
Esta historia incluye en principio nueve abusos sexuales, ataques y violaciones a distintas mujeres cometidos por Fletcher Anderson Worrell a lo largo de los años en los Estados Unidos. El acusado también decía llamarse Clarence Williams. Era evidente que si se sentía acorralado apelaba al cambio de rol, ya que cuando aprendió árabe y se sintió seguro no solo al hablarlo, sino también al escribirlo, volvió a modificar su identidad pasando a ser Umar Abdul Hakeem. Pero más allá de sus argucias un determinado día cayó a causa de dos objetos: una escopeta y una bombacha. Y terminó siendo para la policía, la justicia, la opinión pública y el periodismo “El Violador de Silver Spring”. Así apareció en la portada de diarios y revistas.
Los hechos ocurrieron a comienzos de los años 70 en una extensa zona que abarcó desde Maryland a Nueva York, un área de unas 209 millas, algo así como 337 kilómetros. Pero recién salieron a la luz hace exactamente 20 años, en mayo de 2005, cuando el agresor tenía 58 años. Podría decirse un poco por casualidad y otro tanto gracias a la tecnología y el avance de la ciencia.
La caída del violador
En primer lugar el objeto hallado fue una bombacha, que sirvió como elemento de prueba para determinar una violación. Mientras los fiscales investigaban a Worrell por otra serie de delitos cuando se encontraba prófugo, decidieron recorrer su prontuario. Y en un archivo en el que se recolectaron evidencias, hallaron entre ellas la bombacha de una víctima que tenía restos de semen de su agresor y permaneció allí durante más de tres décadas. “Estaba traspapelada”, aseguraron ante el estupor de la sociedad estadounidense que no podía creer lo que estaba escuchando.
Luego de esta novedad, Worrell fue encontrado en Atlanta por la policía recién a fines de 2004 por cometer un error de delincuente principiante. Sucedió en el momento en que quiso comprar una escopeta, pero el cotejo en el registro de antecedentes por parte del vendedor, provocó que de inmediato se desarrollaran sendos pedidos de detención en su contra por hechos ocurridos nada menos que en Nueva York. Eso puso en marcha su búsqueda inmediata y posterior arresto.

Los pedidos de captura surgieron también luego de que huyera mientras se encontraba bajo fianza, eludiendo así dos juicios que se le venían por presuntas violaciones ocurridas en Nueva York.
El raid del violador serial
La policía de Manhattan destacó que los hechos ocurridos en Maryland podrían llegar a ser apenas el inicio de los abusos cometidos por Worrell. Y precisó que además en otras ciudades se compararían las muestras del sospechoso con las que existían en los propios bancos de ADN logradas a través de las víctimas que fueron denunciando en el tiempo ataques sexuales que quedaron pendientes de resolución.
Así, los resultados de los análisis obtenidos lo conectaron con una sucesión de violaciones en las que no se había logrado identificar al atacante, lo que provocaba pánico a los ciudadanos de Montgomery en Maryland. Gracias a la tecnología de ADN, que permitió obtener la necesaria información genética, algo impensado en los tiempos en que ocurrieron los hechos, lograron asociar a Worrell con una serie ininterrumpida de los citados abusos sexuales que se sucedieron en la década del 70.
Era tal la continuidad de los casos que en la prensa se lo llegó a comparar con otro lamentable protagonizado por quien fue bautizado como El estrangulador de Boston, que luego terminó convirtiéndose en una exitosa película, escrita y dirigida por Matt Ruskin, protagonizada por Keira Knightley como Loretta McLaughlin, la reportera que dio la noticia para el Boston Record American, con Carrie Coon, Alessandro Nivola, Chris Cooper, David Dastmalchian y Morgan Spector.

El hecho real sucedió a comienzos de los años 60 y se trató de una sucesión de crímenes brutales que asolaron a la ciudad de Boston. Las víctimas eran mujeres de diversas edades que resultaban sorprendidas en sus propios hogares por un misterioso atacante que las golpeaba, violaba y luego las estrangulaba sin dejar rastros de su presencia. En total El estrangulador de Boston cometió trece homicidios que tuvieron en jaque a las autoridades de Massachusetts, hasta que llegaron a detener a Albert De Salvo, un residente de la zona y padre de familia con un historial de robos y abusos que terminó confesando ser el autor de las muertes.
Por otra parte, Worrell además tenía antecedentes, ya que en los años 70 ya había sido sometido a juicio por dos violaciones: una ocurrida en Queens y la otra en Manhattan el 26 de junio de 1973. En ésta última una mujer denunció que había sido atacada por un individuo que se introdujo por una ventana de su departamento. Sus vecinos, alarmados por los ruidos y los gritos, pudieron llamar a la policía mientras sucedían los hechos. Los agentes llegaron a tiempo, persiguieron a Worrell, lo detuvieron, pero luego los fiscales argumentaron que las pruebas logradas resultaron insuficientes. Entonces el tribunal determinó la suspensión del debate oral. Por entonces su abogado, Michael Rubin, gracias a este respiro que le dio la justicia enfrentó a los medios de prensa y aseguró: “Mi cliente mantuvo siempre su inocencia”, siendo consciente de que por el contrario, estaba acorralado.
La comprobación del ADN de Worrell a través del hallazgo de aquella bombacha “traspapelada” en un vetusto y abandonado archivo, finalmente terminó siendo tan solo el principio del fin para él. Ya que con ese elemento luego se determinó su participación en una continuidad de ataques sexuales en los años 70, que hicieron surgir a la luz otras doce violaciones cometidas a fines de los 80 y comienzos de los 90 en otros estados por quien terminó calificado como el violador de Silver Spring.
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