
Hay actores que parecen hechos a la medida de algunos personajes cinematográficos, tanto que ni siquiera deben pasar por un casting para llegar a encarnarlos. Uno de esos casos es, sin duda, el de Joe Pesci, ese tipo bajito, de voz no muy gruesa, a quien Martin Scorsese buscó siempre que necesitó un mafioso convincente en sus películas.
En “Goodfellas” lo convirtió en Tommy DeVito, el psicópata de gatillo fácil que no vacila en matar a Billy Batts, un protegido de la temible familia Gambino, simplemente porque se atrevió a faltarle el respeto sobre su pasado delante de un grupo de amigos.
También lo buscó – y debió convencerlo, porque no quería – para que se pusiera en la piel del Nicky Santoro de “Casino”, un personaje basado en un mafioso de la vida real llamado Anthony “The Ant” Spilotro, a quien sus jefes mandan a Las Vegas para asegurar que el dinero ilegal que producían sus casas de juego llegara a sus manos sin que nadie se quedara una parte en el camino.

Y mucho después volvió a buscarlo, cuando Pesci ya estaba retirado, para tenerlo junto a otros dos de sus actores fetiche – Al Pacino y Robert De Niro – en su megaproducción “El Irlandés” como Russell Buffarino, un implacable capo de la mafia.
Es así que, gracias a la tan mentada magia del cine, el rostro de Joe Pesci puede parecerle a millones de personas el de un despiadado asesino a sueldo o el de un mafioso implacable.
Tal vez hoy, el día que cumple 81 años – nació el 9 de febrero de 1943 en Newark, Nueva Jersey -, al hacer un repaso de su vida, Joseph Frank Pesci recuerde la ocasión en que la realidad pareció superar a la ficción y estuvo a un paso de ser detenido como sospechoso de un crimen por encargo.

Cinco tiros a quemarropa
Ocurrió en mayo de 2000, cuando un desconocido llamó a la puerta de la casa del actor mediocre y doble de acción Garrett Warren y casi sin mediar palabra le descerrajó cuatro tiros en el cuerpo y después uno en la cabeza. No satisfecho con eso, antes de escapar, el criminal le disparó dos veces a la madre de Warren, que tuvo la mala idea de asomarse a la puerta cuando escuchó las detonaciones.
A pesar de las balas gastadas, el sicario – porque no podía ser otra cosa – demostró muy poca pericia, porque ni Warren ni su madre murieron.
Fue el propio actor quien pudo contarle el desarrollo de los hechos a la policía. “Un tipo golpeó a mi puerta para preguntarme si el auto que estaba en el camino de entrada era mío. Le dije que sí, que ese era mi auto. Así que abrí la puerta y asomé la cabeza para ver si mi auto había sido golpeado. Y cuando lo hice, levantó una pistola comenzó a dispararme”, les relató a los agentes en el hospital y después, ya recuperado, uso casi las mismas palabras para que fueran publicadas en una revista y le reforzaran su cuarto de hora de fama.
Por obra de los tiros, que le dieron en el pecho, en el cuello y en la cadera izquierda, Warren quedó desparramado en el suelo, sangrando. El atacante le apuntó entonces a la cabeza y volvió a disparar: la bala, esta vez le dio en la cara, cerca del ojo derecho, con que ya nunca podría ver.
La madre tuvo más suerte: los dos disparos dirigidos a ella impactaron en el marco de la puerta, cerca de su cabeza, y no le causaron ningún daño.
La investigación del intento de asesinato pareció quedar en vía muerta durante más de dos años, hasta que un hecho fortuito le dio una nueva dirección y apuntó hacia nuevamente hacia una sospechosa que había quedado descartada por falta de pruebas, la ex esposa de Garrett Warren, Claudia Haro, de profesión actriz.
Cuando eso ocurrió, Joe Pesci, también ex marido de Haro, quedó en la mira de los investigadores y de la justicia.

Claudia Joe y Warren
Aunque sólo estuvieron casados cuatro años, entre 1988 y 1992, la relación de Joe Pesci con Claudia Haro, tuvo un antes y un después del matrimonio. Se habían conocido en 1980, en el festejo de Pascua de un estudio de cine, y poco después iniciaron el noviazgo que, ocho años más tarde, desembocaría en el matrimonio.
Durante ese tiempo Pesci apadrinó la carrera de Claudia y la ayudó a conseguir papeles que la hicieran avanzar en el difícil mundo del cine. Lo siguió haciendo después de la separación, cuando le sugirió a Martin Scorsese que le diera un papel en “Casino”.
Claudia, por su parte, también avanzaba por sus propios medios en Hollywood, con participaciones en películas de éxito como “Jimmy Hollywood” (1994), “With Honors” (1994) y “Gone Fishin’” (1997).
El matrimonio les había dejado una hija, Tiffany – la única de Pesci -, lo que hacía que se vieran seguido e, incluso, en ocasiones Claudia durmiera en la casa de su ex marido, aunque en una habitación separada.
Cuando Claudia le dijo a Joe que había conocido a Garrett Warren y que se casaría con él, el actor famoso por sus papeles de mafioso no solo la felicitó, sino que también asistió a la ceremonia con Tiffany a su lado.
El matrimonio de Claudia y Warren duró poco y terminó en un divorcio difícil, complicado por la disputa de la tenencia de su pequeña hija, Kaylie, que se definió a principios de 2000, cuando la justicia le dio la potestad de la niña a Warren.
Apenas cuatro meses después, un sicario golpearía a su puerta.

La trama al descubierto
La primera sospechosa como ideóloga del ataque fue Claudia, debido a su divorcio y a la batalla legal por la custodia de su hija. La policía la arrestó casi de inmediato, pero debió dejarla ir por falta de pruebas.
Después de dos años sin encontrar otro sospechoso, el intento de asesinato contra Garrett Warren iba camino a convertirse en un cold case, hasta que un hecho fortuito aportó las pruebas que llevarían a esclarecerlo.
En 2002, en el curso de una investigación de un caso de narcotráfico, la policía de San Bernardino incautó el auto de uno de los sospechosos. El hombre se llamaba Miguel Quiroz y era dueño de un restaurante.
Los agentes no encontraron droga en el auto, pero en el baúl se toparon con un sobre que contenía una foto de Garrett Warren y un plano. No tardaron en descubrir que ese plano era el de la casa del hombre de la foto, el mismo que había sido baleado dos años antes sin que se identificara al perpetrador.

Cuando empezaron a atar los hilos, los investigadores descubrieron que Quiroz tenía una relación comercial y de amistad con Manuel Haro, el hermano menor de Claudia, y también con un tipo cargado de antecedentes criminales, Jorge Hernández.
Los interrogatorios fueron aclarando la trama: a través de Quiroz, Manuel Haron había contratado a Hernández para que matara a Garrett Warren. El pago pactado fue de 10.000 dólares, suministrados por Claudia.
En diciembre de 2005, Claudia fue arrestada por intento de asesinato con arma de fuego contra su ex marido Garrett Warren.

Pesci en la mira
Al ser detenida, Claudia estaba viviendo en la casa de huéspedes de la mansión de su otro ex marido, Joe Pesci, el padre de Tiffany.
Por esa razón, el actor que les había prestado su cara a los mafiosos Tommy DeVitto y Nicky Santoro quedó en la mira de los investigadores, implicado en un crimen de la vida real. Si esos papeles cinematográficos provocaron los prejuicios de la policía sobre Pesci es algo que nunca se sabrá.
En concreto, los investigadores del atentado contra Garrett Warren sospechaban que Pesci le había dado a su ex mujer los 10.000 dólares que necesitaba para pagarle al sicario.

Era una sospecha sin ningún fundamento. Por un lado, Haro no necesitaba que nadie le diera ese dinero, una suma irrisoria si se la comparaba con la fortuna que tenía declarada, producto de sus trabajos en Hollywood, que ascendía a 12 millones de dólares. Tampoco estaba viviendo en la casa de huéspedes de Pesci por falta de dinero, sino en busca de contención después de separarse de su tercer marido, Russell Armstrong, una estrella del reality show The Real Housewives of Beverly Hills.
Joe Pesci quedó rápidamente desvinculado del caso, pero Claudia debió sentarse en el banquillo de los acusados. En abril de 2012 fue sentenciada a 12 años y cuatro meses de prisión en el Instituto Correccional de Mujeres de Corona, en California. Fue liberada por buena conducta en agosto de 2019.
En realidad, si Joe Pesci tuvo alguna vez una vinculación con un crimen, no fue como ideólogo ni como financista, sino como posible víctima. El hecho no se consumó, pero una grabación demuestra que estaba en la mira de la mafia y de otro actor.
Según una conversación telefónica interceptada por el FBI en 1982 entre el actor James Caan y un miembro de la familia criminal de Los Ángeles, Anthony Fiato, el primero le ordenó a Fiato un golpe al estilo de la mafia contra Pesci por una deuda de ocho mil dólares con un hotel de Miami que era propiedad de un amigo suyo.

Al ser interrogado, Fiato declaró: “Jimmy (por Caan) puede decir que ahora es amigo de Pesci. Pero no puede negar que en un momento trató de hacerle daño. Está grabado”.
En la conversación, cuando Caan le da la orden contra Pesci, Fiato dice:
-De acuerdo, me encargaré.
A lo que el actor responde:
-Bien, bien. Vamos a hacerle pagar.
Un diálogo digno de cualquiera de las películas de mafiosos que elevaron a la fama al bueno de Joe Pesci.
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