
El chico nació el 21 de febrero de 1929 en la Ciudad de México. Era hijo de Francisco, un pintor, ilustrador y actor a escondidas, descendiente de una familia acaudalada. Su madre, Elsa, era una secretaria bilingüe, prima de Gustavo Díaz Ordaz, presidente de México entre 1964 y 1970.
De su padre heredó la veta artística, porque además de pintar, cantaba, tocaba la mandolina, declamaba. En su autobiografía lo describe así: “Por si fuera poco, era un hombre culto, guapo, simpático, magnífico contador de chistes y habitual centro de atracción en fiestas y reuniones. Y sin lugar a dudas fue todo esto lo que, irónicamente, lo condujo a ser víctima constante de dos excesos: el alcohol y las mujeres. Entre ambos lo mataron a la temprana edad de 42 ó 43 años”.
Cuando sus padres se estaban casando, y en plena ceremonia el sacerdote preguntó si alguien entre los presentes tenía algún impedimento para celebrar la unión, una mujer levantó la mano, con un niño de siete años de la mano. “El impedimento es este niño —dijo—, que es hijo mío y del novio”. Después del murmullo de los invitados y la negativa del cura a cancelar la boda, la ceremonia culminó; no se sabe si felizmente.
Por poco el protagonista de esta historia no nace. Su mamá, que estaba con un fuerte resfrío y, contra viento y marea, quería ir a una fiesta, le pidió a su cuñado Gilberto, médico destacado, que le recetara un medicamento que la aliviara, desoyendo las recomendaciones de reposo y cama. Gilberto cumplió con su deseo, sin preguntar por un posible embarazo. Nadie lo sabía. El medicamento contenía quinina, “un abortivo superpoderoso”. En su autobiografía, el chico de la foto describe esta situación que le contó su querido tío Gilberto, a quien nombra más de una vez en el texto: “Mi tío tuvo que aceptar su responsabilidad, reconociendo que debía haber sido él quien indagara antes de recetar la medicina en cuestión. Sin embargo, añadió que, de cualquier modo, el caso no admitía otro remedio más que ‘la expulsión del producto’”. La joven lo rechazó de plano. Balbuceó: — Es que... es que ya perdí un hijo el año pasado. —Lo sé —respondió el doctor—; y eso mismo hace que en esta ocasión aumente el peligro. —¿Peligro para mí? —Por supuesto. —No. No haré eso. —¿Qué es lo que no harás? —Permitir que le suceda algo a mi bebé.
Los primeros años de su vida estuvieron marcados por la muerte repentina de su padre, a causa de un derrame cerebral. Tenía 6 años, nada más, cuando su madre le dijo: “Tu papá ya se fue al cielo”. Su madre y hermanos se encontraron en una situación económica muy precaria, porque el padre les dejó la casa hipotecada “y deudas, muchas deudas”. En medio de una crisis económica, malvendió la casa.
En un pasaje del texto también recuerda que en la escuela primaria resolvía muchos temas a los golpes. Tras una enfermedad que hizo que pasara un año sin ir a la escuela, al recuperarse fue a vivir a Guadalajara con la hermana de su mamá, su tía Emilia, y su esposo. Ahí ingresó al primer año de primaria en el Colegio Cervantes de los hermanos maristas. “El primer día de clases tuve mi primer encuentro a trompadas. ¿Por qué esa costumbre de liarme a golpes a cada rato? De ser cierto lo que llegué a suponer con el paso del tiempo, la respuesta constituye una auténtica paradoja: se debía a que yo era bajo de estatura y de constitución débil. Sí, porque la desventaja física me generaba un complejo de inferioridad que solo podía ser superado (o al menos compensado) de esa manera: demostrando, a fuerza de golpes, que los más altos y los más pesados no eran superiores a mí”.
Lo de las trompadas se le dio muy bien. Mientras cursaba el bachillerato, practicó boxeo y participó de un campeonato en el que resultó subcampeón el primer año y campeón el segundo. Media 1,60 m.
Con el paso de los años ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para estudiar ingeniería mecánica; sin embargo, no terminó la carrera. Un trabajo cambió sus planes. Ingresó a una agencia de publicidad, donde descubrió su lado creativo. Ese trabajo lo conectó con la radio y la televisión, medios de comunicación en los que, durante la década de 1950, se desempeñó como guionista. Algunos de sus primeros libretos fueron utilizados para películas protagonizadas por los comediantes Viruta y Capulina, con quienes debutó como actor en 1959, grabando la película Dos locos en escena, estrenada en 1960. Faltaba poco para el nacimiento de Chespirito y su mundo de personajes, de la vecindad de El Chavo del 8 y figuras inolvidables como el doctor Chapatín, el Chómpiras y el Chapulín Colorado. ¡No contaban con mi astucia!
Respuesta: El chico de la foto es Roberto Gómez Bolaños (en el centro), a la izquierda está su hermano mayor Francisco, y a la derecha, su hermano Horacio, quien personificó a Godinez en el Chavo del 8
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