Un fenómeno global de 102 capítulos, el actor que usó su traje y el inesperado y triste final: el día que el mundo conoció a Alf

Llegó en septiembre de 1986 directo desde Melmac y aterrizó en la casa de los Tanner. La cadena NBC creó un personaje peludo, sarcástico y entrañable que conquistó el corazón de todo el globo. El final que no fue y la nostalgia que aún genera

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La llegada de ALF

El estruendo se sintió en plena noche y sacudió una casa de los suburbios. La familia Tanner escuchó el golpe seco contra el techo del garaje. Lo que vieron fue una enorme sorpresa: un ser peludo, de hocico largo y algo golpeado, acababa de estrellar su nave contra su casa. Era Gordon Shumway, oriundo del planeta Melmac, aunque el mundo pronto lo conocería con un nombre mucho más corto y entrañable: ALF.

El 22 de septiembre de 1986, la cadena NBC lanzó al aire una serie que cambiaría para siempre la forma de hacer comedias televisivas. En un escenario plagado de sitcoms familiares de estructura clásica, irrumpió este personaje insólito, un extraterrestre con sarcasmo afilado, ternura escondida y una capacidad única para meterse en problemas. Desde el primer episodio, ALF combinó risas y emoción, logrando que el público se encariñara con un ser de otro planeta que, en el fondo, solo buscaba un hogar.

Detrás de sus chistes sobre comer gatos y sus intentos fallidos de reparar su nave, ALF traía consigo una historia de desarraigo, pérdida y nuevos comienzos. Su planeta había sido destruido, toda su civilización desaparecida. Pero encontró en los Tanner —Willie, Kate, Lynn y Brian— una nueva oportunidad para sentirse en familia. Esa mezcla de humor, absurdo y profundidad emocional convirtió a la serie en un fenómeno instantáneo y, con el tiempo, en una pieza fundamental del ADN televisivo de los años 80.

La mesa familiar con ALF
La mesa familiar con ALF en la cabecera

En el corazón de todos

A finales de los 80s, cuando el sonido del “clac, clac” al encender el televisor era un preludio de magia pura, ALF irrumpió en las casas como un visitante inesperado. No era uno más de esos personajes cómicos, ni un alienígena cualquiera. Era una mezcla de lo absurdo y lo entrañable, una criatura peluda y sarcástica, pero con una humanidad tan palpable que, en cuestión de semanas, se ganó un lugar irremplazable en los corazones de quienes crecieron viéndolo; y no lo olvidan.

La serie, creada por Paul Fusco, quien le daba voz y vida al personaje a través de un complejo sistema de marionetas, además de conquistar la pantalla, se convirtió en una serie de culto. Durante los primeros episodios, el actor húngaro Mihaly “Michu” Meszaros, que medía apenas 83 centímetros de altura, se puso el traje de ALF para algunas escenas que requerían movimiento completo. Sin embargo, con el tiempo, Fusco decidió volver a representar al personaje exclusivamente como marioneta, privilegiando la expresividad y el control de cada gesto. Michu falleció en 2016, pero su aporte ayudó a construir esa ilusión mágica que hizo del extraterreste un personaje inolvidable.

El nombre de ALF, acrónimo de Alien Life Form (Forma de Vida Extraterrestre), no era un simple apodo. Era el reflejo de su naturaleza enigmática, un ser del espacio que, al caer en el hogar de los Tanner, se transformó en parte esencial de la familia. Los primeros episodios de ALF combinaron la fórmula clásica de sitcom familiar con un extraterrestre sarcástico y, sin quererlo, revolucionaron la forma de hacer televisión.

El merchandising de ALF
El merchandising de ALF

El éxito fue instantáneo. La cadena NBC encontró en el extraterrestre de pelaje marrón a un nuevo ícono, y el programa se convirtió pronto en uno de los más vistos de la década. Le tocó competir con grandes producciones, como Cheers y The Cosby Show. Pero, ALF lograba algo más y eso fue lo que realmente lo hacía único: atraía a niños, que reían a carcajadas con sus travesuras; mientras que los adultos disfrutaban de sus irónicas referencias culturales, su humor en doble sentido y, a veces, hacía una crítica social sutil pero poderosa para los ochentas.

En su esencia más pura, ALF era un personaje profundamente humano que a pesar de venir de un planeta lejano, Melmac, tenía emociones que no eran tan diferentes a las nuestras. Como cualquier persona, sentía miedo, nostalgia, amor, celos y, sobre todo, un profundo deseo de pertenencia.

Todo eso hizo que la serie no fuera solo un desfile de situaciones cómicas sino la historia de un refugiado cósmico que, al igual que cualquier inmigrante, debía adaptarse a un mundo que no era suyo, enfrentándose a su propia vulnerabilidad.

El momento en que conoce a la familia y es bautizado ALF

El alienígena que buscaba un hogar

Desde su llegada a la casa de los Tanner, ALF mostró que, por muy diferente que sea alguien, lo más importante es el corazón. Cuando llegó a la casa de la familia Tanner, ALF encontró su refugio. Willie, el padre interpretado por Max Wright, representaba la paciencia infinita, siempre dispuesto a ofrecerle una segunda oportunidad, incluso cuando sus metidas de pata llegaban a niveles épicos. Kate, la madre encarnada por Anne Schedeen, siempre fue la que le puso límites, pero pese a eso, y aunque le costó al principio, aceptó al nuevo huésped.

Lynn, la adolescente que interpretó Andrea Elson, veía en él una especie de hermano mayor que, a su manera, también vivía sus propios conflictos emocionales. Y Brian, el niño creado por Benji Gregory, con su inocencia y empatía, veía a ALF como un amigo incondicional.

¿Pero qué fue lo que hizo especial a ALF? Hacía reír, pero también lograba momentos de una profundidad emocional y de reflexión sencilla, en temas tan complejos como la exclusión, la pérdida del hogar, el miedo de ser descubierto, la dificultad de adaptarse a una nueva cultura, la soledad aunque estuviera acompañado. Cada episodio presentaba estos dilemas con una ligereza que hacía reír a los más pequeños, pero con una sutileza que invitaba a los adultos a reflexionar. Los chistes y las situaciones absurdas de ALF nunca ocultaban su verdadera esencia: la de un ser en busca de aceptación, que solo encontraba consuelo en su familia adoptiva, los Tanner.

El humor de ALF era, sin duda, un punto de conexión. Pero el trasfondo emocional de la serie tocaba fibras más profundas como el valor e importancia de la familia, la empatía, el aprender a vivir con nuestras diferencias. ALF, a su manera, enseñaba que la aceptación y el amor pueden derribar cualquier barrera. Y en tiempos en los que la televisión comenzaba a abrir espacios para tratar temas serios, ALF hizo un perfecto equilibrio entre lo fantástico y lo significativo.

Las conversaciones con Willie siempre
Las conversaciones con Willie siempre fueron tan desopilantes como conmovedoras (captura)

El fenómeno mundial

Entre el 22 de septiembre de 1986 y el 24 de marzo de 1990, ALF acompañó a millones de familias durante cuatro temporadas inolvidables, con un total de 99 episodios originales. Luego sumaron algunos capítulos especiales de una hora, divididos en dos partes cuando se repitieron en televisión, lo que elevó el número final a 102 episodios. Más tarde, llegó la película “Proyecto Alf“, que revelaba el final de la historia. Lo que nunca avisaron fue que no era apta para corazones sensibles...

Más allá de esas cifras, el divertido extraterrestre dejó una huella imborrable que ningún conteo puede medir. Se convirtió en un fenómeno que trascendió la pantalla. ¿Qué niña o niño no pidió algún objeto de ALF? En cada juguetería, kiosco o comercio se vendían muñecos de peluche, álbumes de figuritas, mochilas, tazas, remeras, historietas… En todos los hogares, al menos un objeto llevaba su imagen y su espíritu travieso. Sus frases pegadizas como ¡No hay problema! o ¡En Melmac esto sería ilegal!, y su estilo único se metieron en el lenguaje cotidiano, convirtiéndose en una marca registrada de la infancia de toda una generación.

En la Argentina, la magia de ALF también se sintió con fuerza. A partir de 1987, ALF llegó a la pantalla del antiguo canal 11 (hoy Telefé). Las familias argentinas se reunían frente al televisor para disfrutar del extraterrestre más divertido. No tardó para meterse también en los corazones de esta parte del mundo. Y el que colaboró para que eso fuera una tarea fácil fue el doblajista mexicano Carlos Segundo, con esa voz tan entrañable, fue el toque final que convirtió a ALF en un amigo más. En su voz, las frase “¡Gato a la vista!” o “¡Qué mundo loco, Willie!” se convirtieron en dichos comunes en cada hogar, en cada escuela, en cada esquina.

ALF extraña su planeta, Melmac, y habla con Willie

El inesperado y triste final

A pesar de su éxito, el final de ALF fue tan inesperado como doloroso. En 1990, la serie cerró su cuarta temporada con un final en suspenso y angustiante: ALF, finalmente estaba a punto de ser rescatado por sus amigos sobrevivientes de Melmac, entre ellos su gran amor, Rhonda, cuando es capturado por las fuerzas militares justo antes de subir a la nave.

Fue un final abierto, sin resolución, que dejó a los fans con el corazón roto y preguntas sin respuesta. La cadena NBC canceló el programa sin previo aviso, y el sueño de ver a ALF regresar a su hogar nunca se concretó. Para muchos fans, ese episodio final inconcluso sigue siendo la verdadera despedida de ALF, un adiós agridulce que nunca se completó como todos esperaban.

Pasaron seis años para que llegara la película Proyecto ALF, un intentó de ofrecer un cierre, sin el elenco original y con un tono trágico al principio, que nada tenía que ver con lo que era la serie. Mostraba cómo era estudiado y logrado sobrevivir al encierro que sufrió por parte del gobierno de Estados Unidos.

Luego de una serie de incidentes, ALF logra escapar de la jaula donde lo mantenían aislado con la ayuda de dos aliados humanos. Todo eso lo llevó a un juicio, para saber qué harían con él... Finalmente, se le perdonó la vida y fue nombrado “embajador de otras galaxias” en la Tierra. Aunque ese final pretendió cerrar las heridas y darle un cierre digno al personaje, no conformó al público que espero ver a los Tanner corriendo hasta él en el final.

Actualmente, todos los capítulos de la serie pueden verse en la plataforma YouTube y sus muñecos siguen siendo comprados por los nostálgicos que lo siguen viendo como el nexo directo con la mas tierna infancia.

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