
El género RPG suele aferrarse a la fantasía y a los mundos distópicos para dar forma a sus universos. A día de hoy, es muy difícil concebir la idea de que un título con ambientación medieval no podamos lanzar bolas de fuego o luchar contra dragones. Sin embargo, existen algunas propuestas, como Kingdom Come: Deliverance II, que abogan por el realismo, consiguiendo ofrecer experiencias increíblemente particulares con la capacidad de sorprendernos a cada paso. Y es que el trabajo de Warhorse Studios cuenta con muchísimos detalles que convierten al título en un videojuego de rol único, pero dado que resultaría muy difícil enumerarlos todos, elegimos los cinco que más nos impactaron.

El crimen sí paga, y caro
El mundo de Kingdom Come: Deliverance II es duro, implacable e inmisericorde. Tal es así que, más pronto que tarde, estaremos tentados de meter mano a lo ajeno, ya sea para llevarnos algo al estómago o para conseguir unos Groshen con los que comprar lujosas vestimentas. Hurgar en los bolsillos de algún distraído o forzar cerraduras se antojan como interesantes alternativas en un inicio, aunque las cosas se pueden complicar fácilmente si no contamos con las habilidades necesarias, tanto sociales como de latrocinio.
Si somos sorprendidos con las manos en la masa una vez nos enviarán a la picota, esa suerte de cepo donde -de acuerdo a la creencia popular- la gente se reunía para arrojar verduras o frutas podridas a los facinerosos. Una vez puestos en libertad, si volvemos a delinquir el castigo consistirá en azotes con una varilla. La gente comenzará a hablar y nuestra cara se comenzará a ‘hacer famosa’ pero por motivos equivocados, por lo que si nos vuelven a llevar ante las autoridades, seremos literalmente marcados con un hierro caliente.
A raíz de ello, las personas nos reconocerán como un criminal haciendo comentarios despectivos hacia el protagonista. Si bien la herida comenzará a cauterizar con el paso del tiempo, permanecerá en el cuello de Henry a lo largo de toda la partida cómo una suerte de testigo que deja en evidencia todas nuestras fechorías. Vamos a tener que andar con mucho cuidado puesto que, si el largo brazo de la ley vuelve a atraparnos, el castigo será la horca, y ahí nada ni nadie podrá salvarnos.

¿No conoces el jabón?
Salir de cacería, participar en carreras de caballo, batirse a duelo o pasar tiempo de ocio en una taberna para posteriormente terminar envuelto en una refriega a golpes de puño, eran algunas de las actividades a las que los hombres del medioevo dedicaban su tiempo. Por supuesto, en Kingdom Come: Deliverance II podemos hacer todo esto y más, teniendo consecuencias similares a las de la vida real. Es decir, además de que Henry puede terminar durmiendo en un barranco a causa de una borrachera o por recibir una paliza, sus ropajes comenzarán a ensuciarse tanto de sangre como de tierra y barro.
Bañarse y mantener las prendas limpias es una mecánica que tiene una razón de ser en el título de Warhorse Studios. No vamos a causar la misma impresión al momento de hablar con una persona si nuestro rostro está manchado de sangre o si llevamos puesto un abrigo embarrado. De hecho, los NPC reaccionan ante nuestro aspecto invitándonos amablemente a tomar un baño. No obstante, si optamos por desatender sus consejos, llegará el punto en que Henry obtendrá un rasgo único: Hediondez.
Cuando nuestro protagonista se vuelve hediondo, algunos NPC -principalmente los nobles- podrían negarse a hablar con él. Esto no es algo particularmente malo, hasta que nos damos cuenta de que el olor corporal afecta al sigilo. Si Henry entra a robar a un hogar, la gente lo detectará más rápidamente, no por el ruido que pueda causar, sino por su olor putrefacto. Lo mismo sucede si intentamos atacar a un bandido por la espalda, dado que se va a percatar de nuestra presencia a causa de nuestra fragancia de osamenta. Por lo tanto, bañarse es muy importante.

Casa de herrero, cuchillo de palo
El desgaste en las armas y armaduras es una mecánica bastante típica dentro del género RPG. Cuando una pieza de equipo pierde su durabilidad, generalmente basta con visitar a un herrero y pagar unas cuantas monedas de oro para que quede como nuevo. Pero aquí estamos hablando de Kingdom Come: Deliverance II y si bien en cierto punto las cosas funcionan así, existen detalles sumamente realistas que lo cambian todo. Un claro ejemplo de ello se encuentra en las armas con cabos de madera y los escudos.
Las mazas o alabardas se antojan como excelentes alternativas a la clásica y popular espada larga o a las hachas con las que todo campesino contaba. El problema con ello es que en si bien sus terminaciones metálicas pueden causar muchísimo daño a un enemigo, sus cabos de madera pueden terminar hechos añicos. Sucede que si bloqueamos demasiados ataques, la durabilidad de dichas armas se reducirá drásticamente, al punto que se convertirán en un trozo de leña inutilizable.
Lo mismo pasa con los escudos, que pueden quedar resquebrajados si el enemigo que nos ataca cuenta con un hacha o un martillo de guerra. Si bien un herrero especializado puede ayudarnos a reparar aquello que esté roto, la calidad general de dichas piezas se reducirá de forma permanente, pasando del Rango 3 al 2. Ahora, si una pieza de equipo de Rango 1 se rompe, la misma será irrecuperable por lo que no nos va a quedar otro remedio más que tirarla a la basura.

¡Cuidado con los árboles!
Recorrer los prados y bosques que pueblan la región de Bohemia montados en un corcel es algo hermoso. Ver la luz del sol filtrándose entre las hojas, escuchar el canto de los pájaros, y observar cómo la vida salvaje reacciona ante nuestra presencia es algo increíble que dota de mucha verosimilitud al título. Dicho de otro modo, el juego es tan bonito que resulta muy fácil distraerse ante la belleza que nos rodea. Y eso puede traernos algún que otro problema.
Sucede que el mundo del videojuego nos enseñó que las físicas no siempre responden de acuerdo a cómo deberían. Pero aquí estamos hablando de una propuesta que pone mucho énfasis en eso de presentar un mundo realista, al punto de que si no prestamos atención, y chocamos contra las ramas de los árboles, estas nos van a tirar del caballo. Puede que esto no parezca demasiado grave, pero cuando estamos huyendo de la ley o de un grupo de facinerosos, una caída como esta nos va a dejar completamente vendidos e indefensos.

Esa camisa me resulta familiar
Sin lugar a dudas, uno de los mejores detalles de Kingdom Come: Deliverance II son las reacciones que los NPC tienen ante determinadas situaciones. Si por ejemplo, dejamos caer una espada frente a los ojos de alguien, pasados unos segundos no dudarán en llevársela a su bolsillo mientras expresan la buena fortuna que tuvieron de ‘encontrarse’ con dicho objeto. Del mismo modo, si robamos alguna de sus pertenencias e intentamos vendérsela a su propietario, la reconocerá de inmediato mientras nos acusan de ladrones y, por ende, nos llevarán ante la ley.
Al respecto de ello, si por ejemplo nos metemos en la casa de alguien durante la noche y robamos su vestimenta, al día siguiente vamos a poder ver al NPC en cuestión deambulando con ropajes precarios, o incluso desnudos. Pero lo mejor es que si nos ataviamos con sus prendas y hablamos con ellos, caerán en cuenta de que fuimos los ladrones y nos reclamarán sus pertenencias. Las reacciones en dichas instancias resultan sumamente graciosas, dado que estarán furiosos y negociar con ellos será prácticamente imposible.
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