
Ricardo Mollo apoyó sus manos en el pecho de Luca Prodan. Quería intentar, ver si era posible, calentar ese cuerpo al que la muerte había enfriado unas horas antes. Mollo, en ese entonces el virtuoso guitarrista de Sumo, no estaba solo.
Lo acompañaban Germán Daffunchio, también guitarrista de la banda que había crecido entre Córdoba y Hurlingham, y Timmy MacKern, el amigo escocés de Luca que lo había convencido de instalarse en la Argentina con una foto de las sierras de Nono y, para ese entonces, manager de la banda que estaba a punto de convertirse en mito para siempre.
Luca Prodan, que tenía 34 años y había nacido en una acomodada familia ítalo-escocesa, llevaba varias horas muerto cuando Mollo, Daffunchio y MacKern lo encontraron en su habitación de la pensión que alquilaba en la calle Alsina al 400, en el porteñísimo barrio de Monserrat. “Yo lo levanté y estaba la mitad del cuerpo en el colchón y la otra mitad en el suelo (...) Fue muy fuerte”, contó décadas después Mollo sobre ese fatídico 22 de diciembre de 1987, hace exactamente 38 años.
“Ahí va la última”
La noticia corrió rápido, porque un periodista del diario Crónica estaba allí merodeando por la calle Alsina cuando los compañeros de Sumo fueron llegando a la habitación en la que el cuerpo de Luca todavía mostraba una sonrisa pero ya estaba rígido por el paso de las horas.
Nunca se supo cómo había llegado alguien de la prensa antes de que los propios integrantes de la banda conocieran la noticia. Alberto “Súperman” Troglio, baterista de Sumo, le dijo a Omar Jalil, autor del libro Luca Prodan: libertad divino tesoro: “No sé cómo carajo se habá enterado, supongo que alguno buchoneó”.

Sumo, esa banda de post-punk, de reggae, de ska, de todo eso y más que revolucionó el sonido argentino al compás de la primavera democrática, había dado un show apenas dos días antes. El 20 de diciembre de ese año, unas quinientas personas los vieron en el estadio de Los Andes, en Lomas de Zamora.
La presentación estuvo a punto de naufragar. Luca ya atravesaba un deterioro físico grave por esos tiempos. Su adicción al alcohol -la ginebra, a la que le cantó, fue parte de su perdición- desencadenó la cirrosis que arruinó su hígado. Lucía pálido, inestable, y así llegó al estadio de Lomas.
El personal de seguridad de aquella noche confundió a Luca con una persona en situación de calle y fuera de sí que intentaba “colarse” en el show, e intentaron prohibirle el acceso al estadio en el que subiría al escenario.
Finalmente, Sumo dio su show: fueron 16 canciones y un doblete de “Fuck you”, la canción que la banda dejó para el final esa noche. Antes de interpretarla por segunda vez, Luca dijo: “Ahí va la última”. Cantó, se fue, y no volvieron a verlo con vida. Diego Arnedo, bajista de Sumo y fundador de Divididos junto a Mollo, diría después que en esa frase de Luca había algo de anuncio, de premonición: “Creo que nos quiso decir a todos que era la última canción de su vida”.
Un hombre, mil vidas
A los 34, la edad que tenía al morir, Luca Prodan había vivido mil vidas. Nació en Roma en 1953, hijo de Mario Prodan, un anticuario italiano muy estricto a la hora de criar, y de Cecilia Pollock, que había nacido en China pero que cuyos orígenes eran escoceses. Luca era el tercer hijo de esa familia y cuando tenía apenas nueve años sus padres lo enviaron a Gordonstoun, el exclusivo -y tan exigente- internado de Escocia en el que también se educaba el entonces Príncipe de Gales, que hoy es el Rey Carlos III del Reino Unido.

La “educación” que impartía Gordonstoun incluía disciplina militar, duchas heladas y ejercicios físicos extenuantes. Para hacer frente a todo eso, Luca desarrolló un carácter cada vez más rebelde. Y aunque nunca se supo si era verdad o no, tanto Luca como, después, su hermano menor Andrea, contaron muchas veces que el líder de Sumo le había dado una trompada inolvidable al jovencísimo príncipe.
En medio de la hostilidad, Prodan se hizo muy amigo de otro niño de familia escocesa, Timmy MacKern. Como último acto de rebeldía ante ese internado que lo volvía loco, Luca, que estaba a punto de graduarse por fin, vendió un rifle familiar para financiar su huida. Todo derivó nada menos que en una búsqueda internacional en manos de Interpol.
Ladrón de discos, ahogado por el dolor
Tras escapar del internado, Luca pasó los 70 en Londres, cada vez más inmerso en la escena punk de la capital inglesa. Trabajó en la disquería Virgin hasta que lo echaron por robar discos, y formó su primera banda, The New Clear Heads.
En 1979, su hermana Claudia y el novio se suicidaron a través de la inhalación de monóxido de carbono. Luca, que para ese entonces ya había probado la heroína, profundizó su consumo de esa droga inyectable que, en su momento más extremo de dolor por la pérdida de su hermana llegó a producirle un coma hepático.
Timmy, el amigo de Luca, envió a su amigo una foto que pensó que podía apaciguar tanta tristeza: eran las sierras cordobesas en las que él se había instalado. Siguiendo el consejo de MacKern, Prodan se instaló en Nono, en la zona de Traslasierra, en 1980. “Esa foto le hizo sentir esperanza en la vida”, diría Timmy años después al recordar cómo había invitado a su amigo a conocer la Argentina.

Entre Nono y Hurlingham, empezó a gestarse una de las bandas más importantes de la historia argentina. La salida de la dictadura militar en Argentina y los sonidos y la actitud que Luca había traído desde Europa resultarían en un cóctel explosivo de talento y creatividad.
Un final abrupto y cantado
Pero la historia de Sumo terminaría abruptamente ese 22 de diciembre de hace casi cuarenta años. Habían editado Corpiños en la madrugada (1983), Divididos por la felicidad (1985), Llegando los monos (1986) y After Chabón (1987).
La muerte tan joven de Luca terminaría por convertir a la banda en un mito y en una enorme influencia para los músicos que vendrían después. Además, de la disolución de Sumo nacerían dos de las bandas más importantes del rock argentino: Divididos y Las Pelotas.
De esa muerte se supo poco a ciencia cierta. El parte oficial informó que fue por un paro cardiorrespiratorio debido a la hemorragia interna que le produjo la cirrosis. Pero algunos años después, el icónico periodista de rock Enrique Symns aseguró que se había tratado de una sobredosis de heroína.
Según contó Symns, Luca había pasado un tiempo largo sin consumir esa droga sobre todo por la dificultad de dar con ella en la Argentina. Pero apenas pudo conseguirla, volvió a usarla. Su cuerpo se había desacostumbrado y el consumo de una dosis que en algún momento era frecuente le habría resultado letal.

Roberto Pettinato, saxofonista de Sumo, también abonó la hipótesis de una sobredosis, aunque señaló que había sido de metadona, una sustancia que habitualmente se usaba como “sustituto” de la heroína.
Roberto Espina era en ese entonces amigo de Luca, y después sería uno de los documentalistas que dedicó su trabajo a contar la vida y la obra del ítalo-escocés más argentino de todos.
Espina llegó a contar que él mismo había descartado los sobrantes de heroína cuando entró a la habitación de Luca, una vez que ya se había producido su muerte. “Ocultar que hubo un pico de heroína a esta altura me parece... Es cierta la teoría de que se inyectíó heroína y murió por eso”, diría varios años después el documentalista.
“Súperman” Troglio contaría que, para evitar que crecieran las versiones cruzadas sobre qué había pasado con Luca, acudieron al abogado Albino “Joe” Stefanolo, que históricamente trabajó con bandas de rock, para evitar que se hiciera una autopsia. Stefanolo fue también quien movió cielo y tierra para conseguir un lugar para Luca en algún cementerio en medio de una crisis por espacios para entierros.
Los más cercanos a Luca querían evitar que fuera enterrado en una fosa común, como se barajó en un principio porque Prodan no tenía domicilio constituido en ningún lado, lo que dificultaba pelear por un espacio propio. Finalmente, vía Stefanolo, se consiguió un lugar para enterrar a Luca en el Cementerio de Avellaneda, donde hoy hay una gran piedra traida desde Nono, Córdoba, y donde sus seguidores a veces le dejan algún mensaje escrito o una botella de ginebra.
¿En los brazos de la novia?
En medio del impacto y el dolor por la muerte de Luca, la figura de Silvia Ceriani, su novia de entonces, resultó por demás polémica para parte de su entorno. Silvia vivía en otra habitación de la pensión de la calle Alsina y, en las pocas entrevistas que dio en ese momento, juró que Luca había muerto en sus brazos y que no se había tratado de una sobredosis.

Su versión fue cuestionada, entre otros, por Geniol, uno de los performers de la escena under a la que Sumo pertenecía en los ochenta. En el libro de Jalil, Genio aseguró que Ceriani era “una chica diabólica y adicta a la aguja”.
Casi cuarenta años después de la muerte de Luca, las versiones sobre cuál fue la causa que terminó por matar ese cuerpo deteriorado aún no fue confirmada oficialmente, ni lo será nunca. Su hermano Andrea Prodan dijo alguna vez que Luca “tuvo la fuerza para romper la máquina de mitos argentina y meterse ahí, junto a Maradona y Evita”.
En su tumba en el Cementerio de Avellaneda y, sobre todo, en la puerta de Alsina al 400, varias generaciones le rindieron y le rinden tributo a ese italiano educado bajo las mismas normas que la realeza británica que cruzó el Atlántico para escapar de la tristeza, del dolor y de una crianza demasiado encorsetada.
Fue uno de los fundadores de una banda que transformó la historia de la música argentina, y es el hombre al que, varias décadas después, Ricardo Mollo le escribió una canción que dice: “Luca, como una canción que zumba en el viento del corazón / Luca, fuelle tano que respirando pampas se aporteñó (...) De ojotas al bar, y del bar al cielo / Luca, en el tiempo”.
Últimas Noticias
Cómo una tormenta real a bordo del Queen Mary inspiró “La aventura del Poseidón” y cambió el cine catástrofe
El casi vuelco del barco en 1937 sembró el terror y la fascinación en Paul Gallico, quien años después lo transformó en novela, película y fenómeno de masas. De ese episodio real surgió una ola de filmes que redefinieron el espectáculo y el peligro en Hollywood

La historia de Colleen Stan, la joven que desapareció al hacer dedo y sobrevivió a siete años de cautiverio
La joven aceptó un viaje rumbo a un cumpleaños y nunca llegó a destino. Su secuestro dio lugar a uno de los casos criminales más impactantes de Estados Unidos, marcado por el aislamiento, la manipulación psicológica y una extraordinaria capacidad de supervivencia

La noche que silenciaron a la voz de la selva: el crimen de Chico Mendes, el defensor de la Amazonia y los derechos laborales
El 22 de diciembre de 1988, el líder sindical y activista ambiental fue asesinado en su casa de Xapuri, Brasil. Su lucha contra la deforestación lo convirtió en un símbolo mundial de la defensa ambiental y campesina

La caída de la política “No preguntas, no digas”: cuando Estados Unidos puso fin a la discriminación de género en sus Fuerzas Armadas
En diciembre de 2010, Barack Obama pronunció un discurso para derogar una norma que prohibía hacer públicas las preferencias sexuales en el ámbito militar. Las negociaciones para acabar con una normativa impuesta en 1994

El día que un arriero halló a dos jóvenes desesperados y cabalgó diez horas para avisar que la tragedia de Los Andes tenía sobrevivientes
El 22 de diciembre de 1972 se conoció el rescate de 16 rugbiers uruguayos a los que todos creían muertos después de que desapareciera el avión en que viajaban. Cómo fue la cabalgata del hombre que encontró a dos de ellos para avisar a los Carabineros



