La mujer que se apuñaló diez veces en la espalda y se clavó un cuchillo en el corazón: las anomalías de un caso caratulado suicidio

¿Por qué Ellen Greenberg no dejó una nota suicida? ¿Por qué alguien que piensa matarse carga nafta en su auto un rato antes? ¿Cómo puede uno apuñalarse tantas veces por la espalda? Su muerte primero fue considerada homicidio, después la Justicia dictaminó que se había matado ella misma. La trama de una muerte que catorce años después sigue despertando sospechas

Guardar
Ellen Greenberg, 20 puñaladas por
Ellen Greenberg, 20 puñaladas por la espalda declarado como suicidio

Desde hace catorce años, las heridas siguen abiertas y sangrantes como el primer día. Ellen Greenberg no descansa en paz y sus padres menos.

Corría el año 2011 cuando esta maestra de colegio primario, de 27 años, fue hallada muerta por su pareja en el piso de la cocina del departamento que compartían en Filadelfia, Estados Unidos. Tenía veinte puñaladas. La mitad eran en su espalda.

“Lo que siguió desde ese día hasta el presente es una historia intrincada, repleta de dudas e inconsistencias en el laberinto judicial.”

Las definiciones sobre las causales de su muerte no contentan a nadie o apenas unas pocas personas. Y la intriga y la angustia prometen eternidad.

“Reserven el día”

Ellen Rae Greenberg fue la única hija del matrimonio conformado por Joshua y Sandee Greenberg. Nació en Nueva York el 23 de junio de 1983 y, como suele ocurrir con la mayoría de los chicos que no tienen hermanos, fue muy cuidada y mimada. Creció en Filadelfia y estudió Comunicación en la Penn State University. Luego se perfeccionó en la Universidad de Temple. Conoció a su pareja Samuel “Sam” Goldberg, por un amigo en común, en una cita a ciegas.

Ellen Greenberg junto a su
Ellen Greenberg junto a su pareja Sam Goldberg

El año en el que iba a morir lo inició trabajando como maestra de primer grado en la Academia Juniata Park. Ya hacía tres años que convivía con su novio Sam y tenían planes de casamiento. Él le había hecho la propuesta de matrimonio en una romántica playa de California un tiempo antes.

Cuatro días previos a su muerte, ocurrida en enero de 2011, Ellen envió por mail a sus amigos el Save the date, la reserva de la fecha para la ceremonia que tendría lugar en el mes de agosto de ese mismo año.

La planificación de la celebración era algo que la tenía extremadamente ansiosa, al punto que llegó a decirle a sus padres que deseaba volver por un tiempo a la casa familiar, en Harrisburg, para recobrar la calma y poder descansar. A ellos les pareció extraño el comentario y le preguntaron si estaba teniendo algún problema con Sam. La joven les aseguró que no, pero tampoco expresó con precisión la causa de su estrés. Lo cierto es que nadie sabrá nunca qué pasaba realmente por su cabeza y por su corazón. Si era solo estrés laboral o si experimentaba dudas sobre si seguir adelante o no con su relación. Porque recién luego de su muerte surgirían pistas de que la relación entre ellos no era tan perfecta. Sam tenía un carácter fuerte y Ellen se había empezado a callar más de lo normal. Sandee, su madre, notó ese cambio y le sugirió a su hija ver a un terapeuta. Ellen reaccionó y pidió un turno con la doctora Ellen Berman. Llegó a ir a terapia en tres ocasiones (el 12 de enero de 2011, el 17 y el 19) en las que la profesional le terminó por recetar tres medicamentos para manejar la ansiedad, dormir y descansar. Berman diría, luego de la muerte, no haber notado nada preocupante en su paciente y menos signos de tendencias suicidas.

A siete días de su primera consulta Ellen le reveló a su madre que se sentía mejor, pero la ansiedad no habría demorado en reaparecer. Según la psiquiatra, el problema de la joven maestra eran sus alumnos difíciles, algo que la hacía dudar si continuar o no en ese nuevo puesto. Sin embargo, sus compañeros de trabajo no piensan lo mismo: dicen que a Ellen se la veía feliz en el colegio.

Sandee continuó notando en su hija comportamientos poco habituales: cada vez que ella le proponía encontrarse para hacer algún programa, Ellen respondía que primero le tendría que consultar a Sam. Sandee reconoció en esa conducta evasiva el patrón de quienes se encuentran inmersos en relaciones controladoras y abusivas. Se alarmó y se lo comentó a su marido.

Ellen Greenberg y la imagen
Ellen Greenberg y la imagen del cuchillo que habría usado para suicidarse por la espalda

Sandee y Joshua querían mucho a Sam y no entendían qué podía estar pasando. De hecho, luego de la muerte de su hija siguieron en contacto frecuente con él durante varios meses. Pero una vez consumado el drama y que se permitieron dudar de la salud de la relación, la duda se instaló en ellos: era una sospecha dolorosa que con el tiempo se fue inflando como un enorme globo.

Los amigos de Ellen también revelaron haber visto cambios en su comportamiento. ¿Era por Sam o por una alteración de su propia psiquis? Nadie pudo dirimir estas dudas. Y, como veremos, el beneficio de la duda jugó a favor de Sam.

El instante en que todo cambió

Es un día helado, hostil en Filadelfia. El viento arremolina la nieve dibujando espirales en el paisaje. Ellen se levanta. A las 7 habla por teléfono con su madre antes de dirigirse al colegio. A las 12 le responde un mensaje de texto a una amiga y le cuenta que gracias a Dios se están yendo temprano porque las autoridades escolares han decidido dejar que sus alumnos vuelvan a sus casas antes de que la tormenta empeore.

Ellen recoge sus cosas y se despide de los chicos y de sus compañeros de trabajo. A las 13:15 se trepa a su auto y enfila hacia su casa. Antes de volver al departamento en el barrio de Manayunk, que comparte con su novio Samuel “Sam” Goldberg (28, un productor de televisión que realiza trabajos para la NBC y para el canal Golf.com) pasa a cargar nafta. Son las 13:26 cuando paga 41 dólares. A las 13:32 entra al estacionamiento de su edificio en el Condominio Venice Loft, un complejo residencial con todos los servicios para una vida con confort y seguridad, en el número 4601 de la calle Flat Rock. A las 13:53 el que entra al complejo es Sam Goldberg. A las 14:33 Ellen (por lo menos parece ser ella) entra de forma remota a las carpetas de sus alumnos. A las 16:45 Sam sale hacia el ascensor para ir al gimnasio a entrenar un rato. Ingresa con su llave magnética a las 16:51.

Se cree (por lo menos según la investigación oficial) que es en este lapso de tiempo donde lo imposible tiene lugar dentro del departamento 603 del sexto piso, en este miércoles 26 de enero de 2011. Porque mientras él hace sus ejercicios, Ellen pierde la vida a navajazo limpio. El filo de un cuchillo con una hoja de quince centímetros se hunde en su cuerpo veinte veces. Diez heridas en la parte trasera de su cabeza; otras tantas, en su torso. El arma mortal queda clavada directo en su corazón. Solo sobresale el mango de madera.

Sam Golberg junto a su
Sam Golberg junto a su nueva pareja y una de sus hijas

Sam Goldberg vuelve entre las 17:15 y 17:30. Ha pasado fuera de su casa muy poco tiempo, poco más de media hora. Pero no consigue entrar, la puerta está cerrada por dentro con el pasador de metal. Le grita a Ellen que la abra. Ella no responde. La llama por teléfono. No atiende. Enojado le envía mensaje tras mensaje. Nada. Al rato baja al lobby y le pide al guardia de seguridad del edificio, Phil Hanton, que lo ayude a abrir la puerta. El hombre se niega. Esgrime que no puede hacerlo por las normas de la empresa.

Es Sam quien termina dando una patada certera para abrirla. La escena que se abre ante sus ojos es bestial.

Sam marca al 911. Su llamada queda registrada recién a las 18:33.

En la grabación se lo escucha a él, a la operadora, a los bomberos y a la policía interactuar. Es interesante y desesperante escuchar lo que dice y cómo lo dice.

Sam-¡Ayuda! Tengo una emerg… necesito uhh… Yo acabo de entrar en mi departamento y mi novia está en el piso con sangre por todos lados.

911-¿Cuál es su dirección?

Sam-46-0-1 Flat Rock Road. Vengan, ¡necesito ayuda!

911-46-0-1

Sam-¡Ahora! Oh no, oh no…

911-¿Es una casa o un departamento?

Sam-Un departamento por favor.

911-¿Qué número?

Sam-Por favor, ¡apúrense! por favor…

911-¿De dónde está sangrando ella?

Sam-Ella… no lo sé, no se lo puedo decir… ella…

911-Señor, usted tiene que calmarse para que podamos ayudarlo.

Sam-Lo lamento, lo lamento, ella…

911-Ok.

Sam-No lo sé. Ahora la estoy mirando. Ella… no lo sé, no puedo ver nada. Ella no… no hay nada roto. Ella está sangrando.

911-¿Usted no sabe de dónde está saliendo la sangre?

Sam-De la cabeza pienso. Creo que se golpeó la cabeza, pero…

911-¿Puede haberse caído?

Sam-Está por todos lados…por todos lados.

911-¿Usted cree que se cayó?

Sam-Sí.

911-¿Sabe qué le pasó?

Sam-Uh, ella puede haberse resbalado y golpeado con la mesada. Hay sangre en la mesa…su cara está un poco azulada.

911-Ok, espere que estamos yendo para el rescate. Quédese en la línea.

El Departamento de Bomberos de Filadelfia se une a la conversación-¿Qué es lo que ocurre?

Sam-Mi... yo… bajé a entrenar y cuando volví la puerta estaba trabada y mi novia no contestaba y media hora después decidí entrar por la fuerza y la veo ahora en el piso ensangrentada. Ella no está… no está respondiendo.

Bomberos-¿Está respirando?

Sam-Ella… no puedo…

Bomberos-Mire su pecho. Necesito que se calme y mire su pecho…

Sam-Yo no creo que ella lo esté haciendo.

Bomberos-Señor, escúcheme. Ya estamos yendo. Mire su pecho. ¿Ella está tirada sobre su espalda?

Sam-Si está de espalda.

Bomberos-Ok, mire su pecho y dígame si sube y baja. ¿Sube y baja?

Sam-No la veo moverse.

Bomberos-Ok. ¿Sabe hacer CPR?

Sam-No.

Bomberos-Ok. Le voy a decir qué hacer, ¿ok?, hasta que lleguemos allí. Quiero que la mantenga…

Sam-Oh Dios.

Bomberos-Hola…

Sam-Sí, hola, ok.

Bomberos-¿Puede hacer CPR conmigo en el teléfono hasta que lleguen?

Sam-Debería hacerlo, ¿no?

Bomberos-Póngala estirada de espaldas sobre el piso, libere de ropa su pecho ¿ok? ¿Puede romper la remera?

Sam- Gosh (interjección que en inglés equivale a Dios Mío).

Bomberos-Ok, arrodíllese al lado de ella.

Sam- Oh mi Dios… Ellie por favor.

Bomberos-Escuche, escuche, no puede enloquecer señor, usted tiene que…

Sam-Ok estoy tratando… su remera no sale, tiene un cierre.

Bomberos-Rómpala.

Sam-Oh mi Dios, ¡ella se apuñaló a sí misma!

Bomberos-¿Dónde?

Sam-Ella se cayó sobre el cuchillo, no lo sé… oh no, su cuchillo sobresale

Bomberos-¿¿Qué??

Sam-¡¡¡Hay un cuchillo que sobresale de su corazón!!!

Bomberos-¿Ella se acuchilló a sí misma?

Sam-Yo creo, supongo eso… no lo sé si se cayó sobre él, no lo sé.

Bomberos-Ok… ¡no lo toque!

Sam-Ok, yo solo… ¿la dejo aquí ahora? ¿qué tengo que hacer?

Bomberos-Ok, ahora no lo puede hacer, si su cuchillo está en su pecho va a ser imposible hacerle CPR en este momento.

(Los bomberos le dan intervención a la policía) Policía-Estamos en camino. ¿El cuchillo está dentro de ella?

Sam-Si está qué...

Bomberos-Si el cuchillo está dentro de ella.

Sam-Sí, no lo saqué.

Bomberos-¿Es en su pecho?

Sam-Es en su pecho. Eso parece. Pareciera justo en su corazón.

Bomberos-Están en camino, mantenga la puerta abierta.

Sam-Oh mi dios, oh mi dios. Ok, gracias.

Bomberos-¿Qué edad tiene ella?

Sam-27.

Bomberos-¿No ve señales de vida?

Sam-No.

Bomberos-Ok. Pellizque debajo de su brazo.

Sam-No no, por favor, ¿qué?

Bomberos-Pellizque debajo de su brazo y dígame si responde al dolor.

Sam-Ella no, no..Elliee… su brazo…sus manos están todavía tibias… no sé lo que significa, pero hay sangre por todos lados…

Bomberos-El cuchillo que tiene clavado, ¿puede decirme cuán profundo es? ¿puede ver cuánto entró?

Sam-Parece muy profundo.

Bomberos-Oh, ok.

(...)

Sam-Me refiero a que parece un cuchillo largo.

Otra voz-Señor no toque nada.

Sam-No estoy tocando nada… No puedo creer esto.

Bomberos-¿Así que solo usted estaba con ella?

Sam-Nosotros, si… solo nosotros aquí.

Bomberos-Y usted dice que ella cerró la puerta…

Sam-No, no, yo bajé a entrenar y cuando volví estaba cerrado (...) desde dentro, estuve gritando y …

Bomberos-¿Alguien entró por la fuerza a su casa?

Sam-No,no,no,no, tuve que romper la cerradura para entrar.

Bomberos-46-01 Flat Rock, es una casa.

Sam-Es un departamento.

Bomberos-Ok.

Sam-Oh mi dios, oh mi Dios, ok… gracias, adiós.

A las 18:40 la policía llega al condominio. La víctima no respira. Está totalmente vestida. Tiene una remera gris, unos pantalones de deporte claros salpicados de rojo y está sentada en el piso de la cocina, con la espalda apoyada contra el mueble y las piernas extendidas. En los pies tiene puestas unas botas UGG beige y lleva el pelo recogido en una coleta alta. Sobre la mesada de la cocina hay un bowl con arándanos y la canilla está abierta, el agua corre sin fin. En su mano derecha tiene una toalla blanca y al lado de su cuerpo están desmayados sus anteojos con marco negro.

Es declarada muerta en la escena. La herida mayor, la de su pecho, tiene 25.5 centímetros.

Un análisis de las heridas
Un análisis de las heridas que Ellen Greenberg presentaba en su espalda

¿Un médico confundido? ¿Suicidio? ¿Homicidio?

Sam da cuenta de sus movimientos: tiene las llaves magnéticas que certifican que ha estado en el gimnasio. Los detectives de homicidios enseguida toman la idea de Sam expresada en la llamada que se clavó un puñal. Ningún vecino ha escuchado nada; en la escena no hay desorden; las cámaras de vigilancia del edificio no han capturado movimientos sospechosos y, además, Sam ha comentado sobre los problemas psicológicos de Ellen y sus pastillas.

Al día siguiente, el mánager del edificio sigue instrucciones de un contacto policial y hace limpiar la escena y el departamento con profesionales especializados. Mientras tanto, los familiares de Sam retiran las tres computadoras y el celular de Ellen, entre otras cosas (que luego deberán entregar a los detectives).

Ese mismo 27 de enero el perito médico, el doctor Marlon Osbourne, define el caso como “homicidio” y anota en su dictamen haber notado en el cadáver moretones de distintos colores que indican distintas etapas de curación. En lenguaje vulgar, muchos golpes en diferentes momentos sin explicación. Todos saben o imaginan lo que eso puede señalar.

Por otro lado, el asesino no ha tenido otra puerta de acceso al departamento que la que Sam dice haber pateado. Solo queda la posibilidad del balcón, pero está en un sexto piso y, además, bajo del mismo en la planta baja, no se hallaron pisadas sobre la nieve. Tampoco se ha encontrado ADN de una tercera persona en el departamento. La cerradura estaba cerrada por dentro, y Sam aseguró haberla roto. Curiosamente faltó uno de los tornillos del pasador metálico que estaba colocado desde dentro y la puerta no se ve dañada. Ese tornillo perdido podría ser un detalle interesante para lo que vino después. ¿Podría ser que faltara deliberadamente? ¿Que todo fuera una treta para que pareciera que estaba cerrado por dentro? Podría ser. Otra pregunta que surge sobre esta escena la marcó el asistente de la fiscalía Guy D’andrea: al revisar las fotos de la escena observó que la puerta parecía intacta a pesar del patadón que debería haberla dañado al arrancar el pasador. Para tomar nota.

Los peritos examinaron los mensajes que Sam le había enviado a Ellen en esos minutos previos. Uno tras otro, escribió:

-Hola

-Abre la puerta, ¿qué estás haciendo?

-Me estoy enojando.

-Hola, será mejor que tengas una excusa.

-Diablos.

Sus dichos coincidían con los horarios de sus llaves electrónicas en el gimnasio.

Los investigadores siguieron tirando del hilo de la salud mental de la víctima y su estrés… ¿Turnos en el psiquiatra? ¿Medicación?

A fines de marzo la policía apuró al perito médico que había caratulado la causa como “homicidio”. El doctor Osbourne, perito médico oficial, se reunió con la policía y otras autoridades. ¿Qué se habló en esa reunión? Vaya a saberse. Pero para sorpresa de los padres de la víctima, el doctor Osbourne, luego de esa charla, cambió de opinión y enmendó la carátula del caso que el 4 de abril quedó registrado como un “suicidio”.

Tanto la familia como las amigas de Ellen se negaron a creer que la joven pudiera haberse quitado la vida de esa manera brutal. Una de ellas, Erica Hamilton, reveló que le sonó descabellado: “Ella deseaba formar una familia, amaba a los niños, estaba muy excitada con la idea del casamiento y por su nuevo trabajo. (...) Nunca pensé que pudiera estar deprimida o estresada por demás y que eso la llevara a lastimarse (...) A ella no le gustaba ensuciarse y odiaba ver sangre (…) Si Ellen se hubiera suicidado ¡lo último que hubiera usado es un cuchillo. ¡Si hubiese querido suicidarse se hubiera tomado un frasco de píldoras!”. Reveló, además, que habían hablado de su terapia y del tema de la confidencialidad porque a Ellen le preocupaba que el profesional pudiera revelar algo de su intimidad. Para calmarla, Erica le aclaró que la única posibilidad para que un terapeuta pudiese contar algo era que esa persona viera en ella intenciones de lastimarse a sí misma o a terceros. Erica recuerda perfectamente el momento en que le preguntó a Ellen: “¿Tenés alguno de esos pensamientos?“. Ella se rió y me dijo ´No, claro que no. Solo estoy ansiosa”.

La madre de Ellen Greenberg
La madre de Ellen Greenberg busca justicia por su hija

Debate de expertos

“¿Cómo es posible?”, pensaron muchos. Pero las autoridades aseguraron que el arma homicida solo tenía huellas de la víctima y que en la computadora personal de Ellen habían hallado búsquedas sobre “maneras para suicidarse” en las semanas anteriores a su muerte. Era un suicidio: la víctima se había acuchillado de una manera brutal por culpa de sus problemas mentales. Punto.

Sus padres estaban sorprendidos: Ellen era tan aprensiva con la sangre que no había querido perforarse los lóbulos de las orejas para ponerse aros. No podría haber utilizado un cuchillo para lastimarse de esa manera. Era imposible. Se preguntaron varias cosas más: ¿Por qué no dejó una nota suicida? ¿Por qué alguien que piensa matarse carga nafta en su auto un rato antes? ¿Cómo puede uno apuñalarse tantas veces por la espalda?

Los Greenberg pretendían, cuanto menos, que existiera la duda: una muerte por causa indeterminada. Iban a pelear por ello.

Cada día que pasaba Joshua se convencía más de que había algo muy extraño en la muerte de su hija. Reveló, años después, que les llevó al menos dos años darse cuenta de que tenían que armar seriamente el rompecabezas de lo sucedido esa tarde.

Fue durante ese tiempo que terminaron alejándose de Sam irremediablemente.

“Al principio, nos sentábamos todas las noches mirando los reportes y tratando de imaginar cuán profundas o superficiales eran las incisiones en el cuerpo de mi hija. Nos dimos cuenta de que necesitábamos expertos para que nos ayudaran. Y los buscamos”, explicó Joshua.

Además, tomaron nota de algo importante: un tío de Sam, un juez con influencias, había sido quien se llevó de la escena la computadora, los teléfonos y el bolso de su hija. Sin consultarlos. Sam se defendió, entonces, diciendo que el magistrado de la causa lo había autorizado porque la puerta de ingreso estaba rota y podían robarlos.

Como si no alcanzara, el guardia de seguridad del edificio, Phil Hanton, quien según la declaración de Sam había estado con él cuando propinó aquella patada a la puerta de entrada, había declarado que no había dejado en ningún momento su puesto de trabajo en la planta baja. Era una contradicción alarmante que terminó siendo despejada por los videos de seguridad del edificio: Phil nunca subió con Sam al sexto piso. ¿Sam mintió deliberadamente? ¿O fue un error por los nervios?

Algo peor: la escena mortal se había limpiado antes de que la policía llegara con la orden de registro. Todo había estado mal desde el comienzo mismo de la investigación.

Contrataron al abogado Joe Podraza y lo que empezó a surgir les resultó perturbador. La escena no había sido preservada; no habían usado luminol para ver los rastros hemáticos y ni siquiera podían estar seguros de que hubieran tomado correctamente las huellas dactilares del cuchillo. Además, había heridas que sugerían un arma blanca con filo liso, no dentado como tenía la hallada. Y, a pesar de eso, nunca se había buscado un segundo cuchillo.

Siguieron adelante y contrataron a un famoso patólogo forense, Cyril H. Wecht, para que revisara el caso. Wecht lo estudió y no dudó en decir que tenía “sospechas fuertes de homicidio (...)”. En su informe dejó por escrito una frase clave: “Las puñaladas suicidas rara vez pueden ser múltiples. Es poco probable que las puñaladas en la espalda sean un suicidio”.

Había más. Si bien en la autopsia primigenia estaba escrito que la neuropatóloga Lucy Rorke-Adams había examinado la médula espinal sin encontrar daños, la misma doctora, al ser entrevistada por el medio The Philadelphia Inquirer, reveló que no recordaba haber visto el cuerpo y no pudo reconocer su firma en los papeles. Era extrañísimo. ¿Error, accidente o qué?

Henry Lee, otro famoso forense que trabajó en la defensa de O. J. Simpson, contribuyó a la investigación de los padres de Ellen y sostuvo que “el número y el tipo de las heridas, los patrones de las manchas de sangre, son consistentes con una escena de homicidio”.

En 2017, otro estudio forense volvió sobre el tema de los hematomas severos en etapa de curación. Podrían indicar violencia doméstica, pero la justicia no investigó esa posibilidad. El detective Scott Eelman concluyó, además, que el cuerpo de Ellen había sido movido postmortem. Era una investigación plagada de errores groseros.

Una foto de la casa
Una foto de la casa de Ellen Greenberg tras su muerte

Tecnología en 3D y el disco duro

Los Greenberg junto con Change.org lanzaron una petición para recolectar firmas llamada “Justice for Ellen” (Justicia para Ellen) para que el caso fuera revisado y catalogado otra vez como un homicidio. Juntaron 172.619 firmas.

En marzo de 2019, The Philadelphia Inquirer publicó una nota de tapa sobre las circunstancias sospechosas que rodearon la horrorosa muerte de Ellen.

En octubre del mismo año, los Greenberg presentaron una demanda contra el Cuerpo Médico Forense de la ciudad de Filadelfia. Tenían nuevos expertos que contradecían la hipótesis del suicidio. Los profesionales recurrieron a una nueva técnica llamada fotogrametría. Es una tecnología que se basa en un software altamente especializado que permite recrear en tres dimensiones escenarios posibles a partir de múltiples imágenes. Con toda la información sobre los ángulos de cada puñalada, la empresa Biomax recreó las heridas de Ellen y que se vieran reflejadas en 3D. Pudieron observar el tamaño, la profundidad y el daño de las heridas causadas cada vez que el cuchillo ingresó en el cuerpo de Ellen. Esas heridas no podían ser autoinfligidas de ninguna manera, sobre todo las de la parte de atrás de su cabeza y cuello. Además, después de la herida que le seccionó la médula, la joven no podría haber continuado autolesionándose.

Una pieza más en esta batalla fue el disco duro de la computadora de Ellen donde supuestamente los detectives de la policía de Filadelfia habían hallado las búsquedas suicidas de Ellen. Es curioso porque, al ser revisado por el FBI, no se halló nada de eso. Lo único que había eran búsquedas de remedios ansiolíticos y preguntas sobre si esa droga podría tener efectos colaterales como, por ejemplo, hacer subir de peso o provocar modorra.

“En todos mis años de experiencia, en todos los homicidios y suicidios en lo que trabajé, nunca vi nada igual”, reconoció el patólogo Cyril Wecht a Fox News y sostuvo que un suicidio con estas características era altamente improbable.

Además, se supo que el cuchillo dentado que penetró en el pecho de Ellen había sido empuñado por una persona zurda. Ellen era diestra.

Los Greenberg señalan fallas contundentes desde el inicio y miran siempre en dirección a Sam. Si se investigó mal, ¿por qué no se corrigió luego el rumbo? ¿Hubo alguna influencia poderosa que lo impidió? Eso es lo que temen. La primera llamada de Sam no fue precisamente a emergencias: fue a su padre y a su tío, ambos abogados con vinculaciones con el poder.

La puerta del departamento de
La puerta del departamento de Ellen Greenberg no estaba forzada

Demasiadas dudas

Los Greenberg sostienen que ven una serie de detalles cotidianos extraños además de lo relatado previamente. Una: que su hija cocinara con las botas puestas un día en que había nieve y lo normal hubiera sido que se las quitara al entrar. Dos: que una suicida cargue nafta, corte fruta y esté con la canilla abierta; que el cuchillo no tenga rastros hemáticos en su mango después de tantas puñaladas. Sus dudas tenían sentido.

Así lo creyó el juez Joshua Roberts, en 2021, y reabrió el caso: habría una revisión.

Lo cierto es que Ellen había tenido heridas tan dolorosas e incompatibles con la vida que nadie podía creer que pudiera habérselas efectuado ella misma. La de su nuca tenía 6,5 cm y según los expertos había tenido lugar luego de que su corazón hubiera dejado de latir. ¿Una muerta que se suicida? Es la pregunta que se hace el investigador privado Tom Brennan. Este detective también sugirió que el examinador médico Osbourne no había visto algunas huellas en el cuello de Ellen que podrían probar un intento de ahorcamiento.

Inquietante cuanto menos.

Para seguir sumando controversia hubo quienes dijeron que el cuerpo de Ellen sí que tenía leves heridas defensivas que los primeros detectives dejaron pasar. Eran raspones, en el brazo y la pierna derechos y en el abdomen. Además, el cuerpo de Ellen había sido movido porque se la encontró sentada en el piso y, sin embargo, una línea de sangre coagulada corría de manera horizontal entre su nariz y su oreja, no de arriba hacia abajo como indicaría la lógica de la gravedad. Este es un caso lleno de imposibles a la mirada de la lógica. ¿Quién la movió y con qué fin lo hizo?

Los exámenes de toxicología revelaron rastros de citalopram (un antidepresivo), de clonazepam (un ansiolítico) y de zolpidem (un hipnótico para dormir). La concentración de esas drogas estaba dentro de los rangos terapéuticos normales. Se trataba de remedios que le habían sido recetados por su doctora Berman.

La pregunta crucial era si esas sustancias podrían haber generado un brote que la hubiera llevado a suicidarse de esa manera enloquecida. ¿Pudo haber pasado algo así en los breves minutos en los que su pareja se ausentó? Según los expertos, esas dosis tan bajas no podrían provocar la magnitud de la violencia de sus heridas y esos fármacos no explican un impulso suicida de semejante envergadura.

Para la neuropatóloga Lindsey Emery la víctima no podía estar viva cuando recibió las puñaladas más graves. Sencillamente porque no había hemorragia: “Que no haya hemorragia significa que no hay pulso”.

El detective privado Tom Brennan marca varios puntos llamativos más en el caso. Repasemos. El cerrojo, que se esgrimió que estaba cerrado desde dentro, también podría abrirse desde fuera con solo googlear un poco en Internet o podría haber estado preparado. Nadie presenció el momento. Remarcó que Ellen podría haber sido víctima de lo que se llama un “ataque relámpago” que la hubiera dejado indefensa al comienzo mismo de la agresión. El forense Wayne Ross, al examinar la médula espinal de Ellen -que todavía estaba en manos del cuerpo médico forense- sostuvo una vez más que la puñalada que atravesó su cráneo la habría dejado inconsciente porque “se podía ver claramente que los nervios estaban cortados”.

Por su parte, Gregory McDonald, médico forense y decano de la Facultad de Ciencias de la Salud de Medicina Osteopática de Filadelfia le dijo a Oxygen: “Por lo general, cuando vemos una serie de puñaladas poco profundas, estas podrían ser consistentes con marcas de vacilación. Cuando alguien se autoinflige estas heridas, a menudo, se apuñalan a sí mismos superficialmente primero para ver lo que sienten y, luego, profundizan cada vez más a medida que avanzan con las heridas autoinfligidas. En cambio, en los homicidios, las heridas superficiales de arma blanca son poco comunes. Por lo general, si una persona te está apuñalando, no lo hará varias veces superficialmente para luego apuñalarte más profundamente. Esa es una de las cosas que me parecieron no coherentes con un homicidio”. Sin embargo, la cantidad de puñaladas profundas no era menor y también le generaron dudas porque sí podrían ser representativas de un ataque: “es inusual apuñalarte a ti mismo tantas veces tan profundamente”. Otro detalle que el perito remarcó fue que los suicidas rara vez se hieren vestidos: Ellen estaba con toda su ropa, incluso con sus botas. El experto explicó: “La mayoría de las personas que se suicidan no se apuñalan a sí mismas a través de la ropa, por lo general, se suben las prendas y suelen exponer cualquier área a la que quieran apuntar, por lo que esto, si fuera un suicidio, sería bastante inusual”.

Alyson Stern (42) fue otro de los testimonios revisados. Ella había salido con Ellen, cuatro días antes de su muerte, para ver vestidos de novia: “No parecía ella misma. Estaba desarreglada. Cuando estuvimos sentadas en el probador incluso lloró un poco y me dijo: ‘lo siento, no soy yo misma’”.

Con todas las incógnitas sobre la mesa, en febrero de 2022, el fiscal general de Pensilvania Josh Shapiro decidió volver a cerrar el caso como un suicidio. De no creer. Casi para el récord Guinness.

Ellen Greenberg junto a sus
Ellen Greenberg junto a sus padres

Retractación clave y una docuserie

La familia no se quedó de brazos cruzados. No creen en la posibilidad del suicidio.

El 8 de noviembre de 2024 la fiscalía del condado declaró la investigación inactiva por falta de pruebas, pero una orden judicial le permitió a los padres llevar el caso a juicio contra la ciudad de Filadelfia apenas comenzado el 2025. Los Greenberg apuntaban (y apuntan) a una conspiración para encubrir el asesinato de Ellen.

El 31 de enero de 2025 el mismísimo ex perito médico del comienzo del caso, el doctor Marlon Osbourne, presentó una declaración jurada oficial impactante: allí dijo que se retractaba. Ya no sostenía más la hipótesis del suicidio. Lo dice medio temeroso y de esta forma: “He recibido información adicional que no poseía al momento de corregir la carátula (se refiere al primer cambio de carátula en 2011 de homicidio a suicidio), algo que en su momento hubiera impactado en mi opinión (...) Ahora sé que esa información existe y me lleva a preguntarme, por ejemplo, si el novio de Ellen fue visto entrando al departamento antes de llamar al 911 (...) Si la puerta fue forzada para ser abierta como se dijo; si el cuerpo de Ellen fue movido por alguien más dentro del apartamento (...) Considerando la nueva información, es mi opinión profesional que la causa de muerte de Ellen debería ser designada como otra, no como suicidio”.

Otra cosa sería homicidio, aunque no lo dice.

Esto reavivó el caso.

La familia terminó acordando un pago de 650 mil dólares y se pactó una revisión “expedita” como parte del arreglo. En febrero último la ciudad dispuso que el cuerpo de peritos oficiales repasara la evidencia.

El 29 de septiembre de este año la plataforma de streaming Hulu -de The Walt Disney Company- emitió la serie documental de tres episodios Muerte en el departamento 603. Allí se muestran más de veinte entrevistas con amigos de Ellen, familiares, expertos, colegas y abogados. Además, el documental cuenta con imágenes y análisis de la escena, la autopsia y los videos de vigilancia.

EL gráfico muestra dos lugares
EL gráfico muestra dos lugares del cuerpo en los que Ellen Greenberg se habría apuñalado

Sam rompe el silencio

Poco antes de que se emitiera el documental, Sam Goldberg rompió el silencio alegando que con todo esto pretendían manchar su reputación. A CNN le comentó: “Cuando Ellen se quitó la vida, me dejó confundido. Ella era una persona maravillosa y amable que tenía todo para vivir (...) Las enfermedades mentales son muy reales y tienen muchas víctimas”.

Se sabe que hoy Sam Goldberg (hoy 42 años) se casó a los 31 años, en 2014, con Caroline Fay Shnay, de 32, en el hotel Plaza de Manhattan. La joven se dedicaba a la compra de ropa masculina de diseño para Scoop y es hija de Martin Shnay, el vicepresidente de AMS Realty Company, y de Ruth, también agente de bienes raíces en Nueva York. Unieron fortunas. Hoy la pareja ya tiene dos hijas y vive en Nueva York.

Está claro que, con la vida que ha logrado tener, lo que menos quiere Sam es que se siga hablando de su ex pareja bañada en sangre. Casi que se considera otra víctima. De hecho, en TikTok corren por estos días serios rumores de que con tanto revuelo mediático Caroline lo habría dejado. ¿Tendrá ella algún dato de la intimidad de la que el resto de la sociedad carece?

El pasado 7 de octubre se dio a conocer el nuevo resultado de la revisión de expertos con un documento de 32 páginas que lleva la firma de la jefa del cuerpo forense actual, la doctora Lindsay Simon: “La causa de muerte de Ellen Greenberg está mejor clasificada como un suicidio”. ¿En serio?

En el dossier Simon escribe que la víctima al momento de su muerte padecía ansiedad laboral. Si bien Simon admite que el patrón de las heridas es inusual, insiste en que es “factible que ella pudiera infringírselas a sí misma”.

Simon afirmó que para armar este dossier habían revisado meticulosamente el caso, como también lo aportado por la familia Greenberg, y aclaró que habían visto con interés el documental. La directora de la serie documental, Nancy Schwartzman, horrorizada con este nuevo “suicidio” sostuvo ante el medio The Hollywood Reporter: “Estamos todos shockeados. Realmente shockeados. Deberían haber usado microscopios, ¡no mirar una serie de TV para hacerlo!”.

Uno de los abogados del matrimonio Greenberg, William Trask, salió con los tacones de punta diciendo que este nuevo reporte médico de la ciudad de Filadelfia es una infamia: “La evidencia contradice el suicidio, la fotogrametría en 3D demuestra que Ellen no podría haberse hecho las heridas (...) Simon construye un caso distorsionado sobre la salud mental de Ellen, con distorsiones cínicas de su manejo de la ansiedad, una condición experimentada diariamente por 40 millones de estadounidenses (...) Este reporte es una vergüenza para la ciudad y un insulto para Ellen y su familia. Ellos solo quieren la verdad. Está claro que la verdad no vendrá de la maquinaria de las fuerzas de la ley de Filadelfia. A pesar de que la ciudad de Ellen le dio la espalda, seguiremos la lucha por otras avenidas para conseguir justicia por su asesinato”.

Manchas de sangre en el
Manchas de sangre en el departamento de Ellen Greenberg

La conjura de los necios

Los Greenberg, devastados, ven desfilar la vida sin un atisbo de justicia. Se supo que el patólogo Wayne Ross, contratado por los Greenberg, intentó reproducir con un cuchillo los movimientos que tendría que haber efectuado Ellen. No consiguió contorsionarse lo suficiente para lograrlo.

¿Cómo puede alguien diestro apuñalarse como un zurdo por la espalda repetidamente hasta contar veinte? ¿Cómo podría alguien volverse loco en segundos, mientras prepara la comida y que eso no deje sangre en el mango del arma? ¿Cómo podría ella haberse cortado la médula para luego dejarse clavado el cuchillo en medio del corazón atravesando el pericardio y el ventrículo derecho? ¿Por qué nunca se investigó seriamente su relación de pareja con Sam?

Son muchos los que creen que la influencia de la poderosa familia Goldberg en la justicia de Pensilvania tiene mucho que ver con todo. Su tío James Schwartzman es un prominente abogado que fue nombrado juez en la Corte Judicial de Disciplina de Pensilvania por el ex gobernador Tom Wolf. Apuntan, en voz baja, a que él podría haber interferido en la cadena de custodia de las pruebas porque, recordemos, él fue quien entró al departamento para llevarse las cosas de Ellen. El padre de Sam, Richard, también es abogado y dueño de empresas. Una de ellas se llamaba All Star Shredding y era una compañía de destrucción confidencial de documentos y reciclaje en Delaware.

Un dato más: desde 2023 el gobernador del estado de Pensilvania es… Josh Shapiro. El mismo fiscal general que, en 2022, había vuelto a respaldar la idea del suicidio. No la tienen sencilla los Greenberg.

Si la muerte de Ellen fuese un homicidio que continúa impune, el sospechoso número uno no podría ser otro que Sam Goldberg.

La batalla de los Greenberg para conocer la verdad podría ser infinitamente más difícil que enfrentar la negligencia de los ineptos.