones, reclutar empleados con diferentes habilidades, capacitarlos y satisfacer sus necesidades para evitar que renuncien. También debemos colocar baños, cestos de basura, tiendas, puestos de café, y actividades recreativas para los más pequeños, a fin de generar entusiasmo en el público. Y por supuesto, lo más importante de todo: generar ingresos para sostener toda esta infraestructura.
Viéndolo de este modo, no hay mucha diferencia con los otros juegos de Two Point. Y en cierto modo es así, puesto que las mecánicas en general se sienten sumamente familiares. Pero Two Point Museum guarda algunas sorpresas bajo la manga. Lo más interesante, sin lugar a dudas, es que para conseguir esos bonitos huesos de dinosaurio que atraerán a cientos de visitantes al museo, tenemos que hacer expediciones. Esto implica enviar a expertos, ya sea al fondo del mar o a los lugares más recónditos del mundo a buscar hallazgos arqueológicos con los que enriquecer las galerías del museo.

Las expediciones cuestan dinero, suelen tardar varios días en completarse y presentan desafíos que pueden afectar al resultado de las mismas. Incluso en ocasiones debemos tomar algunas decisiones como por ejemplo, salvar una pieza de incalculable valor o evitar que uno de los arqueólogos se rompa una pierna. Tampoco vamos a engañarnos, puesto que no estoy hablando de opciones profundas como las que podemos encontrar en un RPG. No obstante, añaden algo de frescura a esta mecánica que ayuda a romper con la monotonía y la repetición. Las recompensas incluyen desde fósiles de dinosaurios, plantas carnívoras, o cavernícolas congelados, hasta una computadora de piedra gigante construida por humanos prehistóricos. Nunca se sabe qué hallazgos sorprendentes traerá la expedición de regreso.
El proceso de exploración también cuenta con cierto nivel de complejidad. Las locaciones que aparecen en el mapa del mundo suelen estar bloqueadas y requieren de cumplir con ciertos objetivos antes de poder acceder a ellas. Para algunas vamos a necesitar determinadas piezas de equipo, como taladros para realizar excavaciones o redes con que atrapar a determinados tipos de peces. Además, cuanto más alejado se encuentre el lugar a explorar, mayor será el número y especialización del personal necesario. Cuando una expedición termina recibimos una especie de ‘caja de botín’ que contiene una pieza en su interior.

De acuerdo a la cantidad de veces que exploremos una misma región, la calidad de los objetos aumenta, pasando de ‘común’ a ‘épico’. La diferencia entre unos y otros radica en que las piezas épicas cuentan con espacios para equiparlas con objetos que aumentan su atractivo. De todos modos, conforme pasan las horas, la sensación de frescura disminuye y la mecánica muestra síntomas de agotamiento, dado que deja de sentirse como algo ‘especial’ para convertirse en lo cotidiano. Tanto como poner una planta para decorar el museo. Además, obtener un objeto de alto nivel de una caja es genial, pero no lo es tanto cuando es el mismo que obtuvimos en la expedición anterior, en cuyo caso lo mejor es enviarlo al inventario o venderlo, si es que andamos cortos de dinero.
Si esto último es el caso, como alternativa, también podemos sumergirnos en los múltiples menús de gestión y modificar los precios de acceso al recinto, solicitar préstamos o incluso aceptar lucrativos acuerdos de patrocinio. De todos modos, esto es algo que resulta mucho más útil en las partidas Sandbox dado que la campaña gira en torno a cumplir con objetivos en concreto y el dinero -generalmente- no es una de las mayores preocupaciones. Sin embargo, en una partida libre, mover estas ‘palancas’ puede marcar la diferencia entre el éxito o el fracaso. En este sentido, estamos frente a una experiencia multifacética, que ofrece un punto de entrada accesible para quién sólo desea construir un museo sin demasiadas preocupaciones, pero también uno complejo para quien busca un desafío demandante.

Otra característica llamativa de esta entrega es que brinda más herramientas a la hora de crear el museo en sí. En mi caso particular, al principio me encontré colocando las piezas de exposición y los objetos decorativos sin ‘ton ni son’. Pero llegado un punto, donde conseguí habilitar las visitas guiadas, caí en cuenta de lo importante que es la organización. Ahí fue donde comencé a explorar y experimentar con las diversas opciones que el juego ofrece. Para mi sorpresa, Two Point Museum ya no se trata simplemente de dibujar salas cuadradas o rectangulares y llenarlas de objetos.
En esta entrega, el equipo de Two Point Studios nos permite dar rienda suelta a la creatividad, permitiéndonos utilizar paredes para dividir el museo y agrupar los hallazgos de acuerdo a su tipo y condiciones de mantenimiento adecuadas. Por ejemplo, los objetos congelados necesitan de un climatizador que los mantenga en dicha condición, puesto que de lo contrario el hielo se derretirá y perderán su atractivo. O peor aún, vamos a tener a un cavernícola suelto repartiendo garrotazos a todo lo que considere extraño o amenazante. Además podemos colocar determinados objetos cerca de algunas decoraciones en particular para aumentar su atractivo y, de este modo, conseguir donaciones por parte de los visitantes.

Está claro que el equipo de desarrollo busca ofrecer un balance entre complejidad y accesibilidad. El juego cuenta con un ritmo agradable y un aumento en la curva de complejidad bastante amigable. Gracias a ello, es fácil quedarse con una linda sensación de satisfacción al poder controlar los múltiples aspectos que abarca la gestión, manteniendo los engranajes del museo bien aceitados y siempre girando. Eventualmente vamos a acceder al mapa del mundo (Two Point County) que ofrece otros entornos diferentes como un museo inspirado por una temática marina, otro en la jungla, uno construido en una mansión embrujada y hasta uno espacial.
Two Point Museum también mantiene el sentido de humor característico de la saga, aunque es un poco más suave en comparación con Two Point Hospital. Al fin y al cabo, aquí nadie muere mirando un fósil. Dependiendo del tipo de museo que gestionemos, vamos a recibir visitantes realmente extravagantes, como por ejemplo el Yeti con sus hijos, o entusiastas de la vida marina que deambulan por ahí con trajes de buzo. De igual modo, algunas de las piezas que podemos exponer, como diskettes de 3.5 gigantes o un refrigerador congelado, también se sienten igual de absurdas. La diferencia es que esta entrega se siente mucho más realista en términos de simulación de negocios, lo que marca una gran diferencia respecto a los anteriores trabajos de Two Point Studios.

Como resultado, Two Point Museum no deja de sentirse como ‘un poco más de lo mismo’, a la vez que complejiza su fórmula con ligeros pero notorios ajustes. Es un título relajante y divertido que sigue iterando sobre la gestión y la construcción, aderezando todo ello con ese toque de humor absurdo que caracteriza a la saga. Por momentos puede sentirse simple y en otros complejo, entretenido pero desafiante, pero lo más importante es que es intuitivo y fácil de aprender. Al igual que en 2018 y 2022, Two Point Studios consiguió dar vida a una propuesta que engancha, tal como lo hizo Bullfrog en 1997. Eso sí, considero que llegará un momento, tal vez en un futuro cercano, en que un innovador giro de tuerca será necesario. Pero, por el momento, este concepto todavía funciona muy bien.

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