Benny Hill, el humorista que no supo reinventarse: el final del hombre que pasó del éxito a la cancelación por sus chistes sexistas

El artista británico estuvo casi 35 años en el aire con su programa “El show de Benny Hill”: la sociedad no era la misma cuando empezó y cuando debió ser levantado. Su picardía empezó a ser considerada inapropiada para los tiempos modernos. La historia de un hombre que vivió rodeado de mujeres, nunca se casó y se consideraba poco atractivo y nada amado

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Benny Hill, quien llegó a
Benny Hill, quien llegó a ser considerado el comediante más famoso del planeta, falleció a los 68 años, solo en su hogar de Teddington en 1992

Hace 33 años, el 20 de abril de 1992, lo encontraron sentado en su viejo sofá, frente a su televisor. Estaba ahí. Quieto de muerte. Llevaba para entonces varios días sin respirar, rodeado de platos y vasos sucios, de diarios desparramados por el suelo y envuelto en los efluvios de su propia descomposición biológica.

Quizá, después de todo, el televisor lo mirara a él: Benny Hill era el comediante más famoso del planeta que había alcanzado a millones de espectadores durante treinta y cinco años.

Quién descubrió su cuerpo fue su productor y uno de sus pocos amigos, Dennis Kirkland. Hacía días que no sabía nada de él. Como no le respondía el timbre, subió por la escalera exterior para incendios del edificio, ubicado en el barrio londinense de Teddington, hasta el tercer piso. Parado desde un escalón pispeó por la ventana del living y lo vio. Parecía un vagabundo durmiendo en un basural.

Con "El show de Benny
Con "El show de Benny Hill", su humor alcanzó 140 países y una audiencia récord de 21 millones en 1971 (THAMES TELEVISION)

El avaro más famoso

Benny Hill se llamaba Alfred Hawthorne Hill. Fue el hijo menor de Helen Cave y Alfred Hill y nació en Southampton, Inglaterra, el 21 de enero de 1924. Su hermano mayor, Leonard, nació tres años antes y la menor de la familia, Diana, lo hizo en 1933. Su padre y su abuelo habían trabajado como payasos de circo. El humor navegaba por sus venas desde siempre.

Durante su época escolar, Alfred padre tenía un negocio donde, entre otras cosas, vendía preservativos. Eso hizo que Benny fuera el centro de bromas de sus compañeros. El adolescente escogió no dramatizar el asunto: por el contrario los convenció a todos de que, gracias a eso que vendía su padre, él era muy entendido en materia sexual. El ingenio empezaba a mostrar las garras.

En su casa imitaba voces con fluidez y los idiomas se le daban fácil. A todos les decía que sería comediante. A los 15 años, apenas abandonó el colegio, se las rebuscó trabajando en un comercio primero y, luego, como repartidor de leche. Terminaba su jornada a la una de la tarde y le sobraba tiempo para actuar, improvisar e, incluso, para tocar el tambor en una banda musical. En septiembre de 1940 llegó a la ciudad de Londres con el objetivo de probar suerte para concretar su vocación. Antes, para el pasaje en tren, debió vender su dichoso tambor en ocho libras. Le alcanzó para comprar ese ticket y para comer, el primer día, un poco de pescado y papas fritas. Pasó la noche en un hogar comunitario. A la mañana siguiente, comenzó a deambular por donde sabía que tenía que hacerlo. Con su simpatía consiguió que algunos le prestaran atención. Unos días más tarde ya tenía trabajo. Le llevó solamente un año empezar a participar de giras teatrales, animar espectáculos en clubes y protagonizar con su humor cenas privadas.

Estaba encaminado cuando llegó la Segunda Guerra Mundial. La convocatoria, por su vida nómade, no lo alcanzó enseguida… Hasta que un día lo paró la policía y fue arrestado. Pasó cuatro noches en la estación policial de Cardiff y, a partir de allí, estuvo tres años y medio en la Royal Electrical and Mechanical Engineers. Durante la guerra sirvió a su país en Francia, Holanda, Bélgica y Alemania. Trabajaba como conductor de vehículos y mecánico.

Pasada esa etapa de su vida volvió al humor. Tomó el nombre Benny para celebrar a su comediante preferido Jack Benny. En 1952 comenzó a escribir guiones cómicos. Consiguió que en la prestigiosa BBC le prestaran debida atención.

El 20 de agosto de 1951 se puso en el aire Hi There!, un show de 45 minutos escrito enteramente por él. Siguió creciendo hasta que el sábado 15 de enero de 1955 entró por la puerta grande de la televisión con El Show de Benny Hill.

A pesar de su fama,
A pesar de su fama, Benny Hill vivió como ermitaño; su inseguridad lo apartó de amigos y pareja

Su historia, a partir de entonces, fue otra. En semanas su éxito se volvió evidente. En 1956 Benny ya ganaba mucho dinero para la época con cada show.

Trabajó ininterrumpidamente, se volvió archifamoso y comenzó a facturar fortunas. Empezó a vivir rodeado de estrellas del cine y de mujeres bellas. Todos lo admiraban. De Clint Eastwood a Frank Sinatra pasando por Charles Chaplin. Series, comedias, dinero, fama, premios. Había conquistado los escenarios, pero era muy inseguro. Sufría con la exposición, era más bien ermitaño y de pocos amigos. Y, también, amarrete sin remedio. Porque con el éxito pasó de la pensión inicial londinense a un departamento alquilado en Queens Gate, minúsculo. Tomaba el subte, no se permitía jamás un taxi. Si hacía falta era capaz de caminar hasta la extenuación. Tacaño al extremo de no soportar ningún tipo de gasto evitable recién en 1986 se mudó a otro departamento, por supuesto también alquilado, aunque ya hubiera podido comprarse una mansión. Alquiló un tercer piso en el número 7 de Fairwater House, en Teddington. Era un poco más grande que el anterior, tenía dos habitaciones, y estaba cerca de su trabajo. Eso le permitía ir caminando todos los días hasta allí. Ese ahorro le pareció sustancial. Además, se llevó a vivir con él a su adorada madre Helen.

La avaricia le impedía, también, comprar ropa. Usaba lo que tenía hasta que se deshilachaba al punto que no no se podía coser. Sus zapatos los reparaba él mismo, pegando las suelas con mucha habilidad. En el supermercado solo compraba ofertas. Comía muy mal y desprolijamente. Fue engordando sin pausa.

Aunque tenía tanto dinero que no podría gastarlo en vida y su cuenta trepaba sin retroceder, él mantenía a rajatabla su conducta tacaña. Ni siquiera se le ocurrió comprarse un auto. Se negó, también, a arreglar el techo de la casa familiar de Southampton porque le pareció demasiado caro el presupuesto.

Su programa traspasó fronteras. Su cara se hizo famosa y llegó a 140 países del planeta. En 1971 su audiencia alcanzó un pico único: 21 millones de personas. Su personaje se volvió tan popular que ya no podía caminar por la calle sin ser reconocido ni tomarse un café en un bar. Benny se permitía gastar solo en una cosa: viajar a Marsella, Francia. Iba con frecuencia, adoraba esa ciudad. Pero jamás se alojaba en hoteles buenos, prefería las hosterías baratas.

No gastar era lo que verdaderamente le daba placer.

En 1989, Benny Hill fue
En 1989, Benny Hill fue "cancelado" por su humor catalogado como sexista, tras 35 años de emisión

Las mujeres y “mamá”

La fama implicó que él tuviera que dar reportajes aunque odiara hacerlo. Los periodistas insistían con un tema molesto: la pareja. Y él no la tenía.

Enojado, en un reportaje, respondió: “Es como trabajar en una fábrica de chocolates. ¡Ves tantos que no te preocupas por mirarlos de cerca! Yo no quiero una chica glamorosa; quisiera una que trabaje en una fábrica, una oficina o un negocio. Ahí es dónde se esconden las lindas con sentido común y eso es lo que estoy buscando”.

El primer gran golpe dramático de su vida lo tuvo en la cima de su éxito cuando, en 1976, murió Helen. Él ya tenía 52 años, pero nunca se recuperó de la pérdida de su madre. Tampoco se casó ni tuvo hijos, aunque él mismo aseguró haberle propuesto matrimonio a tres mujeres. Sostuvo que todas lo rechazaron. De dos de ellas trascendió el nombre. La corista Doris Deal lo habría dejado porque él le había dicho que no se sentía preparado para el matrimonio. En cambio, la actriz australiana Annette Andre, habría tomado por absurda su propuesta. Si bien Benny sostenía que no le importaba lo que dijeran de él, se ocupó especialmente de negar aquellos rumores que lo acusaban de esconder su homosexualidad. E intentó restar importancia a las versiones denigrantes que lo señalaban como un hombre sexualmente impotente.

El mismo año de la muerte de su madre (esto se denunció recién en 2017) habría intentado asaltar sexualmente a la reina del punk Hazel O’Connor en su departamento. Ella tenía por entonces 21 años, él 52. Benny le habría dicho que la ayudaría a cambio de que le hiciera favores sexuales. Hazel contó que cuando él intentó besarla, ella lo empujó y escapó horrorizada.

Según una de sus pocas amigas, la actriz australiana Sarah Kemp, en las largas charlas que solían tener Benny se mostraba siempre inseguro, decía que se veía horrible, poco atractivo y nada amado.

La fortuna de Benny Hill,
La fortuna de Benny Hill, calculada en 20 millones de dólares, fue heredada por sus sobrinos tras su muerte (THAMES TV)

Cambio de época: la cancelación

Fue en la década del 80 que la fórmula de la risa mutó. El tablero del humor dio una vuelta de carnero y las mujeres comenzaron a quejarse del estilo de Benny Hill. Lo que en una época habían parecido chistes inofensivos, ya no lo eran. La picardía pasó a ser algo machista y de mal gusto. Las mujeres escasas de ropa, los chistes subidos de tono, los toqueteos ya no matcheaban con una sociedad que había evolucionado y criticaba los viejos roles. No solo pasaba en su país, empezó a ocurrir en muchos otros lados. A pesar de estos cambios, en algunos lugares su programa seguía vigente y el dinero continuaba entrando a raudales en sus cuentas, aunque ya pocos consideraran ese humor algo correcto.

La estrella de Benny había empezado a apagarse.

En octubre de 1985 llegó una acusación de una joven modelo, Stephanie Martin: dijo que él le había prometido un papel con parlamento en su espectáculo a cambio de que ella le exhibiera su cuerpo mientras él se masturbaba. Eso no provocó ninguna risa sino espanto. El comediante más famoso mostraba la hilacha.

Angel Nikki Critcher, otra mujer que había trabajado con él, contó algo perverso que había experimentado años atrás: ella tenía que abofetear en la cara a Benny mientras él le retorcía sus senos durante los ensayos.

Su humor iba para atrás y, en 1989, Benny Hill terminó por convertirse en el primer humorista “cancelado” de la historia, después de estar casi 35 años en el aire. Claro que no se llamó cancelación porque el término es de estos tiempos. Pero el programa se prohibió por ser considerado sexista. El consejo de Radiodifusión británico señaló: “Ya no es divertido como antes un hombre que persigue a chicas semidesnudas. Es ofensivo para mucha gente”.

Benny no podía entender en qué momento había quedado desfasado y se había colocado en la mira de todas las críticas. La sociedad le dio la espalda, su humor era algo demasiado incómodo, totalmente fuera de época.

John Howard Davies, directivo de la compañía, le ofreció hacer otras cosas distintas en tevé para evitar el desgaste de su imagen por su humor procaz. Pero Benny no supo reconvertirse, no se le ocurría qué hacer y se deprimió.

Tenía muy pocos amigos, ya no tenía a su madre y no veía nunca a sus sobrinos. Esos mismos sobrinos que heradarían su fortuna calculada en unos veinte millones de dólares actuales. Como una mala broma del destino, el episodio 17 de la temporada 1 de Benny Hill, hoy tiene en Youtube -al cierre de esta nota- 14.622.405 millones de vistas y sigue en permanente ascenso. Minuto a minuto.

Michael Jackson visitó a Benny
Michael Jackson visitó a Benny Hill en el Royal Brompton Hospital, el 24 de febrero de 1992. Fue la última foto del cómico, que murió dos meses después (Grosby)

Gordura y negación

El primer ataque al corazón lo tuvo el 11 de febrero de 1992. Llegó al hospital con dolor de pecho. Pesaba más de cien kilos. Los médicos le diagnosticaron obesidad mórbida. Le dijeron que debía hacerse un bypass coronario y le indicaron que debía bajar de peso. Su salud era un desastre. Él se negó a todo. Otro personaje famoso, polémico por las acusaciones de pedofilia, fue a visitarlo para convencerlo de operarse: el cantante Michael Jackson. Entró a la habitación del Royal Brompton Hospital y hasta se sacaron una foto juntos. No logró persuadirlo. Ocho días después le dieron el alta, pero debió volver por otro episodio en el que le diagnosticaron insuficiencia renal. De nuevo se quiso ir. Que fuera lo que Dios quisiera.

Vivió dos meses más.

Para ese entonces sus programas ya no se emitían en Gran Bretaña, pero seguían en el aire en otros cien países.

En su última salida a la calle Benny le mandó un telegrama a un comediante amigo, Frankie Howerd, quien como él había tenido un infarto. Escribió: “Dejá de robarme los chistes, acá el que hace las bromas sobre ataques al corazón soy yo”. Curiosa paradoja: el texto llegó a destino cuando los dos ya habían muerto ese fin de semana de 1992, con 24 horas de diferencia, por la misma causa.

Cuando su productor lo vio esa tarde por la ventana Benny ya llevaba muerto, según los peritos forenses, entre dos y cinco días. En el certificado de defunción escribieron: “trombosis coronaria”. A la risa más popular -y controvertida- de la historia del planeta se le ahogó el corazón a los 68 años. Estaba inundado de lágrimas y no había aprendido a nadar.

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