
En una entrada de diario de octubre de 1942, Ana Frank se describe tumbada en la cama junto a su hermana Margot. Allí, en la penumbra y con la sombra de los nazis cerca, las chicas compartían confidencias sobre sus diarios. “¿Puedo leer el tuyo?”, preguntó Margot. Ana, con cierta reticencia, respondió que solo algunas partes. La reciprocidad fue inmediata, y Margot le pasó su texto. Afuera, del otro lado de la falsa pared el ejército de Hitler cazaba judíos para llevarlos a los campos de concentración. La Solución Final ya estaba en marcha.
Margot Frank había nacido el 16 de febrero de 1926 en Frankfurt, Alemania. Era la mayor de las dos hijas de Otto y Edith Frank. Desde pequeña, Margot fue descrita como “ordenada y cuidadosa”. Su primer informe escolar ya la destacaba como “muy diligente”. En contraste, Ana, nacida en 1929, se veía a sí misma como la “alborotadora” de la familia.
La vida de los Frank antes del nazismo
La tranquila vida que llevaban las hermanas Frank en Alemania cambió drásticamente con la ascensión de Adolf Hitler y el Partido Nazi al poder. Estoforzó a la familia Frank a mudarse a Ámsterdam en busca de seguridad. Aquí, Margot demostró su capacidad académica al sobresalir en una escuela holandesa, pese a la barrera del idioma. Al final del año, ya había mejorado sus calificaciones.

En mayo de 1940, Alemania invadió Países Bajos. Así, las vidas de Margot y Ana cambiaron para siempre. La hermana mayor expresó su angustia en una carta a una amiga el 27 de abril de 1940: “Nunca nos sentimos seguros, porque estamos justo al lado de Alemania y somos un país pequeño”.
La vida en el anexo secreto donde se refugiaron a partir de julio de 1942 fue una prueba constante para ambas hermanas. Ana, quien había recibido un diario para su cumpleaños número 13, comenzó a documentar sus vivencias en el escondite. En sus escritos, la adolescente lamentaba la aparente preferencia de su padre por Margot, a quien veía como “la más inteligente, amable, bonita y la mejor”.
Ana, también, se mostró preocupada por los celos de Margot debido a su incipiente amistad con Peter van Pels, uno de los otros chicos escondidos en el anexo. En el diario se ve como las chicas logran sobreponerse a ese conflicto. Ana escribió a principios de 1944: “Margot es mucho más agradable. Ella parece muy diferente a como solía ser. Ya no es tan hiriente y está convirtiéndose en una verdadera amiga”.
La vida en el escondite
Bajo la ocupación nazi, los judíos en los Países Bajos enfrentaron restricciones cada vez más severas. Margot y Ana se vieron obligadas a asistir a una escuela solo para judíos, alejadas de sus amigos no judíos y sometidas a un entorno de segregación y discriminación.

El 5 de julio de 1942, la situación se tornó aún más grave cuando Margot recibió una citación para realizar “trabajo forzado en Alemania”. Para los Frank, esto significaba una amenaza inminente de deportación y muerte. En un acto desesperado para salvarse, Otto y Edith Frank decidieron esconder a su familia. Abandonaron su hogar y se trasladaron a un anexo secreto detrás de la oficina de Otto en Prinsengracht 263. La familia pasó a vivir en la clandestinidad, acompañada por los van Pels y Fritz Pfeffer.
Durante dos años, Margot y Ana vivieron en constante temor a ser descubiertos. Los días transcurrían en silencio, con actividades limitadas y siempre alerta a cualquier ruido que pudiera delatarlos. Margot, con su naturaleza estudiosa, intentó mantener una rutina académica.
La caída de los Frank
La mañana del 4 de agosto de 1944, un silencio tenso envolvía el anexo secreto. De pronto, las botas de los soldados se escucharon muy cerca de la falsa pared. La vida clandestina de los Frank llegó a su fin abruptamente cuando agentes de la policía nazi, alertados por un traidor anónimo, irrumpieron en el escondite. La familia Frank, junto a los otros cuatro ocupantes del anexo, fue arrestada y llevada al cuartel general de la Gestapo para ser interrogada.
Desde allí, fueron trasladados al campo de tránsito de Westerbork, situado en el noreste de los Países Bajos. Este campo, que inicialmente había sido utilizado para albergar refugiados judíos, se había convertido en un centro de tránsito para deportaciones a campos de concentración y exterminio en Europa del Este.
El 3 de septiembre de 1944, Margot, Ana y sus padres fueron subidos a un tren abarrotado con destino a Auschwitz-Birkenau. Después de un agotador viaje de tres días, llegaron al infierno. Una vez que bajaron de los vagones, los Frank fueron separados.

El destino final de las hermanas Frank
En noviembre de 1944, Margot y Ana fueron nuevamente trasladadas, esta vez al campo de concentración de Bergen-Belsen, en el norte de Alemania. Edith Frank quedó atrás en Auschwitz, donde murió de hambre y agotamiento. Bergen-Belsen, conocido por sus horribles condiciones, era un lugar donde los prisioneros no eran exterminados de inmediato, pero morían lentamente debido al hambre y las enfermedades. Los cuerpos de aquellos que sucumbían eran apilados y quemados, ya que el número de víctimas sobrepasaba la capacidad de las instalaciones del campo.
En Bergen-Belsen, Margot y Ana compartían un refugio improvisado hecho de lona, donde dormían sobre colchones de paja repleto de piojos. Muy poco tiem´po después, las hermanas Frank, debilitadas y hambrientas, sucumbieron al tifus que se extendió por la mayoría de los prisioneros del campo. Sus fechas exactas de muerte no se conocen, pero se cree que fallecieron en febrero de 1945, poco antes de que el campo fuera liberado por las tropas británicas.

Los recuerdos de aquellos que conocieron a Margot y Ana en el campo pintan un cuadro devastador de sus últimos días. Nanette Konig, una compañera de clase de Ana que también estaba en Bergen-Belsen, describió el lugar como un “infierno donde la gente no era exterminada de inmediato, pero moría de hambre, disentería, tifus, frío, agotamiento y torturas”.
Margot Frank murió a los 18 años, y Ana tenía solo 15. Ambas fueron parte de los 35.000 prisioneros que fallecieron en Bergen-Belsen entre enero y abril de 1945, víctimas de la brutalidad nazi. Otto Frank, fue el único miembro de la familia que sobrevivió al Holocausto.
Al finalizar la guerra, Otto regresó a los Países Bajos. Allí se puso en contacto con su antigua secretaria, Miep Gies, quien había ayudado a esconder a la familia Frank durante la guerra. Miep había rescatado el diario de Ana del anexo secreto después de la deportación de la familia.
Otto recibió el texto de su hija y decidió publicarlo. Así, “El diario de Ana Frank” se convirtió en una de las obras más importantes y conmovedoras sobre el Holocausto, traducida a más de 70 idiomas y leída en todo el mundo.
En tanto, el diario de Margot nunca se encontró. A diferencia de las detalladas entradas de Ana, los pensamientos y observaciones de Margot se perdieron en el horror nazi.
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