
Ayer, en su análisis diario de la megacausa de los cuadernos de la corrupción política y empresarial escritos por Oscar Centeno, cuyo juicio comenzará este 6 de noviembre en el Tribunal Oral Federal N°7, Infobae recordó un capítulo dentro del expediente. El financista Ernesto Clarens, que reconoció ser el encargado por el poder político de ordenar los sobornos pagados por empresarios para acceder a la obra pública, apuntó en su confesión a lo se que llamó “la Camarita”, a la que describió con un particular nivel de detalle.
“La Camarita”, que comenzó a gestionar por invitación del empresario Carlos Wagner, imputado y elevado a juicio en el caso, fue un supuesto sistema de cartelización de obra pública centrado alrededor de la Cámara Argentina de Empresas Viales. El dinero recaudado dentro de “la Camarita”, iba, supuestamente, a otro arrepentido: el hombre de los bolsos, el ex secretario de Obras Públicas José López.
En su declaración sobre “la Camarita”, que inició una causa separada a la de los cuadernos de Centeno por la cartelización de la obra pública, Clarens polemizó con dos empresarios arrepentidos que declararon en la Justicia federal: Gabriel Losi -a quien este último lunes el Tribunal N°7 le negó la chance de cerrar la causa en su contra con un aporte de poco más de $825 millones- y Juan Chediack, quien fue presidente y vice de la Cámara Argentina de la Construcción, también presidente de la firma que llevaba su apellido, con una larga trayectoria en el rubro.

Clarens afirmó en su confesión de 2018:
“Respecto de las manifestaciones de CHEDIACK y LOSI en cuanto me atribuyen que los hubiera extorsionado para el pago para la Camarita, lo niego, al contrario estaban muy conformes, de hecho se veían beneficiados, al punto que CHEDIACK me invito a cenar con mi esposa en su casa en una reunión social en la que hasta cantó y tocó la guitarra. Justificar los sobornos en una actitud coactiva de mi parte es absolutamente inconsecuente con la cartelización previa con la conformación misma de la camarita que tanto LOSI como CHEDIACK integraban y de la que obtenían beneficios en forma voluntaria y entusiasta”.
Chediack, dijo Clarens, le enviaba a un contador de confianza para los presuntos pagos. Los dividendos, al parecer, eran notables. El financista aseguró que Chediack ganó una licitación “con un 50 por ciento de sobreprecio con relación al presupuesto oficial”.
Chediack no será parte del juicio: perdió la vida en un accidente de avión ocurrido en San Luis en septiembre de 2023. Tenía 69 años.
Wagner lo había señalado en su declaración como miembro del club de la obra pública. En su propia confesión, Chediack recordó el comienzo de la historia, en los comienzos de la era K, cinco años antes de que Centeno comenzara a escribir sus cuadernos: “Aproximadamente en el mes de julio del año 2003, el ingeniero Wagner me pidió que lo acompañe a ver a Julio Miguel De Vido a su domicilio”, comenzó.
Por lo visto, no hubo rodeos aquella vez:
“En esa charla estuvimos nosotros tres únicamente, el ingeniero Wagner, el ministro De Vido y yo. Allí, las palabras fueron claras, De Vido me dijo `Si querés seguir trabajando tenés que pagar´. Realmente me sentí amedrentado con esta situación, nunca me había pasado algo similar".

Una historia de matones
Chediack continuó:
“Entendí el mensaje muy claramente y al tiempo empecé a llevarle algunas cantidades de dinero a su casa. Él no me impuso montos determinados, me dijo que necesitaban plata para la política. En alguna oportunidad me hizo ir al Ministerio a la calle Hipolito Yrigoyen, esas veces me la hacía dejar en el baño. Las sumas rondaban los 100 mil y 250 mil pesos. Las entregas se hacían siempre en pesos y con frecuencia mensual. Siempre las entregas se las hice a él, a De Vido, en su casa, en su living al lado de unos bonsai. Y si era en el Ministerio, me decía que deje los paquetes de dinero en el baño. Si llegaba a demorarme en la entrega, me llamaba por teléfono para exigirme los pagos".
Luego, llegó “la Camarita”. La escena que relató el empresario fallecido parece un recorte de El Padrino 2:
“Entre marzo y junio de 2004 fui invitado junto con otros empresarios que en este momento sus nombres no recuerdo a la Cámara Argentina de Empresas Viales queda en la calle Piedras 383 de esta ciudad, allí se encontraban Wagner y Ernesto Clarens, a quien en ese momento desconocía. En esa oportunidad, Clarens se presentó como el financista de los Kirchner y dio instrucciones muy precisas. En esa ocasión, Clarens nos dijo `Si quieren trabajar van a tener que pagar´, `Acá se es amigo o se es enemigo, no hay estados neutros, me van a tener que pagar a mi’“.

Luego, Clarens repartió tarjetas y dijo: “Ustedes me llaman y me traen la plata acá”. Había una dirección en la tarjeta, una oficina en el pasaje Carabelas del centro porteño. “Ahí yo nunca lleve nada, hasta que un día me llamó por teléfono y me dijo: `Vos tenés que venir por acá,¿o no entendés?´“.
Entonces, Chediack pagó, según él, muy a su pesar. Clarens, en cambio, afirmó que pagó con gusto.
La causa de la cartelización de la obra pública fue un expediente paralelo al de los cuadernos de Centeno, en el que Chediack no fue incluido. En cambio, fue procesado por Bonadio en la causa por la cartelización junto a Wagner y Clarens.
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