Después de perder hasta su techo, se convirtió en el modisto número 1 del mundo: “Esto es toda una revolución, querido Christian”

Con una sensibilidad artística y amor por las flores, Christian Dior transformó la moda de posguerra con una nueva silueta femenina y lujosa. Su “New Look” marcó una revolución estética que definió el siglo XX y convirtió su nombre en sinónimo de elegancia hasta nuestros días

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Tras el lanzamiento de su
Tras el lanzamiento de su primera colección Corolle, Christian Dior se convirtió en un diselñador estrella de París. En la foto, haciendo una prueba a Ava Gardner para un filme (1956) (AP Photo)

La firma Christian Dior, símbolo del lujo y el glamour que definen la identidad francesa, fue creada por un hombre de gran sensibilidad hacia la naturaleza y el arte que no tuvo un camino fácil hacia su verdadera vocación. Su vida tuvo varios giros y tropiezos antes de regalarle al mundo una de las colecciones más extraordinarias al final de la Segunda Guerra Mundial.

La trayectoria del diseñador comenzó lejos de la moda, en una familia burguesa de Granville, en la región de Normandía, donde nació el 21 de enero de 1905. A los cinco años, su familia se trasladó a París. Era el segundo de cinco hijos de Maurice y Madeleine, quienes tenían un buen pasar como propietarios de una fábrica de fertilizantes.

El pequeño Christian tenía un gran interés por la naturaleza, en especial las flores, el arte, le gustaba dibujar y soñaba con ser un arquitecto. Su padre en cambio, no veía con buenos ojos que su hijo siguiera sus inclinaciones artísticas. Tenía otros planes para él, que fuera diplomático. Pese a que no le interesaba en absoluto esta carrera, cumplió el deseo de su progenitor. En lugar de estudiar en la École Nationale des Beaux-Arts en Paris alineada a su vocación, en 1925 se inscribió en la carrera de Ciencias Políticas, que más tarde abandonó. Mientras vendía figurines y bocetos a revistas, a los 23, con el apoyo de su padre, abrió una galería de arte donde vendió obras de jóvenes promesas, como Pablo Picasso, entre otros artistas. Aunque suene increíble, Christian Dior tendría prohibido asociar su apellido al negocio.

A pesar de su temprana
A pesar de su temprana vocación artística, su padre lo alentó para que hiciera una carrera de diplomático (EFE/Archivo)

En 1931 el joven sufrió una grave pérdida, en medio de una sucesión de desgracias personales. Tenía 26 años cuando su madre murió de cáncer. Ella había sido muy cercana y su gran inspiración, ya que era una mujer elegante y refinada. Su hermano mayor Bernard sufría problemas psiquiátricos, esquizofrenia y su padre se vio afectado por problemas financieros por los coletazos de la Gran Depresión. Así fue como Christian se vio obligado a cerrar la galería, por falta de clientela. Vendió todo, perdió hasta su departamento y tocó fondo al tener que dormir en casas de amigos para subsistir. Mientras tanto, la situación crítica lo llevo a imaginar nuevas formas de ganar dinero. Gracias a esos bocetos, que realizaba con su lápiz, fue contratado como asistente de diseño del modisto suizo Robert Piguet, su exigente maestro, de quien dijo haber aprendido “el verdadero sentido de la elegancia” y que trabajar con él fue una experiencia formativa clave en su carrera.

Allí, en 1938, presentó una colección que incluyó el reconocido estampado pied de poule, además de experimentar con exquisitos materiales tradicionalmente relegados a la decoración. En la casa Piguet también trabajó un joven Hubert de Givenchy y Pierre Balmain, lo que convirtió ese espacio en una cantera de talentos. Dior recordaba ese entorno como “un lugar donde se respiraba moda con rigor y poesía”.

Este primer paso en el universo de la moda, donde ganó exposición, fue interrumpido por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Como parte de la generación convocada a alistarse, Dior dejó su puesto en Piguet y fue sustituido por Marc Bohan; aunque luego ingresó en la casa de alta costura de Lucien Lelong. Fueron tiempos en los que confeccionaban vestidos bajo la ocupación nazi en París. Esta etapa cerró al final de la guerra, cuando en 1946 fundó su propia casa de moda, respaldado por el millonario Marcel Boussac, quien, atento a la caída en desgracia de Coco Chanel —acusada de colaborar con los nazis y autoexiliada en Suiza—, vio una oportunidad en Dior para devolver prestigio al sector.

El vestido de Christian Dior
El vestido de Christian Dior que lució la actriz Elizabeth Taylor, la noche en que ganó el Oscar a la mejor actriz en 1961 (Foto de Daniel LEAL / AFP)

Consciente de las necesidades tras el final de la guerra, Dior hizo a un lado la moda austera que habían marcado esos años e ignoró las tendencias. En 1947, a pocos meses de la inauguración de su maison sobre la Avenue Montaigne, presentó la primera colección de alta costura, denominada Ligne Corolle. Con una cintura de avispa y voluminosas faldas de vuelo hasta las pantorrillas con la forma de esa flor, definió la nueva silueta femenina, conocida como New Look. La colección exigía cantidades abundantes de tela, tacos finos y altos, y los grandes sombreros remataban el nuevo estilo, contraponiéndose diametralmente al minimalismo defendido por Chanel.

Tras el primer desfile el 12 de febrero de 1947, Carmel Snow, editora de Harper’s Bazaar, exclamó: “Esto es toda una revolución, querido Christian. Tus vestidos tienen un aspecto tan nuevo”. Esta frase impulsó a la prensa internacional a bautizar la tendencia de Dior como New Look, un término que se convirtió en sinónimo de glamour y feminidad de la posguerra.

Las críticas de Coco Chanel

No todas las mujeres celebraron el cambio: parte de la clientela rechazó el regreso de los corsets y las cinturas ceñidas del siglo anterior de los que se habían liberado. Chanel reprochó: “Solo un hombre que nunca tuvo intimidad con una mujer podría diseñar algo tan incómodo”. Y también fustigó: “las mujeres parecían sillones”, en referencia a las formas estructuradas que él proponía y sus géneros. Coco lo acusó de arrastrar a la mujer hacia el pasado. En un viaje a Estados Unidos las protestas de grupos feministas se hicieron oír. No obstante, al modisto no le interesaba la funcionalidad de la ropa que dominaba en esos tiempos. Él eligió el glamour, el lujo, aquello que lo definía.

Esa colección fue adoptada de inmediato por grandes estrellas como la actriz alemana Marlene Dietrich, que los lució poco después del lanzamiento. Fue una de las primeras celebridades en lucir el “New Look” en público y en películas. La Princesa Margaret, hermana menor de la reina Isabel II, fue una de las primeras figuras reales en lucir Dior en los años siguientes, lo que ayudó a legitimar la maison en círculos aristocráticos. También, Wallis Simpson, duquesa de Windsor, se convirtió en clienta temprana de Dior, atraída por la sofisticación y estructura de sus diseños.

Marlene Dietrich en "Stage Fright"
Marlene Dietrich en "Stage Fright" (1950) luciendo un diseño de Christian Dior, diseñador que eligió desde el lanzamiento de su primera colección "Corolle"

Entre sus clientas célebres destacó la primera dama argentina Eva Duarte de Perón, que llegó a tener un vínculo muy significativo con la casa del diseñador. Durante el tour de 1947 que realizó por Europa, adquirió varios trajes de alta costura, muchos de ellos diseñados por Christian Dior. La casa conservaba sus medidas y le enviaba modelos exclusivos. Su guardarropa incluía conjuntos con la silueta “New Look”, adaptados a su figura y estilo. Algunos de estos vestidos se conservan en el Museo Evita, y son testimonio de su pasión por la firma de lujo francesa, la número 1 de esa época. “La única reina que vestí fue Eva Perón”, expresó Christian Dior en una entrevista publicada en la revista París Match en 1953. La cita fue retomada por la socióloga de la moda Susana Saulquin en el libro “Historia de la Moda Argentina. Del miriñaque al diseño de autor”.

A la derecha, el vestido
A la derecha, el vestido de Dior más impactante que tuvo la primera dama en su guardarropas, hecho a medida (Julieta Ferrario)

El impacto de Christian Dior en la moda llevó este ámbito a niveles estéticos desconocidos, consolidando la llamada era del glamour y de la feminidad durante el siglo XX. Su nombre se considera fundamental para comprender la evolución de la moda en esos tiempos. Fue uno de los diseñadores más imitados, con clásicos que perduran en el tiempo. Lo suyo no fue moda pasajera, sino una declaración de estilo y sofisticación.

El icónico vestido de Dior
El icónico vestido de Dior que perteneció a Eva Duarte de Perón y se exhibe en su museo (Julieta Ferrario)

Las flores de la Provenza

Lejos del ritmo agitado de su carrera, Christian Dior encontraba la felicidad en su finca agrícola restaurada en la Provenza francesa, adquirida en 1951. A pesar del reconocimiento internacional, prefería el entorno de la campiña antes que la vida bajo las luces de la gran ciudad. Argumentaba que deseaba estar más próximo a su familia y admitía disfrutar tanto del aire libre como de su afición por el cultivo de flores, razones por las cuales eligió ese lugar como refugio personal.

Christian Dior en su granja,
Christian Dior en su granja, un antiguo molino. Publicado en Svensk Damtidning 1950 (Grosby)

Desde el lanzamiento de su New Look, la expansión internacional llegó a paso firme con la apertura de una sucursal en Nueva York y la presentación en 1949 del perfume Miss Dior, inspirado en su hermana Catherine, bajo el lema: “El perfume de una mujer dice más sobre ella que su letra”. Durante la Segunda Guerra Mundial, Catherine fue miembro activo de la resistencia contra los nazis. Fue arrestada por la Gestapo y deportada al campo de Ravensbrück, donde sobrevivió a condiciones extremas. Al regresar, abrió un puesto de flores en Les Halles de París. Su amor por las rosas y la naturaleza inspiró a Christian, quien ya concebía a la mujer como una “flor” en su silueta New Look. El perfume fue dedicado en su honor.

Dior se fue de este mundo de manera inesperada cuando disfrutaba unas vacaciones en Montecatini Terme, en la Toscana italiana; sufrió un infarto mientras jugaba a las cartas. Tenía 52 años. Su nombre sobrevivió el paso del tiempo, ligado por siempre a la elegancia y delicadeza femenina dentro del mundo de la moda.

Su muerte precipitó el ascenso de Yves Saint Laurent al frente de la maison, quien en 1960 debió dejar el cargo por el servicio militar, dando paso definitivo a Marc Bohan, custodio del legado durante 28 años y responsable de la supervivencia de la marca tras periodos de bancarrota; en 1984, Bernard Arnault, líder del conglomerado LVMH, adquirió la marca.

La permanencia del legado de Christian Dior en la moda internacional se debe al trabajo que hicieron sus directores creativos respetando la identidad de la etiqueta. Después del largo período de Bohan tomó la posta Gianfranco Ferré (1989-1997); lo siguió John Galliano, que descolló en la pasarela pero tuvo una salida abrupta en medio de un escándalo por comentarios antisemitas (1997-2011). Luego fue el turno de Raf Simons (2012-2015), seguido por la primera mujer en ocupar ese cargo, Maria Grazia Chiuri, quien dirige la maison desde 2016.

Un vestido bustier Jardin Fleuri
Un vestido bustier Jardin Fleuri de Maria Grazia Chiuri, exhibido en la exposición "Christian Dior: Designer of Dreams" en el Museo Victoria and Albert de Londres, el 30 de enero de 2019. (Foto de Tolga Akmen / varias fuentes / AFP)

Junto a sus clásicas prendas, Christian Dior dejó lecciones de elegancia, que no tienen que ver con el dinero ni con el consumo de logos relucientes. Algunas de sus frases más famosas:

— “Ninguna mujer con clase es esclava de la moda”.

— “No es el dinero lo que te hace vestir bien, es la comprensión”.

— “La felicidad es el secreto de toda belleza. No hay belleza sin felicidad”.

— “El estilo es una forma de decir quién eres sin tener que hablar”.

— “El entusiasmo por la vida es el secreto de toda belleza. No existe belleza sin entusiasmo”.

— “La elegancia es un equilibrio entre sencillez, pulcritud, espontaneidad y distinción”.

— “Llevar un diamante gigante en el dedo solo demuestra que una mujer tiene dinero; no significa nada en términos de elegancia”.

— “Siendo natural y sincero, a menudo se pueden crear revoluciones sin haberlas solicitado”.

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